Isaac Babel
Nacido el 13 de octubre de 1894 en Odessa, Rusia, fue un escritor judío soviético, que formó parte de a la generación de escritores surgidos de la Revolución de Octubre. Para ingresar en las clases preparatorias del Instituto Comercial Nicolás I, Bábel tuvo que sobresalir en la cuota judía, diseñada por el régimen zarista para excluir a un gran sector de la juventud judía de la educación superior: solo podían postular a tales estudios el 10% de niños de la Zona de Asentamiento; el 5% del exterior de dicha zona y el 3% de las dos capitales (Moscú y San Petersburgo).
A pesar de que alcanzó los grados académicos necesarios para ingresar, Bábel fue rechazado y el lugar fue otorgado a otro niño, cuyos padres sobornaron a las autoridades del colegio. Por ello fue educado en su casa y en un año cumplió el currículo de dos años escolares. También estudió el Talmud, música clásica, estudió el idioma y la literatura franceses. Lector y admirador de la literatura de Flaubert y Maupassant, Bábel comenzó escribiendo sus primeros cuentos en francés.
Sus relatos fueron inspirados en la literatura gala, en especial en el naturalismo. Los primeros fueron publicados bajo la supervisión de Gorki, aunque pronto dejaron de aparecer en su periódico debido a su tono erótico y agresivo. Participó en la guerra civil y en la campaña de Polonia, experiencias en las que se basa Caballería roja (1926), donde da parte de las dos facciones de la Revolución, por lo que recibió algunas críticas. En los Cuentos de Odessa (1931), su obra más reconocida, siguió la línea autobiográfica y retrata la vida de la burguesía provincial judía en la Rusia prerrevolucionaria, ambiente que también recreó en piezas teatrales.
Con la consolidación en el poder de Stalin fue arrestado y fusilado por el régimen stalinista, contrario al individualismo romántico de los primeros tiempos de la Revolución.
Antes se dedicó al comercio en Kiev. A la edad de dieciséis años fue obligado por su padre, un hombre violento y ambicioso, a una dura tarea de estudio de la Biblia y el Talmud y obligado a hablar en familia sólo yiddish, lo que marcó su peculiar estilo, uno de los más singulares de la literatura rusa.
En 1915 se trasladó a San Petersburgo, donde llevó una vida triste y difícil, como demuestran las cartas a su madre y a su hermana. Un año más tarde presentó sus primeros relatos al director de la revista Los Anales, Máximo Gorki, que publicó dos de ellos. Permanentemente atormentado por la duda sobre su vocación literaria, Babel fue exhortado por Gorki a mezclarse “entre la gente”. Durante la Primera Guerra Mundial luchó en el ejército ruso y en 1917 abrazó entusiasmado la Revolución, enrolándose como capitán de caballería. Pasó más tarde al Comisariado de Instrucción Pública, participó en la guerra civil y se dedicó a varias profesiones, entre ellas la de periodista. A su regreso a Odessa, en 1921, reunió todos sus escritos y esbozos y en 1923 se puso de nuevo a escribir.
En 1924 comenzó a publicar los relatos que, en número de treinta, agrupó bajo el título de Caballería roja (1926); inspirados en la guerra en Polonia. Se trata de rápidas e incisivas narraciones que, con miniaturas de un emocionante lirismo, de episodios de guerra pasa a la exaltación de las hazañas de los cosacos y al tono épico y típico de su temperamento. También llegó al éxito con sus Cuentos de Odessa (1931), que son una serie de relatos entrañables sobre la infancia en el ghetto judío de la ciudad, el Moldavanka. En la década de 1930, Babel era una figura respetada en el mundo de las letras, muy conocido entre los escritores de toda Europa central y oriental y entre los escritores más populares de la Unión Soviética.
Babel aprendió a escribir de manera sucinta, condensando sus experiencias en cápsulas muy bien balanceadas. Cada uno de sus cuentos era reescrito una y otra vez. Algunos los llegó a rehacer hasta un centenar de veces. Se apasionaba con lo que hacía. Confesaba que cuando no podía perfeccionar una oración le entraban palpitaciones cardiacas. Un pasaje de quinientas, o mil, palabras podía llevarle hasta un mes para concluirlo. Escribir era para él tan angustioso como escalar una afilada escarpa, ganando cada metro con una trabajosa ascensión.
Babel sostenía que no tenía imaginación, que era incapaz de inventar nada; necesitaba autenticidad, tenía que nutrirse con incidentes reales que luego iba transformando. Presenciaba situaciones extremas de la conducta humana y las recogía para convertirlas en literatura. Su olfato especial consistía en saber seleccionar adecuadamente sus muestras de vida.
La brevedad de su obra narrativa no ha impedido que se considere a Babel uno de los escritores más importantes de su tiempo. El laconismo de la expresión, un uso de la ironía que a veces llega hasta lo grotesco y la descripción de paisajes estremecedores y violentos, que mantienen al lector en constante estado de tensión, son las características más sobresalientes de su escritura. Su maestría estilística permite que sus imágenes expresionistas no sean mero ornamento, sino que resulten fundamentales para internarse en la psicología de sus personajes.
Cultivó además, el teatro: El ocaso (1928), una obra de carácter simbólico, y María (1935), el drama de las familias burguesas que, incapaces de comprender y aceptar la revolución, se desintegran. En su búsqueda de nuevas formas de expresión, Babel se dedicó al cine, llegando a escribir guiones cinematográficos para filmes de Alexander Dovzhenko, Sergei Eisenstein y Grigori Alexandrov. Pero, al no lograr insertarse en el clima cultural estalinista, a pesar de gozar de un breve período de inmunidad gracias a su posición de compañero de viaje, prefirió encerrarse en el más absoluto silencio. En 1939, en el marco de las purgas de Stalin, Babel fue fusilado por supuesta tenencia de manuscritos confidenciales. Con la detención de Bábel y su aniquilación a manos del NKVD se truncó dramáticamente uno de los mayores talentos literarios del siglo y nunca sabremos cuántas páginas se le arrancaron a ese libro, ya que no se recuperó la producción de sus últimos años, que según los registros fue confiscada. El escritor “más parecido a Chéjov que tuvieron los soviéticos, según su mayor especialista, el académico israelí Efraim Sicher, demostró su habilidad para condensar un universo entero con el colorido sensual de Chagall y la truculenta clarividencia de Goya. Si de algo se enorgullecía Bábel era de ser el escritor que menos palabras inútiles usaba. Por otra parte, esto lo sumía en un purgatorio creativo con larguísimos procesos de gestación, que le valieron fama de ser un maestro en el arte de incumplir los plazos de entrega para desesperación de sus editores
El juicio a Isaac Babel tuvo lugar en la oficina de Laurenti Beria, el jefe de los servicios secretos. Duró veinte minutos. Por las actas, que ahora se conocen, se sabe que sus últimas palabras fueron: «No soy un espía. Nunca permití ninguna acción contra la Unión Soviética. Me acusé falsamente y me forzaron a acusar a otros. Solamente pido una cosa: ¡déjenme terminar mi trabajo!». A la una y media de la madrugada fue ejecutado.
Isaac Babel fue fusilado el 26 de enero de 1940.
Dr, Mario Burman
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