El inicio del fin de Bibi: crónica de una muerte anunciada
Un retroceso vergonzoso
Por Esteban Silva, para Radio Jai
Es difícil definir desde dónde comenzar el relato que inicia mi columna de hoy. Tal vez desde las épocas de restricción a la libertad religiosa en el Israel otomano, o a la última vez que el Histadrut y los empleadores decidieron paralizar juntos el país, durante el Mandato Británico; podría también hablar de la polarización que provocaron los Acuerdos de Oslo, que concluyó con el asesinato del primer ministro Yitzhak Rabin, o a la “bravuconada” de Ariel Sharón que nos deparó una Segunda Intifada y el retroceso del Estado judío en la primera década de este siglo. Podríamos también haber hablado del surgimiento de Benjamín Netanyahu, el estadista que modernizó Israel durante los últimos 20 años, o de su ocaso frente a una coalición que lo apartó a cualquier costo; de las divisiones de la derecha liberal que llevaron a Netanyahu a buscar a sus antiguos opositores (los partidos haredim) para formar un gobierno.
Pero hablar de cada uno de estos acontecimientos nos llevaría, indudablemente, a considerar que todos los límites mencionados se han roto la noche del domingo. Apenas saliendo de Shabbat y en el albor del inicio de semana, Netanyahu despidió al ministro de Defensa, Yoav Galant, por pedir públicamente una pausa al despropósito judicial del que está siendo partícipe la coalición de gobierno por razones de seguridad nacional. Hoy, 27 de marzo, el Sindicato de Trabajadores de Eretz Israel (Histadrut), los trabajadores del Aeropuerto Ben Gurión, numerosos batallones de reserva de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), las pujantes hi-tecs del sector tecnológico, las universidades, las escuelas y los ciudadanos organizados han paralizado el país entero exigiendo el fin de una locura que inició hace ya mucho tiempo, pero que ha sobrepasado sus límites lógicos en las últimas semanas con un gobierno que directamente ha decidido darle la espalda a las calles.
De espalda al pueblo: un falso diálogo y el despropósito parlamentario
Tan solo al inicio de la semana, el gobierno decidió rechazar públicamente la llamada “reforma alternativa” presentada por el presidente Yitzhak Herzog. “Desafortunadamente, los cambios presentados por el presidente (su compromiso sobre la reforma judicial presentado el miércoles) no fueron acordados por los representantes de la coalición. Las secciones clave del esquema que presentó solo perpetúan la situación existente y no brindan el equilibrio requerido entre las ramas del Gobierno israelí. Esta es la desafortunada verdad”, le respondió Netanyahu al presidente.
El plan de Herzog era que el comité de selección incluyera tres ministros, el presidente del tribunal superior, dos jueces y dos funcionarios públicos que podían ser designados tanto por el presidente del Tribunal Supremo como por el ministro de Justicia (respecto a la reforma, previamente explicada en este mismo medio).
Cuando presentó el proyecto, el presidente dijo que el esquema era un camino “dorado”. Y aseguró: “reúne de manera adecuada, decente, equilibrada y constructiva las percepciones, creencias, preocupaciones y preocupaciones. Refleja el mayor espacio de acuerdo y terreno común. Mi compromiso no es del presidente, sino del pueblo”. Sin embargo, tanto las voces pertenecientes al Likud como a sus aliados consideraron públicamente que existían puntos de no negociación.
Netanyahu denunció un supuesto acoso político en contra de su esposa Sara, el mismo día que debió salir escoltado en un helicóptero para viajar hacia Italia a reunirse con la primera ministra Giorgia Meloni, de tendencia ultraderechista. En medio de su gira europea, el hombre fuerte del gobierno israelí esgrimió sus argumentos ya conocidos: la “amenaza iraní” y “asuntos importantes de seguridad nacional”. En el cénit de la crisis nacional, “Bibi” voló a Berlín y Londres mientras el país permanecía internamente bloqueado.
Por su parte, la mayoría parlamentaria votó durante la semana la abolición de la Ley de 2005 sobre el desmantelamiento de asentamientos en Cisjordania. La mencionada ley, aprobada durante el gobierno de Ariel Sharón, evacuó 4 asentamientos israelíes en la Zona A del territorio palestino, considerados en peligro de violencia; estos serán repoblados, con el aval de la coalición que impera en la Knesset. Otro grupo de parlamentarios ultraortodoxos aliados del gobierno liderados por Moshé Gafni (presidente de la Comisión de Finanzas de la Knesset) y Yaakov Asher, presentó un proyecto de ley para prohibir la profesión abierta de la fe cristiana, considerando ilegal todo tipo de difusión religiosa de este credo en todo tipo de espacios (digital y físico, público y privado), en una especie de mordaza directa a los cerca de 200 mil ciudadanos israelíes que practican esta creencia, y dejando una puerta abierta a la censura de otras minorías religiosas como la fe islámica o la comunidad drusa. El menudo escándalo internacional llevó al propio Netanyahu a declarar que no se aprobaría ningún proyecto con respecto a los cristianos. Por último, la insistencia de la Knesset ha permitido ayer domingo que Aryeh Deri, líder del partido Shas y declarado “incapaz de asumir el cargo” por la Corte Suprema, asuma como ministro de Desarrollo.
Se están quedando solos
Frente a la necesidad actual de satisfacer a todos, Netanyahu ha perdido aliados importantes en el intento de defender su reforma y salvación. Se sabe de la crisis dentro de su propia coalición: ministros como Yariv Levin (líder del proyecto legislativo), Bezalel Smotrich (ministro de Finanzas) e Itamar Ben Gvir (ministro de Seguridad Nacional, de orientación kahanista) han amenazado con dejar el gobierno si no se cumplen las promesas realizadas por el primer ministro a sus aliados religiosos. Otros ministros, como Nir Barkat (Producción y Turismo) y Miki Zohar (Cultura) han esbozado leves concesiones, mencionando que “la reforma es necesaria, pero no a costa de una guerra”.
Por su parte, el Histadrut (Sindicato de Trabajadores de Israel) hizo un llamado público a una huelga general, en lo que constituye la décimo tercera semana de protestas en todo el país. Arnon Bar David, presidente del sindicato, ha exigido públicamente el fin de la reforma, “antes de que sea demasiado tarde”. A ello se unieron las universidades del país, que han paralizado sus estudios hasta nuevo aviso; la Universidad de Tel Aviv, por medio de su Consejo Universitario, votó el jueves en favor de finalmente tomar posición y unirse institucionalmente a las protestas, de acuerdo a lo mencionado por el rector, Dr. Ariel Porat.
La situación, calificada de “emergencia nacional” por el jefe de la Agencia Judía Doron Almog, también ha traído los temidos estragos en la diáspora. La renuncia del Cónsul de Israel en Nueva York, Assaf Zamir, ha traído una división en el servicio diplomático. A su vez, Shlomo Artzi (uno de los más importantes músicos de la historia del país) ha rechazado el Premio Israel, en pública rebeldía por el contexto político.
Sin embargo, el golpe más importante al engranaje que compone el Estado de Israel se ha dado en el campo económico: el Aeropuerto Ben-Gurión y el puerto de Haifa, los dos principales canales comerciales y de transporte del país, se han declarado en huelga. El país permanece incomunicado hacia el mundo en protesta contra los excesos del primer ministro, y numerosos batallones de reservistas han decidido no acatar la convocatoria para asumir la seguridad en las calles.
Por su parte, los hooligans de La Familia (hinchada del Beitar Jerusalén y considerados la fuerza de choque del Likud) vienen amenazando contrarrestar las protestas con violencia en las calles, provocando que la huelga general se despiste y genere enfrentamientos en la vía pública.
A modo de conclusión
Como advertí previamente en este mismo medio, Benjamín Netanyahu ha llevado a la sociedad israelí a un estado permanente de polarización. Sin embargo las calles hablan, y están dictaminando el rechazo casi unánime a las artimañas que pretenden desmantelar el sistema democrático y liberal que ha regido al país desde su fundación, y bajo los cuales se construyó el moderno Estado Judío.
Algo que se está perdiendo en el debate público es que todo lo que viene sucediendo, más allá de la configuración social, se debe a que el primer ministro no quiere enfrentar la cárcel por corrupción. En cualquier otro país (democrático, por supuesto) se estaría llamando a su renuncia; sin embargo, la débil y deslegitimada oposición política israelí pretende negocial con un grupo de políticos que evidentemente la desprecia.
Benjamín Netanyahu, el “Rey Bibi”, quien supo ser un gran líder de Israel, ha decidido terminar su carrera política convertido en un autoritario paranoico dispuesto a pactar con el fascismo, destruyendo todos los consensos básicos, quebrando al país social, política y económicamente con tal de obtener impunidad.
A puertas de la conmemoración de la alegría de la libertad en la fiesta del Pésaj, el pueblo se rebate en las calles en la defensa de su tierra. Crónica de una muerte anunciada.
Esteban Siva es Politólogo, Master of Arts en Estudios Migratorios por la Universidad de Tel Aviv (Israel).
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