Iom Hashoá Vehaguevurá-“El animal humano no cambia”
“Las sangres de tu hermano claman a mí desde la tierra”. Así exclama el texto bíblico frente al primer fratricidio de la historia, cuando Caín asesina a su hermano Abel. Desde ese día los ríos de sangre son el principal contaminante de la tierra. Millones de hombres asesinados.
Matanzas, sangre, indiferencia e insensibilidad han sido y son la peor característica del animal humano. La más depredadora de las criaturas.
La Shoá es la cúspide de la barbarie humana, cuando se desarrolló una maquinaria “sofisticada y racional” para eliminar a un pueblo de la faz de la tierra sólo por su simple existencia.
¿Ha cambiado en algo el Ser Humano? mirando la realidad que se da por doquier, podemos afirmar que no.
El antisemitismo es el odio más antiguo que tiene incorporado el animal humano, un problema patológico de los no judíos. Los responsables de combatirlo son sus victimarios. Los judíos como víctimas apenas podemos sobrellevarlo y sobrevivirlo.
Ahora es necesaria otra pregunta. Somos mejores los judíos después de la Shoá?, ese debe ser el desafío para nuestro pueblo y condición. Esa si es nuestra responsabilidad. ¿Somos más sensibles al dolor ajeno, nos comprometemos y accionamos frente a la injusticia y discriminación contra otros?
El monstruo de la fenomenología antisemita, aunque pueda ser contra otros grupos es constitutiva del hombre y los judíos no estamos exentos de esta patología.
Nuestra experiencia de tragedia debería hacernos más sabios y sensibles, pero no siempre ocurre.
Hay judíos nazis, aunque no sea por adscripción al nacional socialismo hitleriano. Cuando un judío discrimina, se cree de una raza superior moralmente, es racista o generaliza, padece la enfermedad.
Hoy vemos a demasiados que frente al conflicto árabe-israelí señalan a todos los árabes o todos los Palestinos como una unidad genérica y homogénea (como hicieron los nazis), olvidando que los seres humanos somos uno a uno, individualidades únicas e irrepetibles.
Los judíos debemos ser mejores que los antisemitas.
Hay mucha energía puesta en combatir el antisemitismo y está muy bien. Sería sabio también poner la misma energía en ser mejores, más empáticos, comprometidos y con eso generar muchos filo-semitas.
Ya enseñaron nuestros maestros que mejor que maldecir la oscuridad es encender una luminaria.
Las sangres de nuestros hermanos siguen clamando desde la tierra. En Iom Hashoá vehagvurá nos siguen convocando a dar respuesta.
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