Bielorrusia con armas nucleares

El régimen de Lukashenko se ha ido transformando aceleradamente en un estado vasallo de la Rusia de Vladímir Putin, sobre todo a partir de las elecciones fraudulentas para su reelección en agosto de 2020 y el consiguiente apoyo recibido desde el Kremlin para sostenerlo frente a manifestaciones masivas y el repudio generalizado. La invasión a Ucrania cimentó esa situación, en la que Lukashenko se siente cómodo pero también inevitablemente atrapado, satisfecho en su jaula. Ahora, como parte de esta situación de país que en los papeles sigue siendo soberano, pero que en la práctica es una pieza más al servicio del Kremlin, será depósito de armas nucleares tácticas rusas. Desde el punto de vista operativo, nada le agrega a Putin, ya que las puede desplegar y utilizar desde el gigantesco territorio ruso, pero es otra señal de provocación hacia la alianza atlántica, y este país limita al norte de Ucrania.

Este tipo de armas nucleares puede tener una capacidad destructiva mayor que las que arrasaron a Hiroshima en 1945. El rango va desde 0,3 a 100 kilotones y están diseñadas para tener un gran poder destructivo en un espacio limitado, como puede ser un campo de batalla específico. Rusia ha venido acumulando unas dos mil armas nucleares tácticas en los últimos decenios, en tanto que la OTAN se ha concentrado más en las armas nucleares estratégicas, de mayor poder destructivo y cuyo propósito es, fundamentalmente, la disuasión.

Las armas nucleares tácticas pueden ser lanzadas desde aviones, con misiles –como los Iskander- o torpedos. En este sentido, el anuncio realizado por Vladímir Putin es que se está entrenando a pilotos bielorrusos para su utilización, así como que en julio estarán listos los almacenes para armas nucleares tácticas en ese país, pero bajo control ruso.

Esta jugada de Vladímir Putin, que él arguye como respuesta a los proyectiles con uranio empobrecido de los que proveerá el Reino Unido a Ucrania, junto a los tanques Challenger 2 que ya están arribando, va en contradicción con el compromiso que le formuló a su par chino Xi Jinping, de no utilizar el arsenal nuclear en esta guerra. Desde Beijing, funcionarios de la República Popular China han llamado a evitar este despliegue en Bielorrusia, porque aumenta la tensión innecesariamente, ya que una escalada de este tipo puede desembocar en una destrucción mutua de las partes en conflicto.

Fue esta la lógica imperante a lo largo de los cuarenta años de la guerra fría, la de la destrucción mutua asegurada y el equilibrio del terror, lo que hizo que los dos bloques en pugna se contuvieran de recurrir a este tipo de armas de devastación masiva.

La primavera boreal se anticipa caliente en lo militar y con fuertes ofensivas terrestres de ambas partes, y es de esperar que no se llegue al infierno atómico en suelo europeo.

Ricardo López Göttig