La Shoá, y la mitzvá 614: mantener nuestra identidad judeo-sionista
La Shoá es el genocidio mayor de la historia de la Humanidad. Se trató de la acción sistemática de acabar con todo el pueblo judío, un objetivo conseguido en la mayoría de la Europa Continental, con el peor asesinato masivo alguna vez consumado en fábricas de muerte y campos de concentración. Contó con la ejecución precisa y meticulosa de la perversa maquinaria alemana nazi, junto a múltiples cómplices y socios en el lapso de poco menos de 6 años (1939-1945). Seis millones de vidas fueron truncadas por el más extremo de los odios: hombres y mujeres; ancianos, adultos y niños – ¡tantos, tantos niños! – fueron arrancados de sus hogares, hacinados en ghettos, y, finalmente, asesinados brutalmente en las cámaras de gas, los fusilamientos masivos y las torturas extenuantes.
Desde más de 20 años nuestro Movimiento estableció su “Maccabi Future Leaders Forum”, el Foro que asegura la renovación de las filas de nuestro liderazgo, en un primer Seminario en Polonia. Jóvenes líderes macabeos de ocho países europeos se reunieron en Varsovia para iniciar una capacitación en sionismo, ética y festividades judías, la situación en Medio Oriente, ideología macabea… y, también, Shoá. Este último tema, en particular, se imponía por razones obvias: estábamos en la ciudad de mayor población judía en la Europa pre-holocausto, Varsovia, que contaba en 1939 con 400.000 judíos – uno de cada tres de sus habitantes . A comienzos de los 2000, Varsovia contaba con apenas unos 2000 judíos en la vida comunitaria organizada. Nos preguntamos entonces: ¿Cómo seguir con nuestros programas educativos, frente al abrumador tamaño de la masacre perpetuada – frente a las millones de almas que aún claman desde la tierra?
Nuestra humilde, pequeña, pero significativa respuesta fue en esa ocasión, y lo sigue siendo ahora, que a la muerte, y especialmente a la que nos fue impuesta por el odio irracional antisemita, debemos contestarle con vida – nuestra vida judía renovada – y con la profundización de nuestro ser judío. Frente al intento de la desaparición física y espiritual de nuestro pueblo, nuestra acción debe concentrarse hoy en reforzar nuestra tarea, fortalecer la formación de nuestros líderes, aprender más y mejor de nuestras fuentes, y vincularnos significativamente con el Estado de Israel, hoy en guerra física y acosado por un odio renovado con fascismos de izquierdas y derechas… La única posible victoria póstuma contra las huestes nazis es luchar contra la asimilación, mantener nuestra identidad precisamente en estos días donde las comunidades judías del mundo están siendo acosadas únicamente por existir, por su judaísmo, por su vínculo con la patria ancestral, por el amor al Estado de Israel que marca nuestro renacimiento nacional redimido. Esto es lo que el Professor Emil Fackenheim denominó “la mitsvá (el precepto) número 614″[1]: la “resistencia judía” a la asimilación.
El tamaño de nuestra tragedia es inconmensurable, irrecuperable… pero la perpetuación de la herencia y la creación de esos judíos caídos en Kidush Hashem garantiza la honra de su memoria y del mensaje que portaron con orgullo y entrega. Nuestra primera pequeña contribución a esa honra es, entonces, la de nuestra propia, comprometida continuidad judía (el primero de los ideales macabeos): una continuidad que mantenga viva la evocación del magnicidio de comunidades y comunidades de innumerables hijos de Israel, y que emule la riqueza de su pensamiento y su acción, lo prolífico de su obra, y lo sagrado de su espíritu. Nuestra segunda contribución estará en la renovación de nuestro compromiso con nuestro sionismo (el segundo ideal macabeo): la fortaleza frente a aquellos que quieren negarnos el derecho a nuestra vida nacional milenaria y nativa en el Estado de Israel.
Quiera este Yom HaShoá vehaG’vurá, este día de conmemoración de nuestros hermanos vilmente asesinados hace ocho décadas, encontrarnos en la búsqueda de la profundización de nuestro judaísmo, el recuerdo de los miembros de las grandes Kehilot[2] judías desaparecidas, el reforzamiento de nuestra relación con Medinat Israel, y nuestra resistencia macabea frente a los avances de la asimilación y la pérdida de nuestra identidad judeo-sionista.
Que las memorias de los asesinados sean siempre benditas, recordadas, honradas y perpetuadas por nuestras obras,
¡JAZAK VE’EMATZ!
RABINO CARLOS A. TAPIERO
Vice-CEO & Director de Educación
Unión Mundial Macabi
[1] Maimónides enumera 613 ordenanzas divinas, una clasificación aceptada universalmente a partir de entonces. Fackenheim habla de la mitsvá 614 en The Jewish Return into History, páginas 19-24.
[2] Comunidades judías.
Ayuda a RadioJAI AHORA!
HAZ CLIC AQUÍ PARA HACER UNA DONACIÓN