El miedo en la época de Las Tres Semanas
Por José I. Rodríguez
En esta época del año han acontecido a lo largo de la historia grandes tragedias al pueblo de Israel que según la tradición se podrían repetir en el tiempo.
La tragedia de la pérdida de Jerusalem, y por ende la del Sagrado Templo, ha marcado el devenir del pueblo judío de generación en generación. El periodo que va desde el 17 de Tamuz hasta Tisha b’Av es un tiempo de introspección, de recuerdo y de plegaria en la que añoramos ver el Templo de Jerusalem reconstruido. El llamado Tercer Templo no es una ilusión histórica sino un profundo anhelo de todo un pueblo que clama al Cielo por su reconstrucción.
Los sabios de Israel han explicado que, en este tiempo en donde tantas de las nombradas tragedias se han sucedido debemos ser precavidos y estar conscientes de lo que implica el periodo conocido como Las Tres Semanas. La alegría se sustituye por la seriedad y hasta los momentos trascendentes en nuestras vidas como son la boda se postergan hasta pasados estos aciagos días. El dolor por todo lo perdido en lo material y en lo humano genera una atmósfera de luto, temor o incluso miedo.
Con la perspectiva de entrar en épocas difíciles, en donde podría sucedernos algo malo, solemos pedir y desear que el tiempo pase rápidamente. Sin el menor ánimo de enfrentamiento o discusión sería razonable cuestionarnos si este tiempo del año implica necesariamente que algo negativo nos vaya a pasar. En términos generales no pensamos que algo nos vaya a pasar a nosotros, por puro instinto de supervivencia, pero podríamos llegar a entender que siempre le va a pasar algo malo a alguien ¿Una cierta época del año puede determinar aquello que nos podría suceder? Una pregunta que deberíamos contestar cada uno de nosotros.
Los astros son para algunos, no sabemos si para muchos o pocos, los que determinan nuestra vida. Un planteamiento exotérico que choca frontalmente con las enseñanzas del Tanaj. El creer que la posición de los astros o que el día en que nacimos condiciona nuestro presente y propiciarán nuestro futuro es tan abstracto, espiritualmente hablando, cómo pensar que en una cierta época del año siempre van a acontecer cosas terribles y luctuosas en nuestra vida. Si creyéramos definitivamente esto ¿Qué podríamos hacer para impedir que algo dramático nos suceda a nosotros, nuestra familia o a nuestro pueblo? Si en realidad es esto lo que creemos no podemos hacer nada más que rezar para que pase pronto la amenazante tormenta.
Los que creen que el presente y futuro está condicionado exclusivamente por Elohim pueden caminar con la certeza que todo cuanto suceda en su vida forma parte de un planificado acto de amor del Creador. En la vida no hay que temer a nadie, ni a nada, excepto al Hacedor. No hay que esperar nada de nadie pues Adonai es nuestro proveedor, pero siempre hay que estar dispuestos a darlo todo y darse a sí mismo. No depende de los astros o de las épocas del año lo que pueda sucedernos sino solo y exclusivamente del Creador.
En el tiempo que acontece desde el 17 de Tamuz hasta Tisha b’Av, especialmente, no nos suceden ciertas cosas por la época del año en la que vivimos sino por cómo vivimos en esa época del año. Lo que determina lo que nos pueda pasar está más relacionado con lo que hacemos, o no hacemos, que con aquello que creemos o tememos. La premisa que nos ha sido dada es que “y aun cuando ande por el valle tenebroso, no temeré mal alguno” por tanto mejor es que vivamos como debemos que deber algo al Creador mientras vivimos y eso sí que debería darnos miedo.
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