Una alianza de defensa en Oriente Medio es tan vital para Israel como el aire que respiramos
Por Tal Schneider
Hoy, 14 de abril de 2024, es un día crítico en la historia militar de Israel: Israel y sus aliados lograron interceptar el 99 por ciento de un aluvión masivo de drones y misiles disparados por Irán en las primeras horas de la mañana.
De acuerdo con la descripción bíblica, “El pueblo [de Israel] habitará solo, y no será contado entre las naciones” (Números 23:9). Sin embargo, en esta mañana histórica, el mensaje debe ser el contrario: que Israel no puede arreglárselas por sí solo y debe tener en cuenta a otros países a la hora de tomar decisiones militares, políticas y regionales.
El primer ministro Benjamín Netanyahu es un estratega fracasado, y todo el mundo en la región lo sabe desde que regresó al poder hace aproximadamente un año y medio. Es por eso que el mensaje del ministro de Defensa, Yoav Gallant, el domingo por la mañana fue particularmente claro: “Junto con Estados Unidos y otros socios, logramos evitar todos los daños en territorio israelí, un logro muy impresionante de las FDI”.
“El mundo entero vio esta noche quién es realmente Irán: un estado terrorista que ataca a Israel desde una distancia de 1.500 kilómetros y trata de activar a todos sus representantes. Pero el mundo también vio el poder de la coalición, y cómo Israel, junto con Estados Unidos y otros países, se puso de pie y bloqueó este ataque de una manera sin precedentes”.
Gallant no mencionó al vecino de Israel al este, Jordania, pero durante la noche quedó claro que los pilotos de la Fuerza Aérea jordana también participaron en la campaña para repeler los misiles de largo alcance iraníes y los enjambres de drones.
Aunque Gallant no mencionó a Jordania ni a los otros países por su nombre, Israel necesita echar un vistazo inquebrantable a la nueva realidad regional. La alianza regional entre Estados Unidos, Israel y los países árabes aliados, conocida como Defensa Aérea de Oriente Medio (MEAD, por sus siglas en inglés), ya está en juego. Sin esta ayuda, especialmente de los EE.UU., Israel se vería completamente diferente esta mañana.
Estados Unidos se apegó a su compromiso de larga data y férreo de no permitir que Irán cumpla su amenaza de dañar a Israel. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, tomó medidas drásticas: salió de su casa de vacaciones en Delaware y voló a la Casa Blanca, convocó a sus equipos de seguridad de alto nivel, acercó a las fuerzas militares estadounidenses a las posiciones de ataque, envió interceptores a la zona y emitió fuertes declaraciones de apoyo durante toda la noche.
Líderes de todo el mundo siguieron sus pasos, algunos con declaraciones de apoyo y otros con asistencia material. Pero pocos confían en el juicio de Netanyahu en este momento, por lo que Biden no perdió el tiempo antes de informar a Israel que Washington no apoyaría un contraataque israelí.
El ataque del sábado por la noche se produjo en respuesta a un ataque aéreo del 1 de abril contra un edificio del consulado iraní en la capital siria de Damasco que mató a varios comandantes del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica, incluidos dos generales. Teherán culpó a Israel y prometió un “castigo”, aunque Jerusalén no asumió la responsabilidad del ataque.
En Israel, la derecha gritará que esta es una oportunidad para dar una lección a los iraníes por todo lo que nos han hecho pasar desde el 7 de octubre. Pero Washington ha aprendido a manejar a Netanyahu y dictar lo que está permitido y lo que no, y a no reprimir los mensajes agudos.
Estados Unidos espera que, a pesar de la dramática respuesta iraní -y gracias al hecho de que casi no hubo bajas- las dos partes se detengan ante el “ojo por ojo”.
O, como le gusta decir a Biden, “No lo hagas”.
Fuente: TOI
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