La lucha de la comunidad judía de Chaco para enfrentar la crisis en tiempos de coronavirus
La provincia de Chaco es uno de los lugares de mayor número de casos de COVID-19 del país. Dialogamos con el Presidente de la Comunidad Judía de esa provincia, quien se refirió a la situación allí, y el funcionamiento de las instituciones en tiempos de cuarentena.
Chaco fue uno de los primeros lugares del país en donde se estableció el aislamiento social, semanas antes que a nivel nacional, y con ello se cerraron todas las instituciones, como el templo y la escuela. “Aquí se produjo, lamentablemente, el primer fallecimiento de un miembro de la comunidad judía por coronavirus del país, y tal vez de Latinoamérica”, recordó con dolor.
La comunidad, tal como está ocurriendo en distintos lugares, debió implementar cambios para que todo siguiera funcionando y continuase llegando de algún modo a todas las familias judías, la asistencia espiritual a través del rabino, en poder hacerle llegar a la gente las matzot para Pesaj, para que cada familia pudiera celebrar el Seder, en poder continuar con los servicios de kabalat shabat (oficio del viernes a la noche) ahora en modalidad digital, a la que e sumó un gran número de personas, aun mayor al que asistía de modo presencial a la sinagoga, quienes además participan de cursos y actividades diferentes, de Torá.
Destacó Jaraz, la labor de su guía espiritual, Natan Waingortin “que se está desempeñando muy bien” y respecto del tema salud, dijo que han formado un grupo de profesionales, miembros de la Comunidad, para asistir a la gente, quienes diseñaron un protocolo interno para estar preparados en caso de pico de la enfermedad y que los sistemas sanitarios se colapsen, y puedan así ellos mismos brindar además de medicamentos, elementos de protección para los que en caso de colapso del sistema sanitario de la provincia, deban atravesar la enfermedad en la casa. También un grupo de psicólogos trabaja en asistencia a adultos mayores y a las familias en general, para evaluar el ánimo de la gente en estas circunstancias y poder brindar la asistencia necesaria.
El shule (escuela) continúa funcionando a través de las maestras, quienes están en permanente contacto con los niños, incentivándolos para no perder el vínculo con la escuela, brindándoles actividades, contenidos de Torá, hebreo y festividades. Estar presentes para todos ellos, y para las familias que menos tienen procurándoles ayuda alimentaria. “Es tratar todos los días de reinventarnos para poder hacer todo esto”, señaló.
La Kehilá está afrontando una crisis económica, como la mayoría de las comunidades judías del mundo, y en el caso de las del interior, se acentúa el problema, dado que en esos lugares las cobranzas se realizan de manera domiciliaria, lo que hoy es imposible. Eso provocó que en el momento de decretarse la cuarentena, no hubo casi ingresos a la kehilá, ni en cuotas sociales ni en donaciones, mientras tanto la kehilá sigue funcionando y hay que sostenerla, deben abonar sueldos y afrontar costos fijos.
Se encuentran trabajando con Amia y Vaad ha Kehilot, no solo para generar actividades, sino también para solicitar apoyo económico. Están a la espera del lanzamiento de una página de esas entidades centrales, para ser incluidos, que será creada para lanzar una campaña de recaudación, pero por ahora es solo un proyecto. Dijo Jaraz que también se encuentran a tratativas con el Keren Hayesod, para acceder a un apoyo, pero aún no se ha implementado. Además, están intentando ingresar al plan que está generando el Gobierno para el sostenimiento de los sueldos del personal. A su vez, están hablando con los socios explicándoles que para que todo continúe funcionando, que para sostener la labor de las maestras, del rabino, es necesario el aporte de todos.
Los primeros momentos de la cuarentena fueron los más difíciles económicamente, porque la mayoría de los socios no estaba bancarizado, por lo que tuvieron que recurrir a diferentes maneras y recursos, para ir logrando el ingreso de aportes, no solo de cuotas sociales, sino también de donaciones. Además de los salarios, deben afrontar costos de mantenimiento, no solo del shule, sino también de los cementerios.
Agradecido por haber podido hacer conocer cómo vive una kehilá del interior del país esta pandemia, Uri Jaraz, expresó “Nos hace estar unidos”, y destacó que “el contacto con dirigentes con las distintas provincias es muy bueno, nos apoyamos, compartimos ideas, tratamos de solucionar problemas y es lo que nos mantiene firmes, y por otra parte los integrantes de nuestra comunidad, nuestra gente, y especialmente la Comisión Directiva, trabajan incansablemente, con muchas ganas, para que la kehilá continúe funcionando en su totalidad.
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