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El pasado 27 de septiembre, y como producto de una excelente labor de inteligencia previa, la FAI, llevó a cabo un preciso bombardeo en el suburbio de Dahieh, localizado en la zona sur de Beirut, capital del Líbano, el objetivo era la cúpula de la organización político-terrorista libanesa chiita Hezbollah, y el resultado fue el esperado, la eliminación del líder máximo de dicha organización, el jeque Hasan Nasrallah, y de otros altos cargos políticos y militares, incluido un comandante de la Guardia Revolucionaria iraní, Abbas Nilforoushan, una prueba más, de la simbiótica alianza ideológica y militar entre el régimen teocrático de Irán, y su principal y más importante alfil en el juego geopolítico en Medio Oriente, e instrumento de las acciones terroristas en el ámbito global.

En la columna pasada, se hizo un reseña del origen y crecimiento de Hezbollah, de su peso en la política nacional libanesa y de su poderío militar, que lo posiciona como la organización terrorista más poderosa del mundo, sino también superior a las propias FF.AA. del Líbano, y su papel principal en la geopolítica de Irán, para consolidar la llamada “Media Luna Chiita”, y en las aspiraciones iraníes para convertirse en potencia hegemónica regional, por lo tanto, hoy intentaré dar una visión, del posible y probable escenario del Medio Oriente, tras los últimos acontecimientos en esta 3ra. Guerra del Líbano.

En principio, es preciso aclarar que es el “Eje de la Resistencia”, que es como se denomina a los proxis de Teherán, que actúan no sólo contra Israel, sino también contra los EE.UU. y otros actores occidentales y del Mundo Árabe sunita, me refiero a las organizaciones terroristas, Hezbollah, su representante en Irak, Kataeb Hezbollah, los Hutíes del Yemen, todas ellas de raíz chiita, y de Hamas y la Yihad Islámica, de raíz sunita, en territorios palestinos, por supuesto, a estos actores no estatales debemos sumar, a la Siria del régimen del Clan Al Assad, sin olvidar el apoyo diplomático y financiero de Turquía y el Emirato de Qatar.

Ahora, tras el bárbaro y trágico ataque del 7 de octubre del año pasado, llevado a cabo por Hamas, apoyado por la Yihad Islámica, la organización libanesa Hezbollah inició el ataque a la región norte de Israel, con misiles y cohetes, que fue creciendo a medida que pasaron los días y que se intensificó con la repuesta armada israelí sobre el sur del Líbano, el Valle del Bekaa e incluso sobre objetivos precisos en Beirut, eliminando a altos mandos militares y políticos, y la exitosa operación de los Beepers y Walkie Talkie explosivos, que no sólo produjeron la casi total desarticulación de la estructura de comunicaciones de la organización, sino que también prácticamente descabezó su cúpula, como preámbulo, de la ahora operación militar terrestre, con el fin de eliminar la presencia de Hezbollah del sur libanés, y no incurrir en fallos como los ocurridos en el 2006, durante la 2da. Guerra del Líbano.

Ahora bien, con la eliminación de Hasan Nasrallah, quién llevaba 32 años liderando la organización, si bien no significa el final de la misma, su reemplazante, de lo que ya hablaré, tiene por delante, el sustituir a un líder carismático, guía religioso, astuto político y un estratega, tanto en operaciones militares como en el criminal accionar terrorista, y por lo tanto, tendrá que dirigir un Hezbollah desmoralizado, y con graves daños estructurales, el que además, como se señaló en la columna del miércoles pasado, afrontar con un deterioro de su imagen dentro de la sociedad libanesa no chiita.

Esto podría propiciar el quebrantamiento del “Eje de la Resistencia”, pues Hamas, si bien aún activo, ha sufrido también fuertes bajas en sus mandos políticos, por el caso la eliminación de Ismail Haniyeh, en territorio iraní y bajo la custodia de la Fuerza Al Quds, y también, de sus principales comandantes militares, a excepción de su actual líder, Yahya Sinwar, por su parte los Hutíes, han sido golpeados fuertemente el pasado fin de semana, con los ataques aéreos sobre el mismo Yemen, al puerto y al aeropuerto de Hodeyah, a una central eléctrica en sitio mencionado, y a los depósitos petroleros de Rass Issa, además, Siria, un aliado de la organización libanesa, aún está sufriendo los efectos de su guerra civil y no ha terminado con bolsones rebeldes, con grupos remanentes del Daesh, y sin olvidar que la mayoría de su población profesa el Islam sunita, en cuanto a Irak, la presencia de Kataeb Hezbollah y otras milicias chiitas, refuerzan la influencia de Teherán, pero en regiones centrales, como Takrit de mayoría sunita, y las del norte, de población kurda y sus irredentos deseos de independencia, son focos de tensiones y conflictos, y en cuanto, al hacedor y titiritero del Eje de la Resistencia, la República Islámica de Irán, su respuesta al ataque a su consulado en Damasco y la consiguiente muerte del Gral. Mohamed Zahedi, fue un rotundo fracaso, menos del 10% de sus misiles, cohetes y drones disparados contra Israel, lograron llegar, ocasionando daños mínimos, luego tras la eliminación de Haniyeh, en julio ppdo., en las afueras de Teherán, el ayatollah Alí Jamenei se ha limitado a la amenaza retórica, quizás sabiendo los mandos militares iraníes, que no está en condiciones de una confrontación directa con Israel, y no apuesta a una escalada por el momento.

Sin embargo, de “hundirse” el Eje de la Resistencia, en el que Hezbollah es el centro del mismo, que a la luz de los últimos eventos, ha perdido sensiblemente su capacidad de disuasión sobre Israel, y por lo tanto, la alianza que Irán formó para lograr sus objetivos geopolíticos está deteriorándose, y de consolidarse un triunfo de Israel, que posibilite la reapertura y ratificación de relaciones del Estado Judío con los países árabes sunitas, y en particular, la firma de un Acuerdo con el Reino de Arabia Saudita, la alternativa para el régimen de los ayatollah, es el desarrollo nuclear militar, pero no se puede soslayar, su situación interna, tensiones político-sociales por la persecución y represión de opositores, la reivindicación secesionista kurda en el norte, y la crisis económica-financiera a raíz de las sanciones impuestas por Occidente.

Se ha dicho muchas veces, que los líderes pueden ser eliminados, pero las ideologías pueden sobrevivirlos y con ellas, las organizaciones o grupos que las practican, pues bien, en el caso de Hezbollah, tras la muerte de Hasan Nasrallah, asumió interinamente como Secretario General, Naim Qassen, clérigo y político chiita libanés, de 71 años, con un perfil más político y no tan cercano a Teherán, pero a partir del 29 de septiembre, se ha filtrado que fue elegido por la Majis Al Shura o Asamblea Consultiva, el órgano más alto de la organización, Hashim Safi Al Din, clérigo chiita libanés, de 60 años, primo por línea materna del eliminado Hasan Nasrallah e incluso con vínculos con la familia del extinto Gral. iraní, Qasem Soleimaní, y previamente presidía el Consejo Ejecutivo, órgano a cargo de los asuntos políticos, pero también, miembro del Consejo de la Jihad, brazo militar y a cargo de la gestión de operaciones militares y terroristas, y quien ya antes del deceso de Nasrallah, era considerado el Nro. 2 de la organización político-terrorista.

Quiero recordar, que en mi columna del miércoles pasado, señalé que en la década de los 80, muchos clérigos libaneses de la comunidad chiita, fueron a estudiar teología a las escuelas coránicas sitas en, Najaf, Irak y particularmente a las de Qom, en Irán, y uno de estos clérigos es Al Din, quien fue llamado a regresar en 1994, por el propio Nasrallah, y un año más tarde, fue nombrado miembro de la citada Majis al Shura.

En el 2008, fue propuesto como quién oportunamente debería suceder a Nasrallah, luego en el 2010, fue nombrado comandante militar de la región sur del Líbano, y en el 2017, el Depto. de Estado de los EE.UU., lo calificó como “terrorista global”, por su rol como planificador de ataques a objetivos israelíes, estadounidenses y aliados occidentales, y para el 2018, fue sancionado financieramente por los EE.UU., el Reino Saudita, E.A.U. y el Emirato de Bahrein, pero pese a estos antecedentes, y en caso de ser ratificado como el nuevo Secretario Gral., tal como se señaló antes, deberá hacerse cargo de un Hezbollah seriamente dañado.

Sin embargo, debemos ser realistas, la organización terrorista libanesa está sufriendo los peores reveses desde su creación, pero como se mostró en la columna pasada, su poder militar es mayor al de las propias FF.AA. libanesas, y tras las bajas padecidas en los últimos eventos, los ataques sobre territorio israelí continúan, muestra de ese importante arsenal ya descripto, además en suelo libanés cuenta con búnkeres y una red de túneles similar a la encontrada en Gaza, y unos 40 mil combatientes, de los que al menos la mitad cuentan con un valiosa experiencia adquirida en la guerra civil de Siria, y esto debe servir para planificar cuidadosamente los próximos pasos de las FDI, pero que son inevitablemente necesarios dar, si se quiere cumplir con tres objetivos: 1) consolidar un colchón de seguridad al sur del río Litani, 2) reducir sustancialmente el arsenal de Hezbollah, en particular, misiles, cohetes, drones y munición de artillerías, para 3) el retorno de los ciudadanos israelíes a sus hogares en el norte de Israel, más allá de operaciones periféricas al Líbano, que impidan o dificulten la llegada de suministros, armamentos y/o milicianos, destinados a reforzar a Hezbollah.

Por otro lado, las exitosas operaciones llevadas a cabo por Israel en estos últimos días, también ha tenido repercusiones más allá del teatro bélico, algunas de reconocimiento y apoyo a aquellas, como las declaraciones del pte. estadounidense Joe Biden, o incluso muestras de aprobación en algunos países árabes sunitas, y por supuesto, las que se han dado en nuestro país, que sufrió en 1992 y 1994, los ataques terroristas contra la sede de la embajada de Israel y a la AMIA, en Buenos Aires, pero también se dieron expresiones condenando el accionar de Israel, como las del pte. brasileño Lula Da Silva, o la hipocresía de Masoud Pezeshkian, pte de Irán, acusando a Israel de buscar una guerra regional, más allá, que el canciller iraní, Abbas Araghchi, amenazó este fin de semana que “Israel no tendrá paz”, o el apoyo y las condolencias del dictador Nicolás Maduro y por supuesto, los idiotas útiles de siempre, la izquierda woke, que se solidarizó con la organización terrorista libanesa, de la misma manera que lo viene haciendo con Hamas.

Pero al margen de lo declamatorio, a nivel global y desde un análisis geopolítico realista, el conflicto entre Israel con Irán y los integrantes del Eje de la Resistencia, se enmarca en un conflicto a nivel planetario entre dos bloques, uno conformado por los EE.UU. y sus aliados, tanto los de Occidente como los de Oriente, que buscan consolidar un sistema internacional apoyado en la inclusión, la estabilidad, el crecimiento y el desarrollo, en la gestión de las crisis y tensiones, y en busca de la ausencia de conflictos, y por otro lado, un bloque conformado por regímenes dictatoriales, autoritarios y teocráticos, cuyos máximos representante son Rusia, Corea del Norte e Irán, y con una China, que se maneja más por lo pragmático que por lo ideológico, por un lado necesita de ese mundo inclusivo para su geoeconomía y por el otro, desde lo político comparte el autoritarismo de los actores del bloque anti-inclusivo, y se vale de ellos, y en este contexto, las acciones llevadas a cabo por Israel, en particular las últimas operaciones contra Hezbollah, constituyen un mensaje amenazante para el segundo bloque, incluyendo China, en una reedición de una Guerra Fría, donde los conflictos de Ucrania, Gaza y el Líbano, forman parte de este contexto, y que marcan la realidad actual de las relaciones internacionales.

Finalizando la columna de hoy, la última del año 5784, mis reflexiones son la siguientes, 1) Israel debe aprovechar el éxito de las reciente operaciones, con una visión realista, sin subestimar a Hezbollah y los otros actores del llamado “Eje de la Resistencia”, y buscar reducir sus estructuras político y militar a su mínima expresión, que posibiliten movimientos contrarios a la Yihad, que sean partidarios de una integración regional, 2) Irán, más allá de sus amenazas, y de su reciente ataque, sigue siendo el mayor peligro para Israel, y con sus proxis debilitados, intentará consumar su desarrollo nuclear militar, del que no está muy lejos, 3) Israel debe restituir su status de seguridad y proseguir con la “Diplomacia Periférica” y asegurarse un Acuerdo con Arabia Saudita, conformando de esa manera un bloque regional anti-Irán, 4) a nivel global, se debe afirmar la cooperación internacional entre la comunidad de inteligencia, para prevenir y desmantelar las redes que componen el ecosistema terrorista yihadista, para impedir la comisión de atentados, más allá del marco regional de Medio Oriente, y 5) superar las dolorosas experiencias sufridas en este año que finaliza, para Israel en particular, pero también para la Diáspora Judía a nivel global, con un anti-judaísmo disfrazado de anti-israelismo, lograr la liberación de los rehenes aún en manos de Hamas, la recomposición del tejido social israelí, alejando las visiones de los sectores mesiánicos y el personalismo, y la revitalización de una democracia, fundada en el respeto y división de poderes, sea esto el inicio y designio de un año 5785, por eso simplemente la frase para terminar es, “SHANÁ TOVÁ UMETUKÁ LEKULAM!!”.-

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