Media luna chiíta
Por el profesor Luis Fuensalida
El líder supremo de Irán, Alí Jamenei, está preocupado por las manifestaciones que se están dando tanto en Irak como en el Líbano, dos países que involucran la visión geopolítica de Teherán en la búsqueda de consolidar la llamada “Media Luna Chiita”.
La preocupación del régimen teocrático persa ha llevado al general Kassim Suleimani a viajar a Beirut y a Bagdad para cooperar con las autoridades de ambos estados, en reestablecer el status de seguridad y poner fin a las protestas.
Veamos el caso libanés, un país que está al borde del colapso económico debido a la implementación de desacertadas políticas financieras y a una corrupción endémica, algo que viene de hace décadas.
La brecha entre los que más tienen y los que menos tienen se ha acrecentado, hoy el 60% de la riqueza está en manos de unas 2.000 familias o clanes, mientras que la Deuda Pública es del 150% del PBI, lo que sería aproximadamente, unos E75.000 millones.
Las medidas impositivas aplicadas han exacerbado la desigualdad, en el marco de un creciente desempleo que en particular afecta a la franja etaria de jóvenes de 18 a 25 años.
El 30% de los libaneses viven por debajo de la línea de la Pobreza, y este sector de la población es rehén de las mafias que controlan el abastecimiento del agua y la electricidad, un suministro eléctrico que se ve afectado por cortes diarios, una muestra más del deterioro de las infraestructuras básicas.
Recuerdan a Mohamed Bouazizi, aquel vendedor ambulante tunecino que fue despojado de sus mercancías y sus ahorros por las autoridades de su país y se inmoló a lo bonzo?, Aquel trágico acontecimiento dio lugar al inicio de un proceso de manifestaciones que se extendió en varios países del Mundo Árabe, donde multitudes reclamaban por una apertura democrática y el respeto por el pleno ejercicio de sus Derechos Civiles, y que entre finales del 2010 y el 2013, sacudieron a los regímenes autocráticos y recibió la mal llamada denominación de “Primavera Árabe”.
El caso de Bouazizi tuvo como consecuencia en Túnez, la caída de Zine Ben Ali, quién estaba en el poder desde 1987, pues bien, ¿porqué he señalado el caso del vendedor tunecino?
, porque en el Líbano, en febrero ppdo., en la ciudad de Trípoli, George Zreik, un taxista padre de dos niños, se inmoló a lo bonzo frente a la escuela donde mandaba a sus hijos, la razón, por no poder afrontar los gastos de educación, por eso hoy, en las manifestaciones se pueden ver remeras y carteles con el rostro de Zreik.
Lo concreto es, que el panorama actual no sólo en Beirut sino en todas las ciudades libanesas es de bancos y escuelas cerradas, calles, avenidas y rutas cortadas con barricadas y quema de neumáticos, los jóvenes toman las calles con la consigna “Selmia” “Selmia”, que en árabe significa, “Pacífica”, aunque, militantes de Amal y de Hezbollah intentan irrumpir en las protestas.
Miles de libaneses quieren un cambio en el régimen actual, una gran parte reclama un gobierno laico y poner fin al sistema sectario, en clara alusión a la presencia dominante de Hezbollah con su visión teocrática, cuya actividad en los últimos 30 años ha ido en aumento al punto de conformar un Estado paralelo, con una fuerza militar equipada, adiestrada y subordinada a Irán, un Partido de Dios que hoy controla la coalición mayoritaria en el gobierno.
Las medidas que en su momento anunció el ex primer ministro Hariri llegaron tarde, y muchos economistas las calificaron de inviables e incluso algunos, de irreales, y que buscaban ser un medio para salir de la crisis, una situación crítica que se agrava con el bloqueo a una inyección de E9.800 millones que se había acordado en una Conferencia de Donantes, llevada a cabo en París en el 2018, a lo que se suma la suspensión sorpresiva de la ayuda financiera de los EE.
UU., por u$s.105 millones, impuesta la semana pasada.
En relación a la situación del País de los Cedros, a modo de reseña, la dirigencia política agotó el crédito de confianza de la ciudadanía que no cree en el “Diálogo Constructivo” pregonado por el pte. Michel Aoun y desconoce su visión de que “los cambios no se logran en las calles”, una dirigencia política que incluye a Hezbollah, cuyos partidarios han protagonizado enfrentamientos con el resto de los manifestantes, y cuyo líder, el sheik Hassan Nasralah, desde su bunker en la periferia de Beirut, observa con cierta preocupación los acontecimientos y en particular, el acercamiento que se ha dado entre la población y Ejército, lo que puede conferir a las FF.AA. libanesas el rol de depositarias y símbolo de unidad nacional, algo contraproducente para sus milicias chiitas, y un estado de cosas que preocupa a Teherán.
En el caso de Irak, la situación también preocupa al líder supremo Alí Jamenei, cuando en su protectorado de hecho, en la ciudad de Karbala, un bastión chiita, han aparecido pancartas con leyendas contra Irán, han quemado foto de Jamenei, y los manifestantes gritan “Irán fuera”, protestas que en todo el territorio iraquí lleva ya dos meses, y que al igual de lo sucede en el Líbano, la población está descreída de la dirigencia política, angustiada económicamente y cansada de la corrupción endémica, y exige un cambio de sistema, que recordemos que como en el caso de el Líbano, es un sistema constitucional de representación confesional proporcional.
Las manifestaciones anti iraníes también se vieron reflejadas en el incendio del consulado de Irán en Amarach, donde se linchó al líder de las milicias pro iraníes, y también se vieron en la ciudad de Kut, donde se incendió la residencia de un parlamentario asociado a Teherán.
En este escenario, surge la figura del populista clérigo chiita Muqtada al Sadr, que si bien tiene buenas relaciones con el régimen de los ayatolas, quiere cooptar las protestas, de hecho, las llamadas milicias sadristas o Brigadas de la Paz, se han desplegado en la Plaza Tahrir, en Bagdad, que es el centro de las protestas, bajo la consigna de proteger a los manifestantes, y expresan que Muqtada es un “hijo de Irak” e “hijo de iraquíes”, como una manera de contraponerlo con los otros políticos a quienes califican de “Mercenarios de Irán”.
Por su parte, el clérigo intentó sin éxito aliarse con Hadi al Ameri, lider del 2do. bloque parlamentario y rival del Primer Ministro Adel Abdelmahdi, por lo que ha quedado solo enfrentando a los partidos pro Teherán, como también al bloque kurdo que decidió respaldar a Abdelmahdi.
Pero si bien Muqtada tiene una importante cantidad de seguidores, también dentro del sector chiita iraquí tiene sus detractores, lo que ha quedado reflejado en la ciudad de Najaf, donde se encuentran los principales seminarios chiitas, y donde el clérigo intentó sin éxito unirse a los manifestantes que protestaban y fue rechazada su presencia por aquellos, que lo consideran parte de la dirigencia política que ha sumido al país en una crisis política y económica.
El sur de Irak es un escenario preocupante por los violentos choques entre milicias pro y contra Irán, por lo que el gobierno ha desplazado a las Fuerzas de Movilización Popular.
Reseñando lo que acontece en Irak, parece ser que Abdelmahdi quiere evitar el colapso del régimen y el consecuente vacío de Poder, sin embargo, lo hechos acaecidos en Karbala, Amarah, preocupan al líder Supremo Ali Jamenei, a pesar que cree que el clérigo chiita iraquí Muqtada al Sadr, llegado el caso y más allá de sus actual discurso, no se enfrentará a Teherán.
Finalizando la columna de hoy, en este escenario el régimen teocrático persa, más allá de seguir con preocupación los acontecimientos en el Líbano y en Irak, apuestan a reforzar su alianza con la Jihad Islámica y el Hamas en la Franja de Gaza, un tema que abordaré en el próximo encuentro, mientras tanto, continua con su retórica, Jamenei acusa a los EE.UU. a Israel y a los países árabes de estar detrás de las crisis y las manifestaciones en el País de los Cedros y en el de Las Mil una Noches.
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