Para saber sobre el Holocausto
Una nieta encuentra en la abandonada biblioteca de su abuelo Pedro Nowak, una novelita de propaganda nazi escrita en polaco, con ocho amarillentas cartas dentro firmadas por la desconocida Sara Jamal. Un amigo se la traduce: es una novela de amor, cursi, entre un oficial de las SS y una granjera polaca: la firma una tal Elena Demaría.
Sobrevivir en los campos. Este libro aborda la temática de la Shoá, poco frecuentada en los relatos para los más chicos.
“Los nombres prestados” está escrita a manera de caleidoscopio, donde cada capítulo lleva el nombre de un personaje de la novela (Sara, Pedro, Elena…), y así se va armando una historia sobre el Holocausto nazi o Shoá, y sobre los sobrevivientes y emigrados a otros países, como Argentina.
Desde la ficción y el padecer de los personajes, la autora hace hincapié en algunas cuestiones esenciales para leer el Holocausto desde hoy: en primer lugar, que haberlo sobrevivido no fue cuestión de mérito, sino de azar, no sobrevivieron los más inteligentes, hábiles, jóvenes o solidarios, sobrevivió aquel a quien la suerte le puso una papa más en la escudilla o que supo mentir ante un kapo y así salvó su vida. La misión del pueblo judío que, en principio, fue lograr la debida justicia por los crímenes de guerra, una vez conseguida se transformó en dejar testimonio de aquello sucedido para que nunca más se vuelva a repetir.
“Los nombres prestados” está enmarcada como una novela para chicos y jóvenes porque la historia del pueblo judío no es algo que ellos tengan presente. Escribe Verónica Sukaczer: “cuando recorro escuelas y me reúno a conversar con los alumnos por otros libros que he escrito, surge el tema y los chicos no saben (…) creo que todos deben conocer esta historia, repetirla, no olvidarla, estudiarla, contársela a sus hijos y a los hijos de sus hijos. Y entonces me digo que por eso escribo, porque también la ficción sirve para recordar, y qué otra cosa puedo hacer, de qué otro modo puedo sumar, si escribir es mi vida… Y entonces escriboâ€. No deja de llamar la atención que hayan sido tan pocas en la Argentina las narrativas para chicos sobre la temática, siendo que la población judía alcanza las 250 mil almas sólo en la ciudad y la provincia de Buenos Aires: Dimitri en la tormenta de Perla Suez, acerca de Tania, una chica que logró escapar de un campo de concentración y El alma al diablo de Marcelo Birmajer.
Sin duda, sobre el mundo editorial pesa el preconcepto de que historias tan espantosas deberían ahorrárseles a los chicos, cosa que es un gran error, porque sólo sabiendo se puede evitar un daño y hasta un prejuicio antisemita.
Por Patricia Suárez
Fuente: Revista Ñ
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