Los judíos del Titanic
Era el año 1912. Una época difícil para los judíos de Europa: sobre sus cabezas pendían la opresión, la pobreza, el decreto cantonista y los pogromos en Rusia.
Desde 1880 hasta comienzos del 1900 muchos judíos huyeron de Rusia tratando de asegurarse un futuro y a menudo llegaron a las costas de los Estados Unidos. Uno de los barcos más grandes que llevó a centenares de estos pasajeros fue el Titanic. Aquí hay algunos datos interesantes sobre el destino de los judíos que subieron a bordo del Titanic. “De acuerdo con la lista de la compañía White Star, había varios cientos de judíos a bordo”, dijo Eli Moskowitz, autor de “Los judíos del Titanic” (escrito en hebreo). Había a bordo descendientes de algunas familias jasídicas, incluyendo a Guershon Cohen, Abraham Hyman y Jenie Drapkim. “Algunos de ellos ocupaban cabinas de primera clase, pero la mayoría viajaban en tercera clase, la cual estaba reservada para los inmigrantes y donde los hombres tuvieron menos oportunidades de sobrevivir. La cantidad exacta de judíos que había en tercera clase todavía se desconoce”. Aunque hay listas que identifican por nombre a los pasajeros judíos, Moskovitz sugiere que puede haber habido todavía más porque algunos judíos alteraron sus nombres y se registraron con identidades falsas antes de subir al barco. “Una de las únicas formas de salir (de Rusia) era con documentos falsos”, afirma Moskovitz.
Durante esa época (desde 1880 a 1920) se estima que 2,7 millones de judíos abandonaron Rusia para escaparse de las persecuciones religiosas, los sangrientos pogromos de Kishinev y el temido decreto de los cantonistas. El idioma, la cultura y la religión compartida por los judíos creó en el barco una comunidad unida. Comían y rezaban juntos y recibieron los mismos lugares.
De acuerdo con Moskowitz y el autor e historiador Charles Haas, los artefactos del Olympia (el barco mellizo del Titanic) prueban que había un menú kasher y platos separados para los judíos del Titanic. Los dos barcos compartieron los mismos utensilios y algunos de los artefactos que quedaron eran platos que tenían grabado “carne” y “leche”. El texto escrito debajo del menú estándar también ofrecía la posibilidad de recibir comida kasher. De acuerdo con Haas, Charles Kennel fue designado el cocinero judío y el rabino supervisor del Titanic. Él compartió el destino de la mayoría de sus hermanos.
El Titanic contaba apenas con la mitad de botes salvavidas necesarios para todos sus pasajeros e incluso esos no fueron llenos por completo. Quienes se encontraban en tercera clase y trataron de escapar de esa tumba acuática, tuvieron que atravesar el laberinto de las cabinas de los pisos inferiores hasta llegar a la cubierta superior. La pérdida de vidas entre los pasajeros de tercera clase fue desproporcionadamente superior. De los 710 pasajeros de tercera clase que había a bordo, sólo una cuarta parte se salvó de la muerte. Los registros de HIAS (Sociedad de Ayuda a la Inmigración Hebrea) muestran que sólo sobrevivieron 27 judíos. De las 1500 personas que se estima que se ahogaron, sólo se encontraron 340 cuerpos. La mayoría de las víctimas judías no tuvieron el mérito de recibir un entierro judío adecuado. Moskowitz escribe sobre el caso de Tzivia Meisner, quien sobrevivió pero el cuerpo de su esposo nunca fue encontrado. Ella presentó ante los Rabinos su caso respecto a su cuestionable estatus como aguná, una mujer que no puede volver a casarse debido a que existen dudas respecto a la muerte de su marido. En este caso en particular, le permitieron volver a casarse.
Esa noche fallecieron varios judíos adinerados, entre ellos Benjamín Guggenheim, el famoso magnate minero norteamericano. Según dicen, le ofrecieron a Guggenheim un salvavidas y la oportunidad de salvarse junto con las mujeres, pero él se negó. De acuerdo con el Jewish Cronicle, él dijo: “Ninguna mujer se quedará sin salvarse porque yo fui un cobarde”. El periódico agregó que después de “ayudar a los oficiale a subir a las mujeres a los botes”, él murió “con una broma en sus labios”. Según cuentan la famosas película, fue a su cabina, se pudo u smoking y esperó la muertes como un caballero.Nunca se encontró su cuerpo. Esa noche también fallecieron Isidoro e Ida Straus, los propietarios de la tienda Macy. Aunque la política de “las mujeres primero” podría haber salvado a Ida Straus, ella se negó a abandonar a su esposo en sus últimas horas. Natan Straus, el hermano de Isidoro, debería haber embarcado en el Titanic. Natan, Isidoro y sus esposas habían estado juntos en Israel. Natan Straus se sintió especialmente conmocionado por la terrible pobreza y la enorme piedad de los judíos que vivían dentro de las murallas de Jerusalem y decidió planear cómo ayudarlos en vez de regresar con su hermano, por lo que perdieron el fatídico viaje. Durante ese tiempo, Natan siguió sus convicciones y fundó comedores de beneficencia para los pobres de Jerusalem. Natan atribuyó su decisión de ayudar a los judíos de Jerusalem como la razón que salvó su vida. Posteriormente él fundó el Centro Médico Straus, estaciones de salud infantil y escuelas. La ciudad de Natania se llama así en su honor. Un afortunado pasajero de tercera clase que logró sobrevivir fue Abraham Iosef Hymnann. Después de llegar a Manhattan y ver rotiserías kasher en cada esquina, él regresó a Inglaterra y abrió una rotisería kasher a la que llamó “El Titanic”. La comunidad judía vio el hundimiento del Titanic como una tragedia colectiva y personal. El poeta Salomón Small escribió una canción original en idish en honor a los muertos del Titanic, titulada “Der Nasser kever”, o “”La tumba de agua”, que refleja los sentimientos de los judíos norteamericanos de la época. La poesía termina con una estrofa en honor a Ida Straus: “Pero escucha al alma de esa mujer: No me moveré de este lugar, moriré al lado de mi marido”.
Fuente: Personalidades Judías de Todos los Tiempos.
Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio JaiAyuda a RadioJAI AHORA!
HAZ CLIC AQUÍ PARA HACER UNA DONACIÓN