Reflexiones del Rab Yerahmiel Barylka
הוֹי כּ י גָדוֹל ה יּוֹם ה הוּא מֵ א י ן כָּ מֹהוּ וְעֵ ת־צָ רָ ה ה יא לְ י עֲקֹב וּמ מֶּ נָּ ה י וָּשֵׁ ע : )ירמיהו פרק ל(
¡Cuán grande es ese día!, tanto, que no hay otro semejante a él; tiempo de angustia para Jacob; pero de ella será librado!
Queridos hermanas y hermanos, ¡shalom!
Escribo el quinto día de esta guerra, en la que fuimos atacados infamemente.
Todavía me resisto a creer lo que veo, leo y oigo. La realidad objetiva dejó de existir. No hay racionalidad.
No puedo aceptar que hijos de Adán y Eva pudieron ser capaces de crueldad semejante.
Cientos de personas fueron asesinadas en sus hogares, y 260 jóvenes,
mientras participaron en una reunión de música. Sádicos los torturaron con crueldad indescriptible sin distinguir el sexo y la edad de las víctimas únicamente por ser judíos. Fueron asfixiados, degollados, quemados vivos.
No hay israelí que no conozca a algunos de los asesinados, heridos, tomados rehenes. Son familiares, vecinos, alumnos, compañeros de estudios o de los rezos en la sinagoga.
El luto nos envuelve. El dolor nos desgarra.
No tenemos palabras de consuelo ni desahogo. Las lágrimas ruedan por las mejillas sin pedir permiso.
La distancia de las autoridades nacionales de su deber es aminorada por los voluntarios jóvenes y viejos. Pero no es suficiente. Esperamos mucho más de ellos.
Muchos se autoconvocan para ayudar solidariamente de todas las maneras posibles, incluso excavando las fosas que servirán de eterno descanso para quienes ya no están con vida.
Es imposible ocupar el lugar del otro, porque lo que sufrieron es inenarrable.
No podemos confiar en las promesas de ayuda de quienes están más preocupados por ver sus ombligos que intentar siquiera comprender la ferocidad de los asesinos. Su versión del mundo está literalmente oculta a sus ojos. Apoyan una cosa y simultáneamente a lo contrario. Es suficiente ver las redes sociales que construyen ladrillo a ladrillo una realidad paralela diseñada por ellos mismos para su propia conciencia.
La que sufrimos es una agresión que todavía a estas horas continúa pese a la contraofensiva de la aviación israelí.
Confieso que no sé qué nos espera todavía. No tengo consejos ni enseñanza para nadie.
Esta situación me supera, me deprime y me desgarra.
Solo algunos pedidos queridos javerim:
a. Castigar a Hamas con toda nuestra capacidad. No olvidarlos jamás. Darles el escarmiento suficiente para que jamás vuelvan ni siquiera pensar en intentar dañarnos. Borrar su recuerdo como con Amalec de la faz de la
tierra y la historia. Y al mismo tiempo, desatender a quienes exigen que nos portemos con los enemigos como ellos se actúan con nosotros y luchar por mantener la imagen divina con la fuimos creados.
b. Hacer caso omiso a quienes invocando en vano el nombre de la Torá y de la Cabalá, nos piden que asumamos conductas irracionales, prometiendo a cambio que ejercerán sus inexistentes poderes para cambiar la realidad,
incluso retroactivamente. En tiempos normales quizás los ignoramos, no los tomamos en cuenta y nos sonreímos, pero, en tiempos de guerra, alejémoslos de nosotros y en particular, salvemos a los más jóvenes de sus prédicas.
c. Unámonos fuertemente. Por encima de las diferencias políticas. Volvámonos más solidarios. Apoyemos a los necesitados, a nuestras instituciones y a nuestras comunidades.
Elevemos nuestras plegarias por la inmediata liberación de todos los rehenes que se encuentran atrapados por el Hamas y sus secuaces. Apoyemos a sus familias desesperadas sin saber el destino de sus seres queridos para que puedan
reencontrarse sanos y salvos prontamente.
Av Harajamim, Padre Compasivo, recibe en tu trono a las almas pías, inmaculadas y puras, que entregaron sus vidas por la santificación de tu nombre asesinados a mansalva por las bestias inmundas.
Inspira a los médicos y a todos los profesionales y voluntarios que tratan a los heridos para salvarles las vidas y hacerles retornar sanos y salvos a sus familias y a sus amigos.
Agradezcamos a todas las fuerzas del Ejército de Defensa de Israel, y a los integrantes de los cuerpos de seguridad que salieron y que todavía se encuentran defendiendo a nuestros hogares con heroísmo sin par. El porcentaje de los oficiales muertos demuestra que el espíritu de los pioneros del Estado de Israel sigue vivo. Ellos salieron a la lucha en primera fila pidiendo a los soldados que les sigan. Muchos llevarán las heridas en sus cuerpos y sus espíritus. La enseñanza de
sus acciones serán inconmensurable. Reconozcamos el mérito de los voluntarios enrolados en la defensa y la
rehabilitación.
Pidamos a Dios que no se olvide del Pacto que hemos firmado, y nos bendiga con la Paz.
Yerahmiel
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