El nuevo modelo estratégico de la OTAN respecto a China y el escenario Asia-Pacífico
En mi columna del pasado miércoles, señalé que en la Cumbre del G-7 el presidente estadounidense Joe Biden había anticipado la agenda que marcaría el desarrollo de la reunión de la OTAN en España, la que se desarrolló la semana pasada y en donde dos puntos fueron los más significativos, uno el retiro del veto de Turquía al ingreso de Suecia y Finlandia a la Alianza, tras haber acordado los países escandinavos a colaborar con el gobierno de Erdogan en el combate al terrorismo kurdo, y el otro es, adoptar un nuevo modelo estratégico que por primera vez incluye a China y los desafíos que plantea el expansionismo del gigante asiático, involucrando así a la OTAN en el escenario Asia – Pacífico, sin dejar de lado el enfrentamiento con Rusia, pues tanto Moscú como Beijing son fines complementarios, según la óptica de Washington, es por eso que hoy voy a realizar un análisis de este nuevo enfoque geopolítico.
Pues bien, en el marco de un sistema de Defensa Colectiva, cuyos objetivos no es la guerra, sino la disuasión en base a la capacidad nuclear de tres de sus miembros, EE.UU., Francia y Reino Unido, y en la preservación de la paz, la OTAN, en su nueva agenda estratégica apunta a China y su objetivo de hacerse con la hegemonía global, que se exterioriza a través de su visión expansionista, sea utilizando su poder económico ampliando su esfera de influencia construyendo relaciones de dependencia en los países donde ha realizado o espera realizar inversiones, en particular en el sector de los RR.NN. estratégicos, o bien a través de una retórica amenazante, como es el caso Taiwán y su mirada de reivindicación de su soberanía sobre lo que considera su “provincia rebelde”, y sin olvidar, las actividades hostiles en el ciberespacio y la práctica de la desinformación.
De estos puntos señalados, quizás el más preocupante es la Cuestión Taiwán, por dos factores, uno es la figura del actual presidente chino, Xi Jimping cuyo poder dentro de la propia China se podría equiparar al que gozó Mao, y el otro es el exacerbado nacionalismo que quiere resolver la cuestión para las generaciones venideras.
Sin embargo, como alguna vez dije, mientras que Vladimir Putin practica con sus aciertos y errores tácticos en el plano geopolítico el ajedrez, Xi Jimping practica un juego más estratégico, el Go, y por lo tanto, pese a los dos factores antes mencionados, el mandatario chino analiza detenidamente las lecciones que está dejando el conflicto ucraniano.
Este último escenario, no sólo coloca a China en un dilema respecto a Taiwán, sino también a los EE.UU. que hasta ahora ha aplicado una estrategia de dos caras, por un lado presiona a Taipei para que no lleve a cabo una independencia formal que constituiría un motivo de “Casus Belli”, y por otro lado, proseguir con la política de disuasión sobre el gigante asiático para que no lleve a la práctica una reunificación por medio de la fuerza.
No obstante, el presidente Joe Biden, a fines de mayo ppdo., ratificó los compromisos de EE.UU. respecto a la seguridad de Taiwán, lo que nos abre un interrogante, ¿Washington se implicaría de manera más directa en un posible conflicto sobre Taiwán, de lo que ha hecho hasta ahora en la guerra de Ucrania?, donde por un lado a provisto de material logístico y armamento a Kiev, además de las sanciones diplomáticas y económicas sobre Moscú, pero que muestra que no se involucra directamente en un conflicto sino existe un compromiso formal.
Pensemos que un posible bloqueo chino a Taiwán como medio coercitivo, implicaría una acción estadounidense de su Flota que podría producir un choque directo entre ambas potencias, pero a la luz de la experiencia del conflicto ucraniano, si se podría producir una “guerra asimétrica”, en donde el rol de Moscú sería adoptado por Beijing y el rol de Ucrania lo ejercería Taiwán, es decir, el ejemplo de cómo un Estado pequeño puede resistir con ayuda importante de terceros países la agresión de una potencia.
Este escenario, obliga al gobierno de Taipei ha adoptar la estrategia de ese tipo de conflicto para enfrentar una agresión armada de China, lo que implica, tal como lo vemos en la guerra ucraniana, a reequipar y reforzar el sector misilístico y de drones.
En el caso del primero, tendríamos que hablar de los de tipo tierra-aire, para neutralizar tanto aviones como misiles chinos para resguardar los sistemas de defensa y comunicaciones, pero también de misiles antibuque para enfrentar el bloqueo naval o las operaciones de desembarco de tropas chinas en la isla, sin olvidar los recientemente anunciados misiles con capacidad de alcanzar la China continental, y cuanto a los segundos, los drones, son tan importantes los ofensivos como los de función de observación e inteligencia, necesarios para neutralizar o anticipar los movimientos del enemigo, pero lo importante es satisfacer las necesidades estratégicas necesarias para afrontar una guerra asimétrica.
Llegado a este punto de análisis, es importante no olvidar el factor que denominamos en RR.II., “Psicología Colectiva”, que es la voluntad del pueblo taiwanés en defender su territorio e independencia, una toma de conciencia que abarca afrontar los sacrificios que conlleva una guerra, como también las acciones de gobierno que implican un esfuerzo presupuestario, que en sintonía con lo expresado por el presidente Biden a los miembros de la OTAN, significa comprometer el 2% de sus PBI en el sector de Defensa, un porcentual que apenas ha alcanzado Taipei últimamente, pero es el sentimiento de resistencia lo esencial para afrontar un conflicto asimétrico.
Sin embargo, pensando en el nuevo modelo estratégico anunciado en la Cumbre de la OTAN, en España, como también que la guerra ha vuelto a Europa, lo que ha puesto punto final a más de tres décadas de paz, parece reabrir una “Nueva Guerra Fría” con dos bloques que se acusan uno a otro de buscar la hegemonía global, uno encabezado por los EE.UU., tras quién se alinean sus aliados de la Alianza y las democracias liberales, entre las que es pertinente señalar en relación al escenario Asia-Pacífico, a Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda, las que fueron invitadas a la Cumbre, y por otro, el bloque que lideran China y Rusia, tras quienes se alinean las autocracias y regímenes dictatoriales, por nombrar algunos, Corea del Norte, Irán, Siria, Cuba, Venezuela, Nicaragua y otros países donde la actividad e influencia de Beijing y Moscú, sea por coerción, por operaciones híbridas o por importantes inversiones, por el caso en el África, y alguno que otro país latinoamericano, que lo dejo a la deducción de cada uno de ustedes.
En fin, se podrá debatir en cuanto a encuadrar el escenario actual de “Guerra Fría” o no, pero lo que es indudable que el documento firmado por los líderes reunidos la semana pasada en Madrid, España, en el marco de la Cumbre de la OTAN, ha provocado un verdadero cimbronazo en las RR.II., pues se ha definido un modelo estratégico que reafirma la unidad de la Alianza Atlántica y delinea la estrategia militar para el próximo decenio, y que más allá de la amenaza declarada de Rusia, amplía el escenario geopolítico reflejando la competición de fondo con China, considerándola como un adversario sistémico.
Finalizando mi columna, habrá quienes criticarán lo decidido por la OTAN de revivir la lógica de la Guerra Fría, aduciendo que ya no existe el Pacto de Varsovia ni la URSS y que la Alianza se siguió expandiendo al Este, una realidad innegable, pero que no justifica de ningún modo la violación del territorio y la soberanía de Ucrania por Moscú, y para quienes sindican a China como un desafío por sus políticas coercitivas y expansionistas, más allá que Beijing acusa a la OTAN de buscar repetirle escenario de la Guerra Fría, lo cierto es que las implicaciones para la política internacional como para la nacional, no olvidemos que Argentina desde el año 1998, durante la presidencia de Carlos Menem, posee el status de “Aliado Extra-OTAN” y ninguno de los gobiernos que le siguieron renunciaron formalmente a dicho status, más allá de los coqueteos de los gobiernos de los Kirchner con China y Rusia, por lo tanto no debe tomarse a la ligera y obliga a un serio y profesional análisis, por eso más que nunca quiero recordar ese axioma de las RR.II., “…no hay amigos ni enemigos permanentes, sólo intereses permanentes…”.-
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