León Wasserman un Quijote al que se le debe la plaza Embajada de Israel
A partir de la editorial del último viernes 17 de marzo, con motivo del aniversario trigésimo primero del atentado a la Embajada de Israel en Buenos Aires, y de lo comentado respecto al rescate por parte del empresario León Wasserman, del predio donde se encontraba la sede diplomática, que había sido vendido para desarrollar ahí un apart hotel y que llevó al empresario a una debacle absoluta, dialogamos con el periodista, Claudio Goldman, director del programa Emet, la verdad de la gente, que conoce los pormenores de lo acontecido.
Esto señaló Goldman en Radio jai:
“Cuando encaró (Wasserman) esta patriada el proyecto original se llamaba Tikvá que incluía una plaza seca donde hoy está la plaza y en donde está la pared de los vestigios de la embajada, un centro cultural judío o centro cultural israelí o judeo-israelí”, señala.
“Cuando León se enteró que Israel había vendido el terreno para la construcción de un apart hotel se indignó muchísimo y salió al rescate. Dijo que esto no podía quedar así, por la memoria de los muertos y lo que pasó allí. Habló con muchos empresarios y dirigentes comunitarios que según él se habían comprometido a que lo iban a ayudar económicamente en ese proyecto de centro cultural”. Él, (Wasserman), comprometió su patrimonio y convenció a los que lo habían comprado para hacer el Apart Hotel de venderlo y que el destino que debía tener no fuera un emprendimiento comercial. Los convenció, puso la plata que había que poner (unos U$9.000.000) y cuando llegó el momento de ir a pedir a todos los que le habían prometido, se encontró con que prácticamente todos, o todos, le cerraron las puertas”.
Goldman recuerda la primera entrevista que le realizó hace muchísimos años. Señala, tenía un encono especial con Rubén Beraja (a la sazón presidente de la DAIA y Banco Mayo), lo que lo hace pensar que fue antes del 1998, antes de la caída del banco. Nadie le dio nada. Algunos dicen que él entendió lo que quiso, le dieron una palmada en la espalda y le dijieron adelante pero que nadie se comprometió a aportarle fondos. Él (Wasserman) siempre juró y perjuró que no es ningún estúpido y que si le dicen que le van a aportar económicamente, es económicamente. No se va a equivocar en eso, señala el periodista.
“Leivi, (así le dicen los amigos), era una persona de un muy buen pasar, de una posición muy sólida, de un corazón extraordinario, muy generoso, un dandy, acostumbrado a la buena vida y quedó con todo lo que puede tener una persona, su familia, sustento, salud y psiquis, comprometido o perdido”.
En marzo del 2001, (Wasserman) estaba muy contento porque había logrado que la ciudad de Buenos Aires se hiciera cargo del mantenimiento de la plaza, ya que hasta ese momento, 2000-2001, 8 años después del atentado esto también seguía bajo su responsabilidad. En ese año, el gobierno de la ciudad asumió el compromiso y se hizo cargo de la plaza.
“Si uno piensa en el atentado a la embajada, fuera de las víctimas, hay algunas personas a las que se les debe mucho, podría poner en el podio a Carlos Susevich (padre de Graciela una de las víctimas), si no estuviera Leivi a Jorge Cohen (sobreviviente) y sin duda no puede no estar León Wasserman“.
Afirma Golman, “yo digo que Leivi es un Quijote moderno, quijote del siglo XX casi XXI, perdió prácticamente todo y se sacrificó por rescatar ese predio y prácticamente nadie se lo reconoció salvo contadísimas personas y de hecho cuando comienza a protestar por lo que sucedió es que le cerraron las puertas de las instituciones e incluso de la embajada de Israel que en algunos años no le permitían a él mismo entrar a la plaza. Yo recuerdo un episodio hace unos años en el que él se fue a los gritos en la mitad o a poco de empezar el acto (de recordación) porque no le dejaban entrar en la plaza. Me alegró verlo este viernes con su hijo en la plaza. Así que en algún momento esto se revirtió. Hubo una movida también de familiares y sobrevivientes que sí lo reconocían. Yo recuerdo, señala Golman, algún discurso allá a lo lejos en que lo nombraron puntualmente, pero fue absolutamente afectado por esta situación, abandonado y maltratado. El Establishment tanto comunitario como de Israel y la embajada lo abandonaron. Si él no habría protestado (claro vale conocer su calvario), sería en la comunidad un Shimón Peres o no sé quién, pero como protestaba por lo que le hicieron, lo ralearon.”
A modo de síntesis el periodista afirma “Es un gran Quijote, ninguneado por el establishment comunitario e israelí. Cuando alguien molesta, lo que no es políticamente correcto no va y él en algún sentido, no como las víctimas, ni los heridos o familiares, es una víctima, no del atentado… pero si de la comunidad”.
Escuche la nota completa.
- A 31 años del atentado a la Embajada de Israel, un homenaje a León Wasserman, la otra víctima
- “La atención médica y psicológica la tuvimos que hacer por nuestro lado” Jorge Cohen, sobreviviente del atentado a la embajada de Israel
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