Manifiesto de un pueblo resiliente – El mensaje de Israel para un mundo convulsionado
A las 6.29 am del 7 de octubre de 2023, minutos después de la salida del sol y cuando la mayoría de las familias aún dormía, en una operación relámpago coordinada por tierra, aire y mar, alrededor de 3.500 miembros del grupo terrorista Hamas lograron atravesar el límite que divide la Franja de Gaza con Israel. Casi instantáneamente, las redes sociales y las agencias de noticias trajeron desde Medio Oriente imágenes que conjugaban el espanto y la violencia sin límites.
Ese día, Hamás lanzó un ataque sin precedentes, disparando indiscriminadamente contra la población civil en sus casas, muchos de ellos asesinados cuando intentaban escapar o ponerse a resguardo. Acribillaron a ancianos, mujeres, bebés y niños; encerraron a familias en sus casas y las quemaron vivas.
Cerca de allí, jóvenes y turistas disfrutaban de la música electrónica en el festival Nova. Paradójicamente, el Festival Nova en el que los jóvenes bailaban por la Paz, fue transformado por Hamas en una verdadera cacería humana: mutilaron a decenas de mujeres y las violaron salvajemente; mataron jóvenes, amputándoles miembros y desfigurándolos para imposibilitar la identificación. Capturaron cadáveres que fueron celebrados como trofeos, festejando mientras eran desmembrados. Nunca la barbarie fue tan explícita.
La brutalidad de ese ataque no solo se refleja en cifras. Son más que números: son vidas destrozadas, son padres, hijos, amigos, familias enteras atrapadas en un infierno latente. En nuestro pecho, sentimos la angustia como un peso insoportable que nos aplasta.
A un año de esta tragedia, 101 rehenes aún permanecen en cautiverio. Sus vidas penden de un hilo mientras el tiempo avanza inexorablemente, y las familias de los rehenes, luchan por sostener la esperanza en medio del caos.
Esta fatídica jornada de octubre, con decenas de desaparecidos y cientos de secuestrados que aún no fueron liberados, hoy es una imagen que representa la detención simbólica del tiempo, en la peor masacre contra judíos desde el Holocausto. Todas las víctimas son judíos, drusos, árabes, musulmanes y cristianos, laicos y religiosos, israelíes y extranjeros, ciudadanos y turistas, todos víctimas del terrorismo.
El mundo se está volviendo un lugar más violento, sin embargo a Israel se lo mide con otra vara. Actualmente, Israel libra una guerra por la supervivencia en siete frente contra el terrorismo. Todo, con una atención mediática prácticamente sesgada y tergiversada. Desde todas partes del mundo, líderes y formadores de opinión ponen sus ojos en Medio Oriente coaccionando el derecho de Israel a defender a sus ciudadanos, exigiendo cínicamente al único Estado judío el cese del fuego como una solución mágica.
A ellos, la solución al conflicto los abruma por su simpleza: en el momento que el terrorismo deje sus armas, en toda la región habrá paz y prosperidad; pero en el momento que los judíos dejen las armas, ya no habrá ningún judío en la región. Israel, en el Medio Oriente, representa la única alternativa frente al totalitarismo.
Así, los judíos atravesamos uno de los momentos más complejos de nuestra historia reciente. Desde el cruel ataque del 7 de octubre, las comunidades judías en todo el mundo han estado en alerta. En cientos de ciudades de toda América y en Europa, resultan alarmantes los niveles crecientes de antisemitismo y los temores de ser atacados por el delito de ser judíos.
En estos últimos meses hemos tenido muchas conversaciones difíciles, acerca de la preocupación por la seguridad, realizando actividades culturales, sociales, educativas y de culto con consigna policial y custodia en nuestras instituciones. Piénsenlo un minuto por favor: vivimos con seguridad en nuestros templos, escuelas y cementerios.
En un mundo en el que ser judío puede resultar difícil y peligroso, parece una utopía vivir en un lugar donde no haya que explicar, defender ni ocultar nuestro judaísmo y nuestro amor a Israel.
Este año, cuando la palabra “judío” tiene como nunca antes una connotación peyorativa, esta reafirmacion de identidad se vuelve mucho más significativa. Frente a esto, la etimología de la palabra “judío” vuelve a llevarnos a las fuentes para mostrarnos nuestro rumbo y destino, porque Judío es “aquel que es agradecido”.
Nuestro Pueblo no solo lleva el nombre del antiguo Reino de Judea. La palabra “judío”, o Iehudí en hebreo, viene de la palabra hodaá, de la raíz lehodot, que significa agradecer, reconocer y expresar gratitud. La liturgia judía no sólo contiene oraciones y bendiciones, sino que expresa nuestro reconocimiento y agradecimiento a Di-s, la fuente de todo lo que tenemos y somos.
La esencia del judaísmo se expresa conmovedoramente en esta palabra, sensibilizándonos sobre el maravilloso funcionamiento de nuestras vidas y del mundo. Aprendimos a ver la vida como un regalo, con todos sus colores y matices, y agradecemos el simple hecho de estar vivos. Porque no somos lo que nos pasó, somos lo que hicimos con lo que nos pasó. Ser judío es reconocer y aceptar la perspectiva de esperanza y alegría incluso en medio de grandes dificultades.
Estimados amigos. Hace apenas unos días, dimos la bienvenida al Nuevo Año 5785 con un sentimiento difícil de explicar, recordando los desafíos apremiantes que seguimos enfrentando. Sin embargo, frente a lo incierto, en estos Iamim Noraim volvimos a encontrar la determinación para seguir poniéndonos de pie, y buscar salir adelante, fortalecidos. Con entereza para secar las lágrimas, dar vuelta la página, y avanzar, reconociéndonos parte de un Pueblo cuya historia recorre milenios de un lado al otro del mundo, y sigue manteniendo su identidad y sus valores hasta hoy.
Somos el Pueblo que reconoce la unión en la diversidad como su mayor fortaleza: somos el Pueblo que llora y celebra la vida como una gran Familia. Porque Israel no sólo es el hogar ancestral judío, es el hogar de cristianos, árabes, musulmanes, drusos y beduinos que buscan vivir en paz.
Por ellos y por nosotros, contamos 365 días infinitos, en los que nos prometimos tener el coraje para seguir cantando, para seguir rezando, seguir construyendo comunidad, combatiendo la profunda amargura y los horrores sin nombre del 7 de octubre.
Que este día nos motive a seguir reclamando incansablemente hasta que todos los secuestrados regresen a casa, repudiando enérgicamente la violencia terrorista, y expresando nuestra solidaridad y apoyo al Estado de Israel en su legítimo derecho de defensa para proteger a su población, rezando por el bienestar de cada uno de nuestros soldados, y acompañando con una sentida oración a las familias sumidas en el dolor y la pérdida.
Con sensibilidad, compromiso y empatía, seguiremos alzando la voz en este reclamo, defendiendo el valor supremo de la vida, recordando una vez más que los ataques no solo se dirigen hacia Israel y la comunidad judía, sino a los valores fundamentales de nuestra sociedad.
Aunque la realidad intenta ubicarnos en un momento de quiebre, dramático, confuso, somos conscientes del lugar de la historia en el que queremos estar. Porque lo que nos enseña nuestra historia, es que aún en el caos y la confusión total, aunque nos falten respuestas ante tantas preguntas, no perdemos la esperanza.
Sabemos que podremos sembrar este mensaje en cada comunidad, en cada ciudad, en cada país, reafirmando el compromiso que nos inspira a construir un lugar más seguro y más justo para todos.
Incluso cuando los desafíos parecen demasiado grandes y las soluciones parecen imposibles, siempre hemos salido adelante. A un año del 7 de octubre, una vez más, a este dolor infinito lo transformaremos en fortaleza. Este es, sin duda, el mensaje de Israel para todo el mundo.
El Pueblo de Israel vive.
Am Israel Jai.
Sebastián Cabrera Koch
Organización Sionista Argentina Filial Salta
Imagen de portada: Turista con bandera israelí visita el recinto del festival de música Supernova en Re’im. Photo credit: Alexandre Meneghini / REUTERS.
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