El atentado de la AMIA para mí
Seré sincero y egocéntrico. Pido perdón. Sobre todo, a muchos conocidos y amigos que perdieron familiares, que trabajaron en los escombros y a los que lucharon política o judicialmente en la causa.
Pero les cuento mis sensaciones. Son mías.
Apenas explotó la bomba… la segunda en nuestro país. Sentí que no habría Justicia, mucho menos verdad. Nunca. Jamás. Es un país que no tiene la capacidad de encontrar culpables reales, que oculta, que desprecia lo sustantivo. Nuestra Argentina tiene cosas maravillosas, pero esto no.
Soy tan argentino como judío. Que nadie se le escape un comentario de esos básicos y ridículos: hincho por la selección (los que me conocen saben que aún no me recupero de la final perdida en Río de Janeiro), me fanatizo con la Leonas, la Legión de tenis, la generación dorada del Basquet. Soy Bilardista, Maradoniano, del Bati y Riquelmista, por pasión. También de la razón de Manu. Me identifico con los valores que transmitió Bianchi en Boca, la importancia del triunfo y la efectividad, también soy un orgulloso del Estado de Israel y su constante innovación.
Soy tan argentino que sé que el Atentado de la AMIA quedará impune, reclamaré verdad y justicia hasta el último de los días.
Es una vergüenza que no sepamos nada de la conexión local, que, para muchos jueces y dirigentes nacionales, el grupo terrorista Hezbolláh sea un partido político inocente que lucha por ideales elevados. ¿A dónde hemos llegado? Pensar que la República de Irán tiene verdaderas intenciones de juzgar a los perpetradores de un atentado sería reconocerse como Estado terrorista. La ridiculez humana no tiene límites.
El Atentado se hizo en Argentina, para que no haya verdad ni justicia.
El pueblo judío ha dejado muchas enseñanzas al planeta en su historia, una de ellas es la perseverancia, el reclamo inclaudicable ante las tragedias. Sufrimos el Holocausto Nazi, la Shoá… mis abuelos en carne propia pudieron sobrevivir y contarme barbaridades de lo acontecido. Mi abuela perdió a sus padres y hermanos. Se entiende, mataron a sus padres y hermanos. Solo ella sobrevivió. Vino a Argentina en busca de paz. Este país no se la dio.
Tengo bronca e impotencia. Tristeza pura.
26 años después del 18 de Julio de 1994.
Solo pido Memoria, Verdad Justicia y Paz.
Una obviedad casi. Tan fácil. Tan difícil.
Gabriel Slavinsky
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