La Polonesa 2.0
Semanas atrás, abordamos la cuestión de ese enclave ruso en el Báltico, Kaliningrado, una verdadera fortaleza rodeada por países miembros de la OTAN, y como esto es, motivo recurrente de crisis y preocupación geopolítica, en particular en esa franja de territorio, llamada el Corredor de Suwalki, que lo separa de Bielorrusia, aliada incondicional de Moscú, y frontera común entre Lituania y Polonia, una Polonia que se proyecta como la nueva potencia en esa región de Europa, y que es precisamente el tema que se abordará a continuación.
Polonia tiene una larga historia, con sus miserias y sus glorias, que se remonta a mediados del siglo X con el reinado de Mieceslao, para más tarde constituirse en el Reino de Polonia, hasta el 1569, que se asocia al Gran Ducado de Lituania, conformando la Mancomunidad Polaco-lituana, que colapsó en 1795, siendo repartido su territorio entre los imperios ruso y austrohúngaro, y el Reino de Prusia, y recién tras la 1ra. Guerra Mundial, Polonia recuperó su independencia, por poco tiempo, ya que en septiembre de 1939, fue invadida y ocupada por la Alemania nazi.
Durante la ocupación alemana, Polonia fue el mayor escenario del Holocausto judío, como también de actos de heroísmo, el levantamiento del ghetto de Varsovia, entre abril y mayo de 1943, y más tarde, de agosto a octubre de 1944, el alzamiento de toda Varsovia, un período donde la población polaca, mayoritariamente católica, protagonizó eventos loables para salvar la vida de miles de judíos, pero también acciones miserables motivadas por un sentimiento antisemita o por simple codicia, y son las luces y sombras de ese período de la historia polaca.
En 1944, el ejército soviético “liberó” a los polacos de la ocupación nazi, dando lugar a un gobierno provisional, que para 1952, se convirtió en la República Popular de Polonia, un estado satélite de la URSS., hasta que a finales de la década de los años 80, ya a punto de colapsar el imperio comunista, cae el gobierno marxista polaco y se conforma la 3ra. República.
A partir de entonces, Polonia es una república democrática unitaria, con 16 regiones o provincias o voivodatos, con forma de gobierno, parlamentario, con una población de aproximadamente 40 millones de habitantes y un territorio de más de 312 mil km2.
Ahora bien, durante el período en que Polonia fue un satélite de la URSS, la economía estuvo estancada, si tomamos como referencia su PBI, para la década de los años 50, era casi el mismo que el de España y Portugal, y mientras estos dos países iban evolucionando lentamente, pero de forma positiva, Polonia entre 1960 y 1990, no evolucionaba, sin embargo tras el colapso de la URSS, la economía polaca no ha parado de crecer.
Recordemos, que durante el período bajo influencia soviética, no existían empresas privadas y las tierras pertenecían al Estado, la economía era dirigida y en función de los intereses y necesidades de Moscú, no se tenía en cuenta el beneficio económico polaco, por el caso, los salarios estaban fijados por el Estado sin importar la cualificación o productividad, y por supuesto la inexistencia de competencia, sólo se buscaba, cumplir las cuotas de producción y no la calidad de la misma.
Esta economía de planificación estatal y centralizada, no sólo provocaba escases de productos, sino también, prácticamente una economía paralizada.
A partir de la década de los 90, Polonia comenzó su crecimiento económico a altas tasas, pero debió enfrentar el desafío de pasar de una economía estatal-centralizada, a una capitalista de libre mercado, y en éste punto está la diferencia en como encaró Polonia dicha transición, respecto a otros países del ex bloque soviético, e incluso de la misma Rusia, pues en estos, las reformas implementadas no tuvieron los resultados esperados, ya que las privatizaciones se llevaron a cabo de manera poco transparente y aceleradamente, lo que derivó en que las ex empresas estatales pasaran a manos de oligarcas con fuertes relaciones políticas, tal los casos de Ucrania y Rusia, todo dentro del caos de la disolución soviética.
Por el contrario, en Polonia, las privatizaciones se llevaron a cabo de manera gradual y transparente, y cuando las instituciones, en particular la Justicia, estuvieron fuertes para encarar y perseguir la corrupción, prácticamente el proceso de privatizaciones comenzó en 1996, cuando Polonia era económica y políticamente más estable.
Se puede afirmar, que el “padre de la criatura”, fue el entonces ministro de economía, Leszek Balcerowicz, quién contó con el asesoramiento y ayuda del economista estadounidense, Jeffrey Sachs, aplicando una terapia de shock, con la creación de mercados de capitales, la bolsa de valores, una moneda convertible, se eliminaron los controles de precios y se redujeron drásticamente las subvenciones estatales, de esta manera, con la consolidación de una economía de mercado, en el 2004, Polonia logró su ingreso a la UE.
Las consecuencias su ingreso, fueron positivas, es así que tuvo acceso a un mercado de más de 450 millones de personas, se amplió el mercado laboral polaco con empresas extranjeras que se trasladaron a Polonia por la oferta de mano de obra más barata, pero además también comenzó a crecer la actividad empresarial nacional, y por otra parte, los fondos que comenzó a recibir de la UE, fueron aplicados al desarrollo de infraestructuras, de manera eficiente, todo lo cual, ha posibilitado que en el presente, el nivel de vida de los polacos, sea similar a los de España, Portugal e Italia.
En pocas palabras, Polonia ha vivido una fabulosa transformación, pues avanzó más que otras economías europeas, incluso con índices comparados, supera en rapidez a los Tigres Asiáticos, su crecimiento económico no se ha detenido en tres décadas, y es el más prolongado en la historia moderna de Europa, y se está convirtiendo, poco a poco, en un centro tecnológico, pues tras años de fuga de talentos, hoy profesionales altamente cualificados, eligen como destino Polonia, y es en la actualidad, la reserva de ingenieros más alta de Europa, todo lo cual indica que según las proyecciones, la economía polaca superará a la del Reino Unido en el 2030.
Además, se ha convertido en un aliado más confiable para los EE.UU., que Francia y Alemania, pues es una fuerte opositora a las políticas revisionistas de Rusia, junto al Reino Unido.
Es por esto, que ha iniciado el proceso de modernización y ampliación de sus FF.AA., que encuentra sus razones, tanto en su pasado histórico marcado por las invasiones y ocupaciones extranjeras, como también, a partir de la guerra en Ucrania.
Es así, que Varsovia ha incrementado su gasto militar e inversiones en el sector defensa, tal como lo representa el 4% de su PBI para este 2023, el doble de lo exigido por la OTAN, de la cual es miembro desde 1999, y acordó nuevos contratos militares, por el caso, 1000 tanques K2 a Corea del Sur y 250 Abrams a los EE.UU., lo que convertirá a Polonia en la mayor fuerza blindada europea, además debemos sumar, más de 30 cazas F35 y un centenar de helicópteros Apache a los EE.UU., y medio centenar de aviones de combate FA50 a Corea del Sur, junto con un arsenal de misiles por u$s. 10.000 millones, y duplicará el numerario de sus efectivos, previendo llegar a los 300 mil para finales de esta década, por lo que la ubica como la mayor potencia militar de Europa en cantidad de combatientes, y en este sentido, la sociedad polaca tiene una actitud positiva, por la valoración hacia sus FF.AA.
Asimismo, el conflicto ruso-ucraniano, ha revalorizado el peso geopolítico de Polonia, por el caso, la línea ferroviaria que une Varsovia con Kiev, es la principal conexión de Ucrania con el resto de Europa, por donde se transportan pertrechos militares, sanitarios, humanitarios y personas, casi 10 millones de ucranianos cruzaron la frontera, de los cuales unos 2 millones ya se les dio el status de refugiados, pero también dignatarios, como lo hizo el presidente Joe Biden en su visita a Kiev, y no olvidemos que eligió Varsovia para dar su discurso al cumplirse el primer año de guerra.
De cierta manera, el escenario de la UE está cambiando a consecuencia del citado conflicto, y coloca a Polonia en un rol más importante y más responsable, lo que se podría describir, como un desplazamiento del eje estratégico de la UE, por el ejemplo, relanzar el Proyecto Intermaris, que involucra a países de Europa Oriental, liderado por Varsovia, y que va desde las tres repúblicas bálticas, es decir, del noroccidente europeo, y se desplaza a las cuencas del Adriático y del Mar Negro, lo que involucra a Ucrania, Rep. Checa, Eslovaquia, Hungría, Rumania, Bulgaria, Eslovenia y Croacia.
Por su parte, la relación entre Varsovia y Bruselas es bastante mala, pues desde el 2005, el partido gobernante, Libertad y Justicia, de perfil conservador, nacionalista y ultracatólico, ha llevado a la UE a abrir investigaciones acerca de las políticas gubernamentales aplicadas en el control de medios, la prohibición del aborto, la discriminación al colectivo LGTB, el rechazo a la inmigración y por colocar a los tratados europeos por debajo de la Constitución polaca, lo que ha motivado congelar fondos de la UE a Polonia por casi 35.000 millones de euros, destinados a la recuperación de la pandemia del Covid19.
También, han ocurrido cortocircuitos entre Varsovia y Berlín y París, por las posiciones adoptadas en relación a Moscú, que en parte se debe a la historia vivida por los polacos, que ha provocado un sentimiento ruso fóbico por un lado, y de desconfianza de Alemania y de la ambigüedad geopolítica de Francia, y ese sentir, es aprovechado por el partido gobernante para incentivar el euro escépticismo, y ve en los EE.UU, a un aliado confiable, quizás por esta razón, Polonia cuenta con la mayor cantidad de soldados estadounidenses en Europa Oriental, y ha firmado acuerdos bilaterales para el desplazamiento conjunto en al menos 9 bases, lo que ratifica la condición de Polonia de constituirse en el eje de la OTAN en aquella región, que recordemos tiene fronteras con Kaliningrado y con Bielorrusia.
Por otra parte, el conflicto ucraniano ha afectado al Grupo de Visegrado, una alianza de países de Europa Oriental, nacida en 1991, y constituida por Polonia, Rep. Checa, Eslovaquia y Hungría, y que desde el 2015 era el bloque más opositor a las políticas de la UE, en particular las relacionadas con las inmigraciones, pero hoy hay un cortocircuito entre Varsovia y Budapest, ya que esta última, está por el diálogo con Moscú, y se opone a las sanciones económicas contra Rusia, y esto está en las antípodas de la visión polaca.
Sin embargo, los ingresos de Suecia y Finlandia a la OTAN, con una visión similar a la de Polonia respecto a Rusia, apuntalan el rol de Varsovia y ayudarían en el relanzamiento del citado Proyecto Intermaris o de los Tres Mares, que daría lugar a un bloque económico en Europa Centro-Oriental, a través del gasoducto Polonia-Croacia, la autopista “Vía Carpathia” que se extendería de Lituania, pasando por Polonia, atravesando el crítico Corredor de Suwalki, luego hacia el sur, hacia Eslovaquia, se bifurca en Rumania, un tramo hacia el Mar Negro y otro seguiría hasta Bulgaria, y por último, el llamado Corredor Báltico-Adriático, desde la costa báltica de Polonia hasta la costa norte del Mar Adriático, en Eslovenia y Croacia, proyecto que en el 2022 admitió a Ucrania como país socio, y al que se uniría también Finlandia, en síntesis, esto constituiría un eje geopolítico y geoeconómico vertical.
Finalizando la columna, Polonia ahora está a las puertas de las elecciones parlamentarias, el 15 de octubre del 2023, lo que podría dar lugar, a mantener la visión y posición de Varsovia de hoy, o esto podría cambiar , en caso que ganara el partido opositor, Plataforma Cívica, de centro, liderado por el ex presidente de la Comisión Europea, y pro-europeísta, Donald Tusk, y según sondeos podría pelearle la mayoría al actual partido gobernante, que lo obligaría a buscar una coalición con Libertad e Independencia, partido de extrema derecha, por esta razón, más que una frase de cierre, cabe la reflexión que todo estará en manos de los propios polacos, en sintonía a una Polonesa 2.0
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