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Edmundo González, asilado en España.

Ricardo López Göttig

Por Ricardo López Göttig

 

Edmundo González Urrutia, el diplomático de 75 años que terminó siendo, inesperadamente, el candidato único de la oposición venezolana para la presidencia de su país, ha partido a España como un nuevo asilado político. Todo indica que fue el amplio ganador de las elecciones del 28 de julio frente a Nicolás Maduro, pero el régimen autoritario y fraudulento se aferra al poder ya sin ningún tipo de maquillaje ni pudor, a pesar de que el candidato opositor habría duplicado en votos al oficialista. El rechazo de la ciudadanía venezolana al régimen imperante es elocuente, pero la posesión de la maquinaria administrativa, judicial, militar, de las fuerzas de seguridad y de los mecanismos de censura, hacen sumamente difícil que la nomenklatura chavista quiera ceder un solo paso. Ya el proceso electoral comenzó mal con la prohibición de la candidatura de María Corina Machado, amplia ganadora de las primarias opositoras.

Los llamados internacionales a una salida democrática carecen de sentido: ya hubo elecciones y el Consejo Nacional Electoral, manejado por Maduro, se niega a algo tan simple como exhibir las actas de cada mesa para demostrar que su candidato logró el imaginario 52%. Rápidamente recibió el respaldo de otras autocracias, lo que era previsible, pero lo lamentable es que aún hay gobiernos de países democráticos que persisten en extender una rama de olivo a Nicolás Maduro y su entorno, como si actuara de buena voluntad. Poco y nada le importa la comunidad internacional, cada día más aislado por su propia voluntad y por la naturaleza de su régimen

Pedro Sánchez, el presidente del gobierno español, pretende con este asilo ganarse algunos puntos con Maduro, gracias a la mediación de José Luis Rodríguez Zapatero, que se dedica a hacer lobby internacional para el dictador venezolano. La izquierda latinoamericana se encuentra en un laberinto, entre reconocer abiertamente que hubo fraude en Venezuela, y todavía sostener a un régimen cada vez más violento pero al que todo se le perdona por ser “de izquierda”.

El exilio forzado de Edmundo González es una derrota para la democratización de Venezuela y para la paz en América del Sur. Poca fuerza tendrá su voz fuera de Venezuela, en donde todavía permanece la líder más popular entre las fuerzas opositoras, María Corina Machado. Mientras tanto, la posibilidad de que Maduro abandone el poder se va desvaneciendo, prolongando una larga agonía que se hace cada vez más insoportable para la población venezolana.

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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