En el Día Internacional de la Mujer, un homenaje a Sol, Stefania y Else
Por Yehuda Krell
La jornada del 8 de marzo ha sido institucionalizada por las Naciones Unidas como el Día Internacional de la Mujer, fecha en la que se conmemora la lucha de la mujer por su participación plena dentro de la sociedad, y lograr un desarrollo íntegro como persona.
La historia del pueblo judío ha dado excelentes muestras de mujeres, que en diferente épocas, desafiaron con coraje y valentía al poder y la comunidad para luchar por sus derechos y por una sociedad mejor. Son mujeres de la talla de: Solica ‘Sol’ Hachuel, Stefania Vilchinsca, o Elizabeth ‘Else’ Lasker-Schüler, ente muchas otras destacadas.
‘Sol’ Hachuel, era una bella jovencita judía quien murió decapitada públicamente en 1817 en Tanger, Marruecos, a la edad de 17 años, por haber rechazado casarse con el Califa, contra su voluntad y la obligación de una previa conversión al islam. Ni el encierro y la tortura, los juicios humillantes, ni los ruegos de su pueblo en acceder a la demanda del gobernante, modificaron su actitud. Ante su verdugo dijo: ‘Judía nací, judía deseo morir’, su pueblo la bautizó ‘Sol Hatzadiká’ (la justa).
Stefania Vilchinska, quien el 5 de agosto de 1942 marchó junto al maestro Janusz Korczak y doscientos alumnos del orfanato del gueto de Varsovia hacia el tren que los llevó a las cámaras de gas de Treblinka, en las que todos murieron. Stefa pudo haberse salvado, era una brillante docente del método de Montessori que dedicó su vida a la educación. Pero por su compromiso y abnegación, consideró que su destino era el de sus alumnos, ella es una más de las muchas educadoras judeo polacas que silenciosamente mostraron el camino de la resistencia contra la opresión y el totalitarismo durante la Shoá.
Quiero extenderme en ‘Else’ Lasker-Schüler, una renombrada escritora, poetisa, pintora alemana, nacida el 11 de febrero de 1869 en Elberfeld (hoy Wuppertal). Perteneció a una familia judía acomodada, de banqueros e intelectuales. Si bien su vida estuvo señalada por tragedias familiares, a los 25 años se casó con el médico Berthold Lasker Jonathan, hermano del famoso campeón mundial de ajedrez Emanuel Lasker. Cansada de la vida burguesa y de un rol secundario, decidió vivir un estilo de vida bohemio, en el que se unió y separó de varias parejas, para esa sociedad y esos tiempos, todo un desafío.
Else produjo una obra importante compuesta de poemas, poesía expresionista, obras de teatro, cartas, y numerosos dibujos. En su poema ‘Mein Volk’ (Mi pueblo) cantó su amor por el pueblo judío, con ilustraciones suyas que acompañan los textos. Los críticos afirmaban que sus composiciones poéticas encierran una metáfora rica y evocadora que describe sentimientos como el amor, la tristeza o la difícil existencia del pueblo judío. Esta temática se encuentra en las ‘Hebräische Balladen’ (Baladas hebreas), que contribuyeron a desarrollar su fama como escritora judía.
Sus poemas fueron publicados en varias prestigiosas revistas, en 1932 le otorgaron el premio literario más prestigioso de Alemania, el Kleist-Preis, y paradójicamente, un año más tarde, sus libros se incluyeron en la lista de libros prohibidos del nazismo. La escalada del nacionalsocialismo, más las amenazas y los ataques violentos del partido nazi hacia su persona, le hicieron temer por su vida. Lasker-Schüler se refugió temporalmente en Zurich, Suiza, pese a todos sus intentos se le negó cualquier posibilidad de trabajar y de tener un refugio seguro. Para los suizos, Else era demasiado moderna y conflictiva, por lo tanto, sus condiciones de residencia eran temporales, siendo obligada a mudarse continuamente de lugar. Justamente, el tema de la persecución de los judíos es el tema central de su última obra teatral ‘Arthur Aronymus, Die Geschichte maines Vaters’ en el que refleja la soledad del exilio.
A pesar de su enorme prestigio, su nacionalidad alemana fue revocada, en 1939 viajó a Israel y debido al estallido de la Segunda Guerra Mundial se le imposibilitó el regreso a Europa. Lasker-Schiller se radicó en Jerusalén, pero su estilo de vida bohemio, su moda excéntrica y su carácter rebelde, fue motivo de burla de colonos e intelectuales de aquel entonces. Entre los años 1942 y 1944, creó y dirigió, junto a Martin Buber, un salón literario llamado ‘Kraal’, en cuya sala se realizaban lecturas de literatura y conferencias sobre filosofía y religión, brindados por ella y por intelectuales de Jerusalén de ascendencia alemana. Siempre fue muy generosa con los vulnerables, gastó todo el dinero que poseía, sus amigos cuentan que había días que no podía pagar un lugar para vivir ni adquirir los alimentos necesarios.
Sus días en Jerusalén fueron difíciles, de sufrimiento y desamor, aunque nunca dejó de trabajar. Después de un infarto, murió el 22 de enero de 1945, fue enterrada en el cementerio Guetsemaní del Monte de los Olivos. Pero con la división de Jerusalén en 1948, su tumba se había perdido, ya que ese sector quedó bajo administración jordana. Después de la reunificación de la ciudad, encontraron la lápida con su nombre a la vera de una carretera, presumiblemente el sepulcro quedó cubierto por la capa de pavimento de esa autovía. Finalmente, sus restos fueron recuperados y se colocó una nueva lápida en el lugar de su tumba. En el bosque de Jerusalén, muy próximo a Yad Kennedy, se levanta una hermosa escultura moderna denominada un ‘Ángel para Jerusalén’, en honor a Else Lasker-Schüler.
*Yehuda Krell es profesor de Historia Judía graduado en el Instituto Superior de Ciencias Judaicas, Bs. As., y profesor en Educación Judía con especialización en Historia Judía para niveles Medio y Terciario del Ministerio de Educación de la Argentina. Realizó estudios de posgrado en Israel.
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