El reciente acuerdo de cese al fuego entre Israel y Líbano, basado en la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU, ha generado expectativas mixtas en la comunidad internacional.
El anuncio, confirmado a las 4 a.m., fue corregido en vivo por el profesor Ariel Kakowicz , quien resaltó el impacto político y militar de este cese al fuego. Según Kakowicz , la tregua constituye un importante avance diplomático para Estados Unidos en un año lleno de tensiones.
El debate se centró en una pregunta clave: “¿Por qué en Gaza no y en el Líbano sí?” Según el académico, las razones radican en la supervivencia política del gobierno israelí, que enfrenta una delicada estabilidad interna. Mientras que el acuerdo con el Líbano se formalizó gracias a la mediación de actores internacionales como Estados Unidos, la situación en Gaza sigue estancada por las complejidades de un gobierno dividido y la ausencia de un interlocutor viable.
El profesor destacó que la retirada de Hezbollah del apoyo a Hamás podría ser una señal esperanzadora, aunque limitada. Sin embargo, también subrayó que la resolución del conflicto en Gaza requeriría medidas inéditas, como una fuerza internacional que supervise la transición hacia una solución política. Este enfoque, comparado con casos históricos como Kosovo o Timor del Este, enfrenta resistencias tanto internas como externas.
La situación del Líbano se encuentra en un punto crítico debido a la escasez de recursos y la grave crisis económica que lleva años golpeando al país. En este contexto, el papel de Hezbollah se ha vuelto crucial. La organización chiita, además de proporcionar apoyo financiero a las familias afectadas por la guerra, ha hecho promesas de reconstrucción, lo que le permite consolidar su poder y expandir su influencia social y política. Según fuentes de ONG locales, muchas familias del sur del Líbano han recibido $7000, junto con la garantía de que sus hogares serán reconstruidos, lo que refuerza la presencia de Hezbollah en la región.
Este fenómeno no es aislado. La organización terrorista está ocupando el vacío dejado por un gobierno libanés incapaz de hacer frente a la crisis. La organización no solo asegura el bienestar económico de las familias chiitas, sino que también promueve una narrativa que la posiciona como defensora de la población frente a la exclusión de otros grupos políticos. Esta situación plantea un grave dilema: ¿Quién se encargará realmente de la reconstrucción del Líbano? Si Hezbollah, apoyado por Irán, toma las riendas, podría consolidarse como la fuerza hegemónica en el sur del Líbano, repitiendo un patrón similar al de Gaza, donde organizaciones como Hamás también cumplen roles sociales y políticos.
La respuesta a este vacío podría tener repercusiones mayores. Como advertía el sociólogo Joel Schwartz, “no existen vacíos en las sociedades, siempre alguien ocupa el vacío”. En el caso del Líbano, ese vacío lo podría llenar Hezbollah, lo que tendría un impacto directo en la estabilidad regional. El futuro del país depende de establecer un gobierno estable que pueda contrarrestar esta creciente influencia. Sin una respuesta eficaz, el Líbano podría estar ante la posibilidad de convertirse en una extensión más del proyecto iraní, con consecuencias no solo para el país, sino para la región entera.
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Conducen: Jesica Neuah, Jonathan Meta y Edy Junovich
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