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10 semanas de guerra contra Hamas – Luciano Mondino

Radio Jai- Israel no debe detener su avance en Rafah      

La guerra contra el terrorismo de Hamas despliega renovadas dinámicas en Medio Oriente llevando a velar por la sostenibilidad de los Acuerdos de Abraham, la nueva posición de Turquía y la disuasión de Irán como elemento fundamental para no ir hacia una escalada regional todavía con posibilidades. La post guerra y el futuro control de Gaza es, por el momento, una precipitada cuestión.

Por Luciano Mondino

17 de Diciembre

No hubiera habido operaciones aéreas y terrestres de las Fuerzas de Israel si Hamas no hubiese perpetrado la masacre del 7 de octubre con el agravante de haber ultrajado la vida de los rehenes, muchos de los que todavía están esperando ser rescatados en Gaza. Hasta el 6 de octubre había un alto al fuego, había una gestión del conflicto lo suficientemente sólida como para que miles de palestinos pudieran ingresar a Israel para trabajar.  Fue Hamas, por órdenes de Irán, quien ha entrado a Israel para asesinar y para matar al muerto.        

Esta guerra, que no es contra el pueblo palestino, es una confrontación de ajedrez de Israel contra la República Islámica de Irán quien ha encontrado en Hamas en vehículo para intentar dinamitar la expansión de los Acuerdos de Abraham que hubieran vuelto evidente la incipiente (aunque no sencilla) normalización entre Arabia Saudita e Israel. Lo que hubiera sido la cristalización de una alianza entre los estados sunitas y el estado judío, era también una herida de muerte para Irán.

Nadie puede afirmar cuánto falta para terminar la operación terrestre en la Franja de Gaza y mucho menos en momentos donde las tropas de Israel han trasladado los combates al sur, el último bastión de Hamas donde aspiran a avanzar en sus dos principales objetivos: ir por la liberación de los rehenes y reducir al mínimo la amenaza terrorista que se propaga desde Gaza.

Sin embargo, aunque se estipulen escenarios favorables de dos meses y otros desfavorables que hablan de combates hasta un año, es posible identificar los principales elementos que reconfiguran el tablero del Medio Oriente: la paz resquebrajada, la normalización por intereses y un nuevo (aunque no desconocido) enemigo impulsado por la nueva colaboración operativa entre fuerzas chiitas y sunitas.

La carta de la paz para ganar la guerra ideológica

Los Acuerdos de Abraham se potenciarán y ahora con un nuevo interrogante y que será la gestión de la post guerra en la Franja de Gaza dando cabida a dos escenarios: reducir el peligro táctico que el 7 de octubre se ha inaugurado entre Irán y las fuerzas sunitas; y también repartir entre los países árabes la responsabilidad de los desplazados gazatíes que no podrán volver a habitar la Franja por mucho tiempo. Ambas cuestiones implican la participación de los países del Golfo, pero también de Egipto (por su importante paso fronterizo Rafah) y también Jordania por su cercanía de Judea y Samaria.

La normalización con Arabia Saudita, un acuerdo que está dirigido a los más sólidos intereses nacionales y de seguridad también de la Casa Saúd, promoverá una pieza importante en la reconstrucción de Gaza y el necesario compromiso árabe para terminar con la radicalización a la que la población ha sido sometida durante el gobierno de Hamas. Toda guerra contraterrorista tiene una pata que es necesariamente de lucha contra la ideología e Israel en soledad no puede afrontar ni ganar una guerra ideológica contra el terrorismo que ha inundado la mente, conducta y hábitos de una sociedad como la palestina donde la destrucción de Israel y el daño al pueblo judío se han vuelto se enseña desde pequeños.

Hacia finales de octubre Turquía, que venía dando pequeños pasos hacia una mejora en las relaciones bilaterales con Israel hasta septiembre, ha pasado a integrar el Eje compuesto por Qatar e Irán. Desde Ankara, el presidente turco Erdogan ha abrazado con fuerza a la causa palestina para afrontar la política interna y también para posicionarse dentro del mundo islámico en una causa sensible para los pueblos. A diferencia del eje más pragmático, este bando liderado por Irán y Qatar son parte activa del engranaje que planificó ideológicamente el ataque del 7 de octubre y son opuestos a las posturas menos duras y hasta cooperativas de Arabia Saudita, Emiratos Árabes, Bahréin, Egipto o Jordania.

La conferencia árabe islámica celebrada a mediados de noviembre en Riad, Arabia Saudita, denotó la fragmentación del mundo islámico y la incómoda mayoría de aquellos países árabes que pueden sobreactuar una crítica contra Israel, pero en privado le desearán toda la suerte en su guerra contra Hamas. Los Acuerdos de Abraham son también la apuesta por la paz, el comercio y la seguridad, tres elementos de interés para la sostenibilidad de muchas de las casas árabes que todavía guardan en su memoria las traumáticas revueltas árabes de 2011 que provocaron la caída de sólidos regímenes del norte de África y el ascenso de los islamismos.

Una guerra contra Irán, no sólo contra Hamas

La mañana del sábado 7 de octubre quedó claro que no existen los sistemas de inteligencia y seguridad inexpugnables ya que los ataques sorpresa pueden infligir un fuerte daño, burlar las alertas tempranas y derrumbar las primeras líneas de defensa. Sin embargo, la respuesta militar de Israel lanzada a las pocas horas contra las instalaciones terroristas en Gaza ha tenido un elemento estratégico sustancial que ha sido volver a retomar el control de la situación (interna al principio y hacia el resto de la región después). Israel, con su operación aérea y luego terrestre, ha recobrado la delantera en una guerra que es semántica y también psicológica, donde las postales como la toma del Parlamento de Hamas o el desfile de los terroristas rendidos son piezas fundamentales.

La rapidísima reacción israelí además tuvo la intención de dar el impacto hacia la disuasión de Irán, un factor que permite mantener en conflicto de baja o media intensidad a Hezbollah en el sur del Líbano, la otra milicia terrorista proxy de Teherán. La intervención terrestre en Gaza ha permitido salvar vidas israelíes y palestinas ya que los ataques de cohetes se redujeron exponencialmente desde entonces. Esta guerra, además, está enmarcada en una región altamente sensible donde hay un factor muchas veces ignorado que es el del límite o frontera nuclear que ha sido reconocida por el propio príncipe saudí, Mohammed Bin Salman, que hace pocos meses habló de una carrera armamentista nuclear con Irán: “Si ellos tienen una (bomba atómica), entonces nosotros tendremos otra”, sentenció el heredero al trono.

Hoy la dinámica de la guerra en los bastiones del sur de la Franja de Gaza adquiere otra intensidad. Tanto Israel como Hamas ya cargan más de 70 días en una guerra que ha impactado de lleno en Medio Oriente y que en Israel, como nación democrática, tiene un proceso de toma de decisiones y una rendición de cuentas diametralmente opuesta a las que pueda haber en Gaza. Mientras Hamas viola intencionalmente el Derecho Internacional, Israel debe rendir cuentas hacia adentro y hacia afuera velando por los a veces aparentes y contradictorios costos de ser la única democracia en Medio Oriente.

Nota exclusiva para Radio Jai

Luciano Mondino es Licenciado en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales por la Universidad Católica de La Plata. Master en Política Internacional por la Universidad Complutense de Madrid. Sus principales líneas de investigación son sobre islamismo, Terrorismo y Crimen Organizado.

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