Hay dos pueblos en tu vientre y de tu interior saldrán dos naciones que se separarán
El nacimiento de estos mellizos diametralmente opuestos entre sí, representa mucho más que el nacimiento de dos personas: marca el nacimiento de dos maneras de confrontarse con la vida: por medio de la fuerza y la violencia o por medio de la palabra y la comunicación.
En nuestra vida diaria, en la forma de conducirnos en nuestro trabajo, como padres, hijos, amigos, esposos, compañeros podemos ser como Esav violento en su proceder, en su modo de vivir o como Iaakov estudioso, comunicativo.
El poder acompañado de la violencia abruma e infunde respeto, es cierto, pero la palabra es la que siempre perdura y vence. Nada puede contra la calidez de una palabra apropiada.
El célebre fabulista Esopo alguna vez sintetizó esta idea a través de una parábola…
El sol y el viento discutían para ver quién era el más fuerte. El viento decía: ‘¿Ves aquel anciano envuelto en una capa? Te apuesto a que le haré quitar la capa más rápido que tú’.
Se ocultó el sol tras una nube y comenzó a soplar el viento, cada vez con más fuerza, hasta ser casi un ciclón, pero cuanto más soplaba tanto más se envolvía el hombre en la capa.
Por fin el viento se calmó y se declaró vencido y entonces salió el sol y sonrió cálidamente sobre el anciano.
No pasó mucho tiempo hasta que el anciano, acalorado por la tibieza del sol, se quitó la capa.
El sol demostró entonces al viento que la suavidad y el amor de los abrazos son más poderosos que la furia y la fuerza.
Que esta Parashá nos sirva como recuerdo permanente de que siempre, sin importar la situación, la palabra está por sobre la fuerza.
Fuente: Rabino Diego Vovchuk
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