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Tres años de la invasión a Ucrania

Ricardo López Göttig

Por Ricardo López Göttig

El 24 de febrero comenzaba la invasión a gran escala del territorio ucraniano con la llamada “operación militar especial”, que se suponía extremadamente breve y contundente, una campaña de diez días. En el imaginario de Vladímir Putin, Ucrania no sólo no tiene derecho a existir como nación independiente, sino que además soñaba con el desplome rápido del gobierno y de las Fuerzas Armadas del agredido, lo que no ocurrió. Si Ucrania “no existía”, claramente nació el 24 de febrero de 2022.

Los más memoriosos recordarán las imágenes de la larga caravana de vehículos militares rusos en camino a conquistar Kiev, de sesenta kilómetros, pero con tanques y camiones varados por falta de combustible y soldados entregados a saquear ollas y sartenes a su paso. El segundo ejército del mundo exhibió severos problemas de logística debidos a la corrupción sistémica del régimen del Kremlin, por lo que debió recurrir a presos para combatir, o bien a fuerzas mercenarias como el Grupo Wagner, y más recientemente a soldados norcoreanos. A su arsenal incorporó los drones Shahid, de fabricación iraní, régimen aliado a Putin y que utilizó este escenario bélico para probar su despliegue posterior en Medio Oriente. Ucrania pudo resistir gracias al apoyo del bloque occidental que, además, incorporó a Finlandia y Suecia a la OTAN, dos países neutrales durante toda la guerra fría.

Pero la alianza atlántica se está resquebrajando a partir de la segunda presidencia de Donald Trump, quizás sin punto de retorno. La culpabilización de la guerra a Volodymir Zelensky y la aceptación de toda la narrativa de Putin en torno a este conflicto, marca un quiebre del bloque occidental. Trump simboliza el regreso al aislacionismo de la política exterior de los Estados Unidos, cuando fue política de Estado desentenderse de los conflictos que estuvieran más allá de América del Norte, Centroamérica y el Caribe, entendidos como su área de influencia. Esta ruptura del entendimiento de las dos orillas del Atlántico como socios comunes y, en definitiva, de los dos PBI más grandes del planeta –pensando en la Unión Europea en conjunto, y no en sus países miembros por separado-, puede estar marcando un giro geopolítico de alcances inesperados.

Ante este escenario, a los gobiernos europeos sólo les cabe el fortalecimiento interno e invertir más en su propia defensa, y pensar en que la OTAN tiene sus días contados. Putin ha venido invirtiendo en medios de comunicación, influencers y el financiamiento de diversos partidos contrarios a la UE, ya sean nacionalistas, de izquierda o separatistas, y eso impacta en la opinión pública cada vez más desinformada. Apuesta a la fragmentación de Europa en micronaciones, dispersas y fáciles de manejar.

El giro político y diplomático del presidente Trump era previsible: el Partido Republicano se transformó en el partido trumpista, abandonando el consenso bipartidista en torno a la política exterior, la defensa y la seguridad nacional.

En este mundo tironeado por extremos, el gobierno de Ucrania apuesta por la carta europea y estar presente en la mesa de las negociaciones diplomáticas en torno a su propio futuro, para que no se le imponga una rendición en nombre de una “paz” que será frágil y breve.

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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