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El terrorismo palestino se siente impune

En ocho meses de este año, 35 israelíes han sido asesinados por terroristas palestinos, sean de Hamas o Yihad Islámica u otros grupos armados. En todo 2022, 33 israelíes habían sido asesinados por el terrorismo palestino. Es una escalada de casi dos años que Irán alimenta cada vez con más sofisticación armamentista, sabiendo, tanto Irán como los terroristas que los organismos de ONU y gran parte de los medios de comunicación masivos se ocuparán de la reacción de Israel, con la obscena y reiterada frase “uso desproporcionado de la fuerza”, mientras el terrorismo incluso puede llegar a ser apoyado directa e indirectamente cuando gobernantes dictatoriales y muchos electos democráticamente emiten declaraciones grandilocuentes que jamás mencionan a los ciudadanos israelíes masacrados. Peor aún: ante los asesinatos de israelíes en febrero del corriente año, un grupo de israelíes atacó a palestinos queriendo hacer justicia por sus propias manos. Todos los segmentos políticos de Israel condenaron esos hechos; la justicia israelí procesó a varios, pero para el coro internacional fue la oportunidad, ya no de atacar a Israel por rutina, sino de denostarlo, mostrar sus rostros antisemitas, desconocer que fue un acto castigado en Israel como corresponde. No actúan así cuando los palestinos de Gaza celebran con dulces la muerte de israelíes a manos del terrorismo.

Hagamos memoria de este mismo año. En enero, un terrorista asesinó a siete personas que rezaban en una sinagoga de Jerusalén. (Nos resulta inaceptable, aunque sea muy discutible, que se diga que ese tipo de masacres son hechas por lobos solitarios, una figura que existe en muchos lugares del mundo pero que parece ,a nuestro entender, poco acertada cuando se trata de atentados en Israel, donde el asesino ha sido preparado, adoctrinado, entrenado y provisto de armas por una organización, sea cual fuere, de las que operan desde Gaza y desde la Autoridad Palestina). El 26 de febrero, dos hermanos fueron acribillados cerca de Nablus. El 27 de febrero, un estadounidense-israelí que iba camino a una boda fue asesinado cerca de Jericó. El 9 de marzo, en un café de Tel Aviv, fueron ametrallados los que estaban allí; tres heridos graves. El 7 de abril un auto atropelló a transeúntes que circulaban por la rambla de Tel Aviv, matando a un italiano y dejando 5 heridos. El mismo día, dos hermanas israelíes-británicas de 16 y 20 años, fueron ametralladas en una carretera y se salvó la madre de ellas. El 24 de abril, un auto atropelló a todos los que tenía por delante en el mayor mercado de Jerusalén, Majane Yehuda e hirió cinco personas, una de ellas muy gravemente.

Otra vez en una carretera, en una estación de servicio, el 20 de junio, cuatro israelíes fueron ametrallados y varios quedaron heridos. El 1 de agosto mataron a seis ciudadanos en Maale Adumim. El 21 de agosto asesinaron una mujer cerca de Hebrón. Pocos días antes, mientras esperaban que les lavaran el auto, un padre y su hijo fueron acribillados. Y hace muy pocos días, una maestra de 40 años fue asesinada en su auto frente a la mirada aterrorizada de su hija de 12 años que quedó físicamente ilesa. Físicamente, porque es imprescindible preguntarse como se rehace y reconstruye la vida de una niña de 12 años que ve cómo un criminal, vacía su arma en el cuerpo de su madre que muere en el acto.

Hace mucho tiempo que la Autoridad Palestina ha perdido el control en su territorio. La población está descontenta con el corrupto gobierno de Abbas y su pandilla y está a merced de quienes sí han tomado el control allí: Hamas y la Yihad Islámica junto a la policía de Abbas que prefiere venderse a Hamas. Eso ha llevado a que Jenin, Nablus y Hebrón sean de dominio de Hamas, y desde allí se incrementen los ataques terroristas en Israel. En febrero de este año hubo una reunión en Jordania entre la seguridad israelí y la seguridad palestina. La intención jordana fue correcta ya que por un lado intentó poner coto a los grupos terroristas, y por otro, buscar su propia seguridad en sus fronteras. Era obvio que nada iba a salir bien. Los representantes de la Autoridad Palestina no tienen el poder (y probablemente la voluntad) de enfrentarse con Hamas, así que Jordania volvió a cuidar su frontera por su cuenta e Israel a sufrir atentados y responder, tal como sucedió cuando el ejército israelí entró en julio en Jenín. La ONU condenó a Israel, Israel hizo lo que todo estado debe hacer, o sea, defender a sus ciudadanos, y Hamas y otros grupos comprobaron que los crímenes no quedan impunes en el terreno, sólo quedan impunes en las tribunas y los foros mundiales.

Hace dos días, el asesor de la Revolución Islámica de Irán para Asuntos Internacionales, Ali Akbar Velayati, se comunicó con el jefe del buró político de Hamas,Ismail Haniya; con el secretario general de la Yihad Islámica Palestina, Ziad al-Najala, y con el vicesecretario general de Hezbolá,  Naim Qasem. Alí Velayati, ministro de RREE de Irán cuando volaron la AMIA y requerido desde entonces como uno de los culpables del atentado, felicitó a los tres por lo que denominó “las recientes victorias de la resistencia contra el régimen de Israel”, y consideró estos triunfos como un motivo de orgullo para el mundo musulmán y el resultado de la “unidad y solidaridad” entre los grupos palestinos y el Hezbolá libanés. Traducido a la realidad, Irán felicitó a los asesinos de civiles israelíes y eso no lo hizo en secreto sino públicamente, para mostrar que goza de una impunidad total. Las “victorias” son matar mujeres, niños, bebés, adolescentes, transeúntes, turistas. Haniya, un jefe de Hamas que vive lejos de Gaza dijo que “estas victorias se han logrado gracias a la unidad y alineamiento de las naciones amigas, particularmente Irán”. No hay ni ocultamientos ni misterios. Después del crimen contra la maestra israelí este fin de semana pasado, Israel culpó claramente a Irán por la escalada de terrorismo, y por supuesto, los conocidos de siempre sólo ven la reacción de Israel que en 24 horas atrapó a los dos asesinos, y nada dicen de un país que exporta terror sin cortapisas y sin impedimentos. El ministro de Defensa de Israel Yoav Gallant dijo hace dos días que “Israel enfrenta un nuevo embate terrorista, alentado, financiado y guiado por Irán y sus cómplices”.

Hace pocos días, Irán y Arabia Saudita se reunieron con aparente amabilidad. El histórico odio mutuo religioso entre chiitas y sunnitas pareció quedar por un momento de lado. A pesar de que Arabia Saudita ha tenido algún gesto hacia Israel que más parece un gesto obligado por EE. UU. su gran aliado, reunirse con Irán al más alto nivel y por supuesto no saberse nada lo que trataron en realidad y no lo que algún medio pueda especular, ya enciende luces rojas, y especialmente para Israel, porque donde está Irán, está quien desea eliminar a los judíos del planeta. Obvio que, ante encuentros con sonrisas de este porte, Hamas y todos sus cómplices se sienten más protegidos que nunca.

Y entre los cómplices directos de Irán e indirectos de sus brazos ejecutores de terrorismo, están los que callan y otorgan, y los que otorgan. América Latina tiene de los dos. Otorgan las dictaduras que han decidido hacerlo hace tiempo y otorgan los que firman convenios y reciben drones, y dicen que todo eso es con fines pacíficos. Hace unos meses, en una nota de la periodista Jana Beris al politólogo Emanuele Ottolenghi, preguntado si puede haber otro atentado en América Latina como el de AMIA, contestó: “No quiero hacer previsiones y profecías, pero lo que sí sabemos es que durante los últimos años los iraníes directamente, o pasando por Hezbolá, intentaron armar atentados en América Latina: en Panamá en 2011, en Perú en 2014 y más recientemente en Colombia y aparentemente también en Bolivia”. Buen anuncio para los que otorgan, y un manto de oscuridad para los que callan y otorgan.

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