La escuela peruana está rota: diseñada para que muchos fracasen y sufran
![Profesor León Trahtemberg](https://www.radiojai.com/wp-content/uploads/2021/05/1.png)
El Minedu sabe que 4 de cada 5 alumnos no aprende lo que se propone en Matemáticas y 2 de cada 3 no lo logra en lectura. Pero insiste en su modelo. Y así ha sido hace décadas
No le interesa tomar en serio la equivocada idea de que todos los alumnos pueden aprender con el mismo currículo, los mismos estándares y las mismas evaluaciones, lo que es una ilusión peligrosa que solo beneficia a la minoría que encaja en el molde predefinido del sistema. En nombre de la equidad, se impone una uniformidad que ignora las diferencias individuales, dejando fuera del aprendizaje real a quienes no encajan en el modelo escolar tradicional.
El currículo uniforme parte de la premisa de que todos deben recorrer el mismo camino, con los mismos contenidos y a la misma velocidad. Sin embargo, esta visión desconoce que los estudiantes no parten desde el mismo punto ni tienen las mismas oportunidades. No todos tienen acceso a recursos, no todos responden de la misma manera a un único método de enseñanza, y no todos aprenden con la misma facilidad ciertos temas. Obligar a todos a encajar en un mismo modelo no democratiza la educación, sino que convierte la escuela en un filtro que premia a unos pocos y margina a muchos.
Los estándares comunes, aunque se presentan como una garantía de calidad, en realidad reducen el aprendizaje a lo medible y comparable. Lo que no entra en los estándares —habilidades creativas, pensamiento crítico aplicado a contextos diversos, desarrollo emocional, el cultivo del carácter— queda fuera del sistema o relegado a un papel secundario. Pero el problema no es solo lo que se excluye, sino también lo que se da por sentado: la idea de que todos los estudiantes pueden y deben desarrollar las mismas competencias de la misma manera, como si el aprendizaje fuera un proceso homogéneo y lineal.
Esta visión simplista ignora que las competencias dependen de experiencias previas, intereses y contextos distintos, y que no todos los estudiantes encuentran sentido o utilidad en las mismas habilidades. El resultado es un aprendizaje forzado, descontextualizado y, en muchos casos, inútil para la vida real.
Por su parte, las evaluaciones de logros aplicadas de manera uniforme son el golpe final a la diversidad del aprendizaje. Al medir el desempeño con los mismos parámetros para todos, se invisibilizan los avances individuales y se desmotiva a quienes no encajan en el modelo rígido de evaluación. No se reconoce el esfuerzo ni el progreso personal, sino únicamente la coincidencia con un estándar arbitrario. La evaluación estandarizada impone un modelo de éxito único y deja sin reconocimiento a quienes aprenden de manera distinta, agravando aún más la desigualdad y la exclusión.
Si realmente queremos una reforma educativa que valore el derecho de todos a aprender, necesitamos abandonar la ilusión de la homogeneidad y construir un sistema basado en la diversidad real. Esto implica:
– Diseñar currículos flexibles, que permitan múltiples trayectorias de aprendizaje en lugar de imponer un solo camino.
– Adoptar evaluaciones diversas, donde los estudiantes puedan demostrar su aprendizaje de diferentes maneras, no solo con pruebas estandarizadas.
– Promover aprendizajes adaptativos, reconociendo que no todos avanzan al mismo ritmo ni de la misma forma.
– Dar mayor autonomía a los docentes para que personalicen la enseñanza y no sean simples ejecutores de programas rígidos.
– Incorporar el aprendizaje basado en proyectos y en la resolución de problemas reales, donde los alumnos puedan aplicar lo aprendido en contextos significativos para ellos.
– Invertir en equidad, garantizando que todos los estudiantes, sin importar su origen o contexto, tengan acceso a los recursos y apoyos que realmente necesitan para aprender de manera efectiva.
El derecho a la educación no significa que todos reciban la misma enseñanza, sino que cada estudiante tenga la oportunidad real de aprender según sus propias capacidades, intereses y circunstancias. Solo un sistema que respete la diversidad puede ser verdaderamente inclusivo. La estandarización no es el camino: en lugar de garantizar el derecho a aprender, restringe el aprendizaje a quienes encajan en su molde y castiga a quienes no lo hacen.
Es hora de reformar la educación pensando en todos, no solo en los que pueden adaptarse a un modelo que excluye a la mayoría.
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