Siento vergüenza y enojo
Vergüenza porque no aprendemos de nuestra propia historia y enojo porque apoyamos a los aliados de nuestro enemigo.
Me voy a explicar.
Cuando los nazis llevaban a cabo su campaña genocida contra mi pueblo, todo el mundo miraba para otro lado, total, los que morían eran judíos. Y fueron seis millones de víctimas.
Esto tendría que habernos enseñado a no ser indiferentes ante el sufrimiento de otros pueblos. Pero parece que no aprendimos.
A principios del siglo XX 1 millón y medio de armenios, un pueblo tan antiguo y sufrido como el mío, fueron asesinados por los turcos. Y ahora nuevamente son masacrados. Que el mundo mire para otro lado es habitual, pero nosotros, que sufrimos el Holocausto no tenemos derecho a mirar para otro lado y debemos luchar para que no se repita el genocidio.
Y acá viene el enojo. Desde que Erdogan asumió la presidencia de Turquía las relaciones diplomáticas entre ese país e Israel se volvieron tirantes, pero no se cortaron. Erdogan financia grupos terroristas que atacan a Israel, le da la ciudadanía turca a dirigentes de Hamas y la Jihad Islámica, en la ONU pronuncia discursos cargados de odio contra Israel, proporciona armas y mercenarios a los azeríes que están atacando a los armenios, ¿y qué hace el gobierno de Israel? No sólo no rompe relaciones con Turquía (hay muchos millones de dólares en comercio en juego), sino que vende armas a los azeríes, o sea que indirectamente es cómplice del genocidio.
Como dije al principio, siento vergüenza y enojo.
No sé si esto sirve de algo, pero quiero pedir perdón en nombre de aquellos judíos israelíes que todavía tenemos conciencia.
Perdón hermanos armenios.
Perdón Hrach.
Por Israel Winicki
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