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9 datos sobre los judíos y Egipto

Desde entonces los judíos tuvimos una relación turbulenta con Egipto. Aquí presento 9 datos fascinantes sobre los judíos y Egipto.

1. No vuelvan
La Torá les prohibió a los judíos volver a Egipto: porque Dios les dijo: “Ya no volverás por este camino” a la tierra en la que fueron esclavizados (Deuteronomio 17:16). Egipto era corrupto; los judíos no debían tener ninguna relación con ese país, incluso después de haberse asentado en la vecina tierra de Israel.

Cuando el reino de Asiria amenazó invadir el reino norte de Israel, el Rey Hoshea ben Ela acudió a Egipto para formar una alianza en contra de Asiria. El profeta Isaías les advirtió que no debían buscar ayuda en Egipto sino en Dios: Ay por quienes van a Egipto en busca de ayuda… (Isaías 31:1). Como resultado, Asiria invadió la región norte de Israel y exilió a las 10 tribus que vivían allí.

Trágicamente, esa no fue la última vez que los judíos de la antigua Israel recurrieron a Egipto por ayuda. Después de la destrucción del Primer Templo, un grupo de judíos liderado por Iojanán ben Kareaj fue a Egipto a buscar una alianza en contra del poderoso imperio de Babilonia. El profeta Jeremías les advirtió que no fueran: Si se dirigieran a Egipto… la misma espada a la que temen los encontrará allí (Jeremías 42:15). Su profecía se hizo realidad cuando Babilonia invadió Egipto, aniquilando a la comunidad judía local.

Después de que el Imperio romano destruyera el Segundo Templo y dejara a Jerusalem en ruinas, también invadió Egipto, mató y exilió a sus habitantes. Muchos rabinos creyeron que dado que la antigua comunidad de Egipto ya no existía, ahora los judíos tenían permitido vivir allí. Visitar Egipto sin la intención de vivir allí era aceptable, como lo era mudarse a Egipto desde otros países (lo cual algunos consideraron que no transgredía la prohibición bíblica de volver a Egipto desde la Tierra de Israel).

2. Una floreciente comunidad judía en Alejandría
El rey griego Ptolomeo I gobernó el antiguo Egipto a partir del siglo IV AEC e introdujo allí la cultura griega. Muy pronto floreció en Alejandría una comunidad judía. Sin avergonzarse de haberse helenizado, los judíos de Alejandría hablaban en griego y ocuparon muchas posiciones claves en el gobierno y el comercio griego. La comunidad era grande; algunos eruditos estiman que llegó a más de un millón de personas.

Los judíos de Alejandría continuaron floreciendo durante los tiempos romanos. El historiador judío Iosefo describió que allí había una comunidad semiautónoma: “Su líder es un gobernador que legisla y juzga al pueblo”. Él también señaló que los judíos de Alejandría eran escrupulosos cumpliendo las leyes de su comunidad judía.

Los romanos egipcios se levantaron en contra de los judíos de Alejandría en una serie de violentos tumultos antijudíos en el año 38 EC. A causa de un resentimiento que se gestó a lo largo del tiempo, ese año se burlaron de los judíos cuando el rey israelí Agripa visitó Alejandría. Organizaron un show oficial, una pantomima, en la que un payaso disfrazado del Rey Agripa se burlaba de él y lo saludaba como rey. Los ciudadanos no judíos de Alejandría se unieron a la humillación y le pidieron al gobernador romano local que erigiera estatuas del emperador romano Calígula en todas las sinagogas de la ciudad. La población exigió decretos antijudíos aún más restrictivos, negándoles el voto y eventualmente promoviendo disturbios generalizados en contra de los judíos de Alejandría. Quemaron comercios y edificios de judíos, y muchos judíos fueron asesinados. El gobernador local reunió a 38 oficiales comunitarios judíos y los hizo azotar en público, provocando la muerte de algunos de ellos. Los derechos de los judíos sólo fueron restituidos cuando el Emperador Claudio sucedió a Calígula en el año 54 EC.

3. Rav Saadia Gaón
Rav Saadia ben Iosef, conocido como Saadia Gaón (Saadia el Genio), nació en Egipto en el año 882 EC, en una pequeña aldea cerca de la ciudad de Fayum, identificada tradicionalmente como la antigua ciudad de Pitom, construida por esclavos judíos más de mil años antes.

La vida y obra de Rav Saadia Gaón ilustra muchos de los conflictos que enfrentaron las comunidades judías de Medio Oriente de esa época, cuando los gobernantes musulmanes impusieron a los judíos el estatus de ciudadanos de segunda clase y las comunidades judías no supieron cómo responder. Gran parte de las primeras obras de Rav Saadia Gaón fue dirigida en contra de los caraítas, una secta de judíos que rechazó el Talmud y estableció sus propias costumbres y tradiciones religiosas. Con el tiempo, Rav Saadia se vio cada vez más perseguido por los caraítas, quienes irrumpieron en su casa y destruyeron sus libros y sus escritos. Rav Saadia huyó a Israel, vivió allí, en Siria y luego regresó a Egipto antes de llegar a ser el líder de la famosa academia de estudios judaicos de Sura, en Babilonia.

4. Dimi: ciudadanos de segunda clase.
Cuando el gobierno egipcio pasó de manos romanas a musulmanas, una serie de leyes relegó a los judíos al estatus de ciudadanos de segunda clase, o dimi. Los judíos fueron obligados a pagar un impuesto anual, y el método de pago tenía el objetivo de reforzar su estatus inferior. Los oficiales que recibían el impuesto debían hacer esperar a los judíos que venían a pagar, gritarles e incluso empujarlos y abofetearlos. Al pagar el impuesto, los judíos no tenían permitido levantar su mano por sobre la mano del oficial que recibía el dinero. Los judíos también tenían prohibido asistir a eventos públicos como bodas, fiestas o funerales no judíos.

A pesar de esas humillantes restricciones, la vida judía floreció en Egipto, generalmente a escondidas. Los judíos tenían fiestas y comidas fastuosas con invitados en los patios de sus casas. Muchos documentos de la época hablan de reuniones para jugar juegos de mesa en las tardes de Shabat. Un pasatiempo popular eran las carreras de palomas: ponían jaulas en los techos de algunas sinagogas y los judíos se enviaban palomas entre Alejandría y El Cairo. Incluso el vestido amarillo que los judíos eran forzados a usar no disminuyó su estilo. Una carta de un residente judío de Egipto llamado Salama ben Musa ben Itzjak, de mediados del siglo XI, describe una camisa amarilla que había encargado para Iom Kipur: “corta y a medida, de material fino, no vulgar”.

5. Rabí Iehudá Haleví en Alejandría
Rabí Iehudá Haleví, el gran sabio, escritor y poeta judío, nació en España en 1075. Su obra filosófica El Cuzari es una obra clásica de la literatura judía, y su hermosa poesía continúa inspirando en la actualidad. Iehudá ansiaba visitar Israel antes de morir: “Mi corazón está en el este/ y yo estoy aquí, al extremo del oeste. / ¿Cómo puedo saborear lo que como?/ ¿Cómo podría satisfacerme?”. En estos versos plasmó el deseo de generaciones de judíos de ver la Tierra de Israel.

En 1140, Rabí Iehudá finalmente partió hacia Israel con su yerno. En esos días, viajar era extremadamente difícil. Navegar por el océano implicaba el riesgo de sufrir un naufragio o de caer en manos de piratas. Rabí Iehudá ayudó muchas veces a recaudar dinero para rescatar a pasajeros judíos que habían sido secuestrados en el mar. Ahora temía sufrir un destino similar, y escribió: “las cubiertas y los compartimientos rechinan/ amontonados dentro del casco/ los hombres tiran de las sogas/…los mástiles de cedro son como paja/ balastos de acero y arena son aventados como heno/ todos rezan, cada uno a su forma/ pero tú te diriges al Señor”.

Eventualmente, Rabí Iehudá llegó a su primera parada camino a Israel: la ciudad costera de Alejandría, en Egipto. Siglos después los eruditos encontraron cartas valiosas escritas por los judíos de Alejandría en los meses previos a su llegada. Los judíos de Alejandría eran grandes admiradores del famoso poeta; y todos se preguntaban quién tendría el mérito de hospedarlo, ansiaban el honor de disfrutar de la compañía del grandioso poeta y expresaron una intensa desilusión cuando el mérito caía en manos de un vecino. Rabí Iehudá llegó justo antes de Rosh Hashaná, y se quedó en Alejandría durante toda la temporada de las fiestas, pero tuvo miedo de seguir viaje por el océano. Pensó que sería mejor viajar a Israel por tierra, y comenzó a hacer los preparativos para ello.

Mientras tanto, Rabí Iehudá disfrutó de la belleza de la comunidad judía de Alejandría y escribió nuevos poemas: “El tiempo se ha quitado sus vestimentas de temblor/ y vistió sus más finos vestidos y joyas/ viste la tierra ahora batas de lino/ ricamente tejidas, hiladas con oro…”. Finalmente, después de estar meses en Alejandría, Iehudá reservó un pasaje en barco hacia el puerto israelí de Acre. Respecto a lo que ocurrió después hay diferentes relatos: algunos dicen que el barco de Rabí Iehudá se perdió en el mar; otros aseguran haber visto ese verano a Rabí Iehudá llegar a Jerusalem en el día de duelo judío por la destrucción de los Templos. Otros aseguran que apenas llegó a Israel lo atropelló un jinete árabe con su caballo y lo mató.

6. Maimónides: el médico real
Rabí Moshé ben Maimón, conocido como el Rambam, fue uno de los más grandiosos sabios judíos. Nació en Córdoba, España, en 1135. A los trece años tuvo que huir con su familia, cuando Córdoba fue conquistada por la secta fanática musulmana Almohad, que forzó a los judíos de Córdoba a convertirse al islamismo o a enfrentar la pena de muerte. Durante los 12 años siguientes, la familia del Rambam vagó por la España cristiana y, luego, se mudó a Fez, en Marruecos. Allí encontraron que la práctica del judaísmo estaba rigurosamente suprimida y era castigada con la muerte, por lo que se mudaron a El Cairo, donde por lo menos tuvieron la libertad de practicar su fe judía.

Para este entonces, el Rambam ya era un autor y uno de los rabinos más grandes de la época. También se convirtió en médico y trabajó para el Rey Saladin, primer Sultán de Egipto y Siria. Una carta que escribió el Rambam revela el gran respeto que le tenía la familia real, la población no judía de El Cairo y la comunidad judía, que lo consideraba su rabino:

“Vivo en Fustat (la zona judía de El Cairo), mientras que el rey vive en El Cairo (a un kilómetro y medio de distancia). Tengo una tarea muy difícil con el rey. Tengo que verlo al comienzo de cada día. Cuando él está débil, o uno de sus hijos (u otro miembro del palacio) está enfermo, no puedo salir de El Cairo y paso la mayor parte del día en el palacio. Luego tengo que atender a los oficiales del rey…”.

El Rambam explicó también lo que ocurría cuando volvía a su casa: “Apenas llego, famélico, encuentro las habitaciones de mi casa repletas de gentiles, ricos y pobres, jueces y magistrados, una variada muchedumbre… Desmonto, me lavo las manos y los persuado para que esperen un poco mientras como algo liviano… luego voy a curarlos y escribo las prescripciones que necesitan. A veces van y vienen a cualquier hora… a veces mi fatiga es tan grande que debo hablarles mientras estoy acostado… Cuando oscurece estoy tan fatigado que no puedo decir ni una palabra”.

En Shabat, Maimónides estudiaba todo el día con sus congregantes, respondía preguntas y guiaba a la comunidad. Además, comunidades judías de todo el mundo le enviaban cartas con preguntas importantes. Muchas de las sabias respuestas del Rambam se siguen estudiando en la actualidad y son atesoradas por los judíos de todo el mundo.

7. La guenizá de El Cairo
La sinagoga más antigua de Egipto (hay quienes dicen que es la más antigua del mundo) es la sinagoga Ben Ezra de El Cairo. La tradición cuenta que fue fundada por Ezra el Escriba en el siglo VI AEC, y que se encuentra en el lugar donde la hija del Faraón encontró a Moshé en el Nilo. (Las aguas del Nilo continúan inundando los cimientos de la sinagoga). El edificio es viejo, aunque fue renovado recientemente. La comunidad judía de El Cairo le compró el edificio a la Iglesia Copta en el siglo IX y lo convirtió en una sinagoga.

La sinagoga Ben Ezra tenía un cuarto secreto: la Guenizá (palabra hebrea que describe un lugar oculto), que contenía miles de libros religiosos, cartas y otros documentos. Dado que esos libros tenían el nombre de Dios, no podían simplemente tirarse, sino que, por generaciones, fueron depositados en la Guenizá. Lo normal es enterrar esta clase de documentos pero, afortunadamente para los historiadores, la comunidad de El Cairo los conservó. La habitación, fresca y seca, era el lugar perfecto para almacenar páginas delicadas.

Con el tiempo se incrementaron las leyendas sobre el contenido de la Guenizá. Decían que a quien examinara los documentos le ocurriría algo terrible. Sin embargo, en el siglo XIX unos vendedores de antigüedades se enteraron de la existencia de la Guenizá y robaron algunos documentos, los cuales fueron vendidos en el mercado negro a coleccionistas de antigüedades.

En 1896, dos hermanos cristianos compraron algunos documentos robados de la Guenizá y se los llevaron a Salomón Schechter, un profesor de literatura talmúdica de la Universidad de Cambridge. Él identificó que se trataba de importantes textos judíos y llevó a un grupo de eruditos a El Cairo, donde examinaron cuidadosamente los escritos, y finalmente llevó la colección a Cambridge (donde en la actualidad se encuentra la mayor parte).

Los documentos de la Guenizá describen una vívida imagen de siglos de vida judía. Hay un relato de una persona que fue testigo de un saqueo de los cruzados en Jerusalem: “Estuve con él el otro día y los vi matar de una forma terrible, soy una mujer enferma al borde de la locura, además del hambre de mi familia y de la niña pequeña que está conmigo todo el tiempo, y las espantosas noticias que escuché sobre mi hijo”.

También hay documentos más prosaicos. Dentro del tesoro estaba el contrato más antiguo que se conoce de un casamiento judío. Había otra carta, sobre una mujer cuyo marido estaba harto de vivir con sus suegros y, encima, tenía que pagarles renta. Él se fue, pero volvía cada Shabat para estar con su esposa (evidentemente, la esposa no estaba contenta y prometía encontrar un lugar mejor para vivir).

8. Un segundo éxodo
En noviembre de 1945, una protesta estudiantil antisemita provocó disturbios en El Cairo, que se expandieron rápidamente a Alejandría y a otros lugares. Miles de egipcios condujeron por las calles de El Cairo gritando “muerte a los judíos”. Saquearon tiendas judías, incendiaron casas y sinagogas, quemaron rollos de Torá y otros libros judíos en una inmensa fogata. Seis personas fueron asesinadas y cientos resultaron heridas.

Un informe de una agencia telegráfica judía reportó en ese momento: “Este corresponsal vio a jóvenes egipcios salir de las tiendas (propiedad de judíos) arrastrando rollos de lana, con zapatos, toallas, calcetines y otros artículos cayendo de sus bolsillos… En muchos casos la policía egipcia… meramente se quedó a un lado mirando o dio la espalda”. En medio de los disturbios, representantes de las cinco organizaciones árabes presentaron una misiva a todos los diplomáticos extranjeros de El Cairo: “Les rogamos que informen a sus países que todo el mundo árabe comienza hoy su lucha activa contra los sionistas que amenazan al mundo árabe con su existencia en Palestina”.

Estas palabras fueron proféticas: pronto la discriminación rampante se convirtió en la norma para la antigua comunidad judía de Egipto. A partir de 1945, los judíos fueron gradualmente expulsados de los empleos públicos. En 1947 las escuelas judías fueron puestas bajo vigilancia y las obligó a enseñar un currículo enfocado en el islamismo. En 1948 forzaron a las organizaciones judías a entregar a las autoridades listas de sus miembros. En 1949 les prohibieron a los judíos vivir cerca de alguno de los palacios del Rey Farouk.

Bat mitzvá de niñas en Alejandría.

Después de la declaración de independencia de Israel en 1948, miles de judíos fueron arrestados y llevados a campamentos. Bombardearon sinagogas, hogares y comercios judíos. Con la existencia de un estado judío a donde podían huir, comenzó el segundo Éxodo. A pesar de las leyes que prohibían que los judíos egipcios se mudaran al estado judío, entre 1948 y 1968 más de 70 000 judíos de Egipto lograron huir a Israel.

9. Un remanente de pocos judíos
De un máximo de aproximadamente 100 000 judíos en 1948, hoy quedan en Egipto menos de 100. Durante los rezos de Rosh Hashaná en el año 2016, Madga Haroun, líder de la comunidad judía de Egipto, le dijo a un periodista que llegó de visita: “No sé si el próximo año tendremos miembros en la comunidad”. Además de la Sra. Haroun, que tiene 64 años, los otros judíos de El Cairo son mujeres de más de 80 años. Otros tres judíos vivían en Alejandría en ese entonces. Cuando en 2013 murió Carmen Weinstein, la líder anterior de la comunidad judía de El Cairo, la comunidad tuvo que traer a un rabino de París para que la enterrara.

La Sra. Haroun explicó que en la actualidad es difícil ser judío en Egipto. Si bien ella es ciudadana egipcia, su religión está impresa en su documento de identidad. A menudo los egipcios se rehúsan a creer que un judío pueda ser egipcio. “A veces en el banco nos dicen: ‘debemos tener permiso de la embajada’. Yo les digo: ‘¿De qué embajada? ¡No sabía que Egipto tiene una embajada egipcia!’”, explica la Sra. Haroun.

El antisemitismo en Egipto continúa siendo rampante. “Es quizás el único componente ideológico en el que concuerdan todas las facciones egipcias, ya sean islámicas, seculares o aquellos que en Occidente describen como liberales o demócratas” explica el analista político Samuel Tadro. “En la actualidad, el antisemitismo es el lenguaje común de Egipto”.

Fuente: Aish Latino

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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