Una hora sin reloj
A los tres meses de edad su padre por un hueco del alambrado del gueto Jaludna, de la ciudad de Lida, Polonia (actual Bielorrusia) la entregó a una mujer no judía con el único objetivo de que sobreviviera ante el peligro de sus vidas con los nazis. Dejó de llamarse Rojele Mowszowicz por Irina Shipula, apellido de sus nuevos padres postizos.
Pasadas más de siete décadas de haber escapado del terror de la Shoá decidió transmitir un mensaje esperanzador a los más jóvenes con sus conferencias y debates. En su libro “Todos mis nombresâ€, se pregunta por qué el gigante nazi no la mató y sí terminó con la vida de sus padres, de su hermana Neja y a otros familiares. En Argentina su tío paterno se hizo cargo de ella como si fuera su hija. Aquí rehizo su vida, se casó, tuvo hijos y dedica su tiempo a educar contando su historia en el Museo del Holocausto y en Museo Casa de Ana Frank.
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