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Alcances y Logros de la Modernidad Judía

En el plano comunitario, los cambios impactaron de una manera rotunda. La Kehila tradicional (comunidad), aquella que era definida como una sociedad de individuos activos y que regulaba la vida judía en todos sus aspectos, dio paso a un nuevo tipo de organización comunitaria en la cual la pertenencia a la misma se convirtió en voluntaria. Un amplio sector judío secular podía decidir adherir a ella o no. Los nuevos dirigentes de la Kehilá tomaron sobre sus hombros la responsabilidad de representar a la comunidad ante los gobiernos de sus respectivos países y mantener las relaciones con otras comunidades judías.
En el plano social, los cambios culturales aceleraron la integración a la sociedad gentil. Bajo la estructura y el amparo del Estado moderno, la mayoría de los judíos comenzaron a educarse en las escuelas y en las universidades públicas. Los idiomas nacionales comenzaron a desplazar al ydish coloquial provocando el conocimiento y la asimilación a la cultura y a los usos y costumbres del país. Este proceso los impulsó a dedicarse a nuevas profesiones: el periodismo, las artes y las ciencias, fueron actividades que muchos judíos eligieron y en las que comenzaron a destacarse.
La prensa significó un capítulo importante, ella abrió las puertas a los periodistas judíos en una proporción sustancial. A mediados del siglo XIX ya se habían formado un número destacado de propietarios o directores de diarios judíos, con la consabida acusación antisemita de la época que “los judíos ejercían el control de la prensa”. A partir de 1830 apareció en Europa una prensa judía que se dedicaba a profundizar los lazos judíos con sus países de residencia, a mantener vivo el vínculo entre las comunidades e informar sobre los problemas judíos en los diferentes países en los cuales vivían, además de funcionar como órgano de difusión de ideas, cultura y literatura. Los periódicos más importantes en esos tiempos fueron: “Allgemeine Zeitung des Judentums” (Alemania), “The Jewish Chronicle” (Inglaterra) y “Archives Israélites” (Francia), este último, en el año 1853 propuso por primera vez convocar a un congreso judío con representantes de todos los países, para debatir sobre los problemas de los judíos en el mundo.
Una corriente importante de judíos se destacaron en las artes; los más renombrados en su tiempo eran: Heinrich Heine, en la literatura; Feliz Mendelssohn-Bartholdi, Giacomo Meyerbeer, Jaques Offenbach, y Gustav Malher, entre otros, en la música; Camille Pissarro, en la pintura; Lesser Ury y Max Liebermann sobresalieron en el impresionismo alemán. Sobre Liebermann es importante destacar que llegó a ser presidente de la Academia de las Artes de Prusia, cargo al cual renunció en 1932 por la discriminación que existía en su país hacia los pintores alemanes judíos. Pasó los últimos años su vida aislado, por voluntad propia, pintando hasta 1934, poco antes de fallecer en su Berlín natal. El régimen nazi confiscó la obra de Liebermann y la incluyó en sus listas negras, pero no la exhibió en ninguna muestra de corte político-propagandístico antijudío, por la excelsa calidad de la misma.
La modernidad judía producto de la Ilustración y de la Emancipación buscó alcanzar una simbiosis judeo europea que presuponía una sociedad plural capaz de asimilar a los judíos con su cultura y su singularidad, pero será el antisemitismo la enorme y potente barrera que se cerrará para oponerse al ingreso del judío.

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