¿Fue un holocausto el 7 de octubre?
Por Dina Porat
Unas dos semanas antes del 7 de octubre, organizaciones judías e israelíes que conmemoran la memoria del Holocausto en Israel, encabezadas por Yad Vashem, publicaron una declaración conjunta titulada: “No se debe comparar con el Holocausto”. Expresaron una firme oposición a las comparaciones repetitivas que se escuchaban desde la derecha y la izquierda, entre las acciones de las instituciones del pueblo judío y el Estado de Israel y aquellas perpetradas por los nazis durante el Holocausto. Se podría decir que, efectivamente, se escuchaba en el discurso público en general.
La declaración enfatizó que el nazismo es un fenómeno único, en cuyo centro de ideología racista había un objetivo claro: la aniquilación del pueblo judío, su cultura y sus valores. Cualquiera que llame “nazis” a quienes se le oponen; cualquiera que no distinga entre racismo, por obsceno que sea, o entre un debate político difícil sobre el parecido de las instituciones estatales con el nazismo, no solo afecta la memoria del Holocausto y los sentimientos de los sobrevivientes, simplemente no entiende lo que fue el nazismo y lo que fue el Holocausto.
Dos semanas después, los miembros de Hamás rompieron la valla entre la Franja de Gaza y las poblaciones israelíes circundantes. Los asesinatos, el saqueo, las violaciones y los secuestros generaron de inmediato comparaciones con el Holocausto, con los pogromos que le precedieron y con los propios nazis. La afirmación más común es que estamos atravesando los momentos más difíciles desde el Holocausto. ¿Es esto una comparación con el Holocausto y el nazismo? ¿Deberíamos emitir otra declaración en contra? En mi opinión, no. Pareciera que se trata de un fenómeno amplio que principalmente se asocia con lo que ocurrió en el Holocausto y no de una comparación con la época en la que las comunidades judías permanecieron indefensas, sin protección, sin un ejército y sin un estado, abandonadas entre poblaciones que en su mayoría (no siempre) ayudaron a perseguirlas y asesinarlas. Y esto sucedió frente a una potencia que reclutó toda su fuerza para sacarlos del mundo, literalmente.
En el marco de este fenómeno que ha prevalecido en los últimos días y que, seguramente, acompañará también el discurso público más adelante, se pueden expresar las asociaciones que estos hechos traen. Los acontecimientos del Holocausto y las cuestiones relacionadas con ellos están siempre en la conciencia personal y colectiva de los israelíes y de muchos judíos de todo el mundo, y se mencionan en Israel en los medios de comunicación.
La poeta Dalia Ravicovitch definió el Holocausto como una granada de mano que explotó y cada uno de nosotros lleva un fragmento de ella: una madre que se escondió con una bebé durante 27 horas sin agua, ni comida, rezando para que la niña no llorara; familias enteras que fueron masacradas; un sentimiento de impotencia ante fuerzas superiores. No en vano se le llamó así al Holocausto. Holocausto (Shoá) es una expresión bíblica que significa una fuerza de la naturaleza que cae sobre ti sin poder prepararte para su llegada. Lugares que se incendian y son físicamente borrados físicamente, defensas y fronteras que se consideraban seguras colapsan y la frase “las fronteras de Auschwitz” acuñada por Abba Eben en la Guerra de los Seis Días está de regreso y en aumento.
La base de la crueldad de los miembros de Hamás no es solo el ansia de conquista y destrucción, sino también la deshumanización de judíos e israelíes que inculcaron profundamente durante años de propaganda y educación. El manifiesto de Hamás, que fue escrito en 1988, apenas fue mencionado la semana pasada en Israel. Quizá porque no es muy conocido o quizá porque en el 2017 se publicó un manifiesto más “suave”, que distingue entre israelíes y judíos (contra los cuales no hay lucha), lo cual creó una imagen moderada de la organización, como si estuviera dispuesta a acuerdos.
En el manifiesto original de Hamás, la deshumanización es clara: los judíos son responsables de todos los males del mundo, en realidad ellos lo controlan a través de su dinero y los Protocolos de los Sabios de Sión son la verdad absoluta. El objetivo es poner fin por completo al “proyecto sionista”, por medio de la fuerza y la yihad, no mediante acuerdos y arreglos. La pregunta si el manifiesto “suavizado” tenía como objetivo engañar e hipnotizar, recibió una respuesta clara el 7 de octubre. Pero incluso, muchos de los que no lo han leído expresan un profundo sentimiento de que se ha lanzado un ataque total para el que se han estado preparando durante años.
La base de la preparación fue el cultivo de un odio ardiente hacia el diablo que crearon en su imaginación, como lo creó la ideología nazi en su momento, y por lo tanto el pueblo judío está una vez más en peligro, y la guerra no es nada menos que una guerra de existencia. Es posible que la comparación de Hamas con ISIS pronto reemplace a la comparación con el Holocausto, o al menos exista al mismo tiempo. Esta puede ser la comparación correcta. Mientras tanto, se pueden aceptar con comprensión las asociaciones con el Holocausto que están surgiendo ahora, porque son completamente diferentes del uso político que se hizo de las comparaciones antes de esta guerra, contra las cuales se lanzó el manifiesto.
Declaraciones como “hemos pasado por otro Holocausto” o “lo que está sucediendo es simplemente un Holocausto” expresan ansiedad e ira por lo que sucedió en ese Shabat negro, no realmente una declaración de que el Holocausto esté regresando. Después de todo, ahora vivimos en un país soberano que sabe defenderse. El espíritu de voluntariado y solidaridad cautiva al público, y esta es una diferencia decisiva entre entonces y ahora, entre allá y aquí.
Y terminaremos con “aquí”. Quienes escuchan la radio pública, que finaliza las transmisiones de noticias enfatizando las palabras “estamos aquí”, tal vez los lleve a recordar la letra de la canción de los partisanos “Mir zaynen do” – “Estamos aquí”.
Publicado en Haaretz por la Prof. Dina Porat, asesora académica de Yad Vashem y profesora emérita de la Universidad de Tel Aviv.
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