Boris Johnson aplastó a Jeremy Corbyn por 10 puntos en las elecciones británicas
La victoria de Boris Johnson no era inesperada. Hasta hace un poco más de una semana, se multiplicaban los análisis que la anticipaban asegurada por un voto de ex laboristas en zonas retrasadas del país. Lo que sí asombró fue el tamaño de esa victoria quedaría confirmada.
Este triunfo tiene varias lecturas, precisamente por estas excepcionales características. Fue una votación claramente contra su rival laborista, Jeremy Corbyn, un político ambiguo, impreciso. El mismo un durísimo eurofóbico que no respetó la posición de su propio partido que desde las bases clamaba por un giro drástico en el camino al abismo del Brexit.
Corbyn prefirió dar largas al llamado a un nuevo referéndum y enredarse en promesas de un nacionalismo de otras épocas, que abrieron más sospechas que fidelidades en su propio electorado.
Fue un voto también claramente a favor del Brexit, más que al propio Johnson que se ha convertido en el piloto de esta separación envuelta en oscuridades. Las paradojas de Gran Bretaña son tan intensas que los mercados y las cámaras empresarias, exhiben un discurso más progresista que el de los propios electores. Son esos sectores lo que alertan sobre el tamaño del abismo al que se asomo el Reino Unido. Solo algunos datos confirman esa impresión. Colgada del espectro del Brexit, la economía británica creció a su ritmo anual más lento en casi 7 años este octubre, según la oficina oficial de estadísticas. La desaceleración de la economía mundial devino así en un socio fatal para las desventuras locales.
Tienta sospechar si este recorrido no es simplemente el estertor de la importancia política de uno de los últimos grandes imperios. Johnson no podría ser mandatario de esa estructura en otras circunstancias.
El Brexit partió a la mitad al país. Pero no alcanza con buscar una razón política a este disparate, al menos en la visión ominosa del propio Banco de Inglaterra. Esta crisis es la factura de los ajustes que sobrevinieron tras el tsunami financiero y económico que transformó al mundo hace una docena de años. La capacidad de crecer quedó detenida desde entonces y la reacción irritada de los sectores medios cuestionó a la política primero y al sistema después. La galería de líderes ultras que crecieron alrededor del mundo desde entonces brinda la dimensión adecuada del peligro que se había germinado.
El problema ahora es cómo se tramitará esta crisis. La cuestión es tan grave que el Reino corre el riesgo de desgajarse. Los escoceses, que en el referéndum original votaron por no romper con al UE, están ya calibrando su propia consulta para separarse y seguir con Bruselas. También, la isla de Irlanda, que une una parte británica y otra independiente, miembro de la UE. Las dos Irlandas analizan una opción que les permitiría plebiscitar si prefieren mantenerse unidas y seguir con Bruselas. Así, para Johnson, esta enorme victoria puede ser la de un niño intentando atrapar por un segundo, ese único segundo, un puñado de arena entre los dedos.
En la comunidad judía británica existe un temor generalizado en torno a la figura de Jeremy Corbyn, a quien sus propios compañeros de partido han acusado de antisemita. El candidato de izquierda ha mantenido en vilo durante meses a los europeos por su afinidad con grupos islamistas cuyos vínculos con grupos de medio oriente se sospechan.
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