Después de La Haya: ¿Qué?
Chile obtuvo un triunfo resonante en La Haya, ya que la Corte Internacional de Justicia le dio toda la razón a nuestro país, diciendo que no existía obligación alguna de negociar con Bolivia una salida soberana al mar.
La demanda boliviana tuvo la influencia de Remiro Broton, abogado y activista español, quien buscó por años un oído comprensivo y lo encontró en Evo Morales, y por cierto, si el fallo hubiera sido favorable a Bolivia se hubiesen puesto en peligro casi todas las fronteras actuales del mundo.
El fallo sorprendió a muchos, ya que la Corte al ser parte del sistema creado por las Naciones Unidas después de la Segunda Guerra Mundial tiene objetivos como la paz y no falla siempre, según estricto derecho. Mas aún, su estatuto en el art 38 describe las reglas que se aplican en dos numerales: el primero se refiere a categorías de derecho, pero el segundo le da la facultad de decidir en equidad, y de ahí, fallos tan creativos como el que sufrimos con Perú.
Muchos miraban con escepticismo el resultado, y por transparencia debo decir que yo me inscribía entre quienes tenían temor, de ahí que recibí el fallo con doble alegría.
La pregunta es ¿y ahora qué?
1) Contrariamente a lo que la inmensa mayoría piensa, sigo convencido que Chile debe salir del Pacto de Bogotá.
Lo anterior no significa abandonar la Corte, ya que a ella nos debemos por el solo hecho de integrar la ONU, pero no estamos obligados a acudir. Eso es a lo que estamos condicionados por el Pacto, que diferente a lo que se piensa es solo de algunos países de la región (por ej.
Venezuela, Argentina y Colombia no lo integran) y tanto Perú como Bolivia tuvieron que hacer modificaciones a sus propias leyes para poder llevarnos a juicio. Mas aún, Chile se demoró muchos años en ratificarlo, precisamente por los temores al uso que pudieran hacer países vecinos. Si nos retiramos no pasa nada, ya que estamos obligados solo por un año, y a partir del día 366 ningún país podrá obligarnos a ir, si es que no queremos. Por último, para que se entienda bien: nosotros tenemos un problema pendiente con Argentina, nada menos que por Campos de Hielo Sur, que es la tercera reserva de agua dulce del mundo y que todavía no está delimitado. El punto es que Argentina podría llevarnos obligatoriamente, pero nosotros no. Chile no tiene nada que ganar permaneciendo allí, porque toda nuestra política, tanto exterior como de defensa está basada en tratados y solo ganamos si siempre, como ocurrió ahora, se nos da la razón en un 100%.
2) Lo segundo está relacionado con la reacción de Bolivia quien permanece en la negación, todavía no acata el fallo (solo lo “respeta”), insiste en llamar a la sentencia un “informe”, y juega al empate. Lo de Bolivia no ha terminado ni mucho menos, ya que diferente de Chile, el tema no es jurídico por lo que ningún fallo va a poner fin a su reivindicación.
El problema para ellos es histórico, estratégico, emocional y comunicacional (en lo último han tenido muchos éxitos), por lo que siempre estará presente. Una razón fundamental es su Constitución que le exige a quien esté en el poder la denuncia de todo tratado contrario al interés nacional, figurando el mar por cierto en primer lugar. Además, otros presidentes, aunque sin la virulencia de Evo Morales no han actuado muy diferente. De hecho, quien podría derrotarlo en las próximas elecciones el ex Vicepresidente Carlos Mesa piensa exactamente lo mismo en este punto, tanto que fue el portavoz de Evo en La Haya. Por último, considero que continuarán los juicios (no solo por el Silala, error nuestro), sino por lo que creo es el objetivo final: pedir compensación por lo que ha generado el cobre durante más de un siglo.
3) Como país vecino, siempre será bueno tener las mejores relaciones posibles con Bolivia, pero creo que Chile debiera poner condiciones para toda conversación a cualquier nivel: nombrar embajadores para tener plenas relaciones, no poner sobre la mesa la soberanía, respeto al Tratado de 1904, renuncia a cualquier territorio chileno y modificación del artículo comentado de su constitución. Y ni siquiera conversar con Evo hasta las elecciones del 2019.
Como conclusión, darnos cuenta que el problema no es tan distinto al del Medio Oriente: paz por territorios ganados en guerra y conversaciones que no dan fruto, ya que ambos lados esperan del otro algo que no van a obtener: el ganador que el otro va a olvidar su pretensión máxima para negociar algo satisfactorio para ambos, y el perdedor que la única negociación posible es obtener el 100% de lo que quiere.
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