El asesino de Itzhak Rabin pide un nuevo juicio
La semana pasada un consejero de la familia Amir, Mijael Ajur, dijo que la defensa alegará que su cliente no tenía que haber sido juzgado por homicidio y que un nuevo juicio deberá basarse en la acusación de “intento de homicidioâ€, ya que, según el asesor, otra persona mató a Rabin precisamente cuando Amir se disponía a hacerlo.
“No decimos que Igal Amir no estuviera allí y tampoco decimos que no disparara. Pero existen pruebas de que sus balas no fueron las que mataron a Rabin”, aseguró Ajur.
“Él estaba allí, pero él no lo mató. Debe ser considerado como intento de asesinato”, añadió el consejero.
Yehoshua Reznik, que fue fiscal general de 1990 a 2000, declaró que esto “suena a historia conspirativa”, de las que a menudo propagan los acólitos de Amir, y añadió que en su opinión tiene muy pocas posibilidades de prosperar la petición de un nuevo juicio.
Hace veintidós años, el judío extremista Igal Amir, quien entonces tenía 25 años, disparó a Rabin tras una multitudinaria concentración por la paz en la Plaza de los Reyes de Tel Aviv. Rabin, veterano militar y político, fue uno de los promotores del acuerdo de Oslo, firmado en Washington en 1993, donde en una ocasión histórica el entonces líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yasser Arafat, y el primer ministro, tras una vida de enemistad, se dieron la mano bajo la mirada del presidente estadounidense, Bill Clinton.
Oslo es considerado por muchos el acuerdo que iba a marcar el inicio del fin del conflicto palestino-israelí, siendo la primera vez que ambas partes se reconocían, y en el que se acordaba un marco de autogobierno palestino limitado en los territorios de Cisjordania (Judea y Samaria) y Gaza de modo temporal, en espera del pacto definitivo.
Tras la firma del acuerdo, siguió una ola de atentados terroristas en Israel, llevados a cabo por grupos como Hamás, y también se generó una grave animadversión en la derecha contra el Gobierno, ante el temor de que Rabin entregase asentamientos y obligara a evacuaciones forzosas.
En aquellos meses hubo rabinos que escribieron que, según su opinión, sería aceptable matar al primer ministro y también hubo manifestaciones convocadas por la derecha en las que se oían cánticos de “Muerte a Rabinâ€, según indicó el escritor Dan Ephron en su libro “Matando a un reyâ€.
Ephron escribió que la noche en la que Amir disparó dos veces a Rabin en la espalda el asesino confesó en la comisaría que lo había hecho y, cuando se le informó de que Rabin había muerto, pidió licor para brindar por ello.
Arafat, en cambio, lloró cuando supo la noticia, aseguró Ephron.
Fuente: EFE y Aurora
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