La singular vida de David Wolffsohn
El próximo viernes 9 de octubre se cumple un nuevo aniversario del natalicio de David Wolffsohn, quien fuera uno de los primeros y más destacados activistas de la Organización Sionista Mundial. Había nacido en el año 1856 en la ciudad de Dorebiani, Lituania, en ese entonces formaba parte de la Zona de Residencia judía del Imperio Ruso. Su padre Isaac era un maestro y su madre Feiga, una ama de casa que provenía de familia de rabinos.
Wolffsohn recibió una educación judía religiosa y en su adolescencia fue enviado por sus padres a Prusia Oriental para evitar el reclutamiento del ejército del zar. Al llegar a Alemania se instaló en el territorio de Memel donde conoció al rabino de la ciudad, Yitzjak Rülf, quien lo tomó como alumno y le enseñó, entre otras disciplinas, alemán y matemáticas, además de introducirlo en las ideas del incipiente movimiento sionista.
A los veinte años, Wolffsohn se hallaba dedicado al comercio, tarea que le demandaba realizar múltiples viajes para sus operaciones. Durante uno de sus viajes, conoció al escritor y pensador sionista Aarón David Gordon con quien estableció una seria amistad, relación, que con el tiempo, le posibilitó absorber sus ideas sobre la importancia del regreso de los judíos a Zion.
En 1880 ya era un agente de una importante empresa maderera de propiedad judía, por la cual realizaba viajes y giras por toda Europa. Durante uno de sus viajes por Alemania Wolfson conoció a su esposa Fanny Yudel. Su habilidad como agente y comerciante le permitieron independizarse y establecer su propio negocio de madera, convirtiéndose en un hombre adinerado. Su fortuna le permitió contribuir y solventar a la comunidad de su ciudad natal e incluso construir una sinagoga con su propio dinero.
Con el tiempo, las ideas sionistas lo fueron atrapando, después de asistir a diversos encuentros de conferencistas quienes pregonaban sobre el resurgimiento del pueblo judío, Wolffsohn comenzó a dar sus propios discursos sobre el sionismo. Pronto se unió a los principales activistas del movimiento Jibat Zion de Alemania y se convirtió en un líder de acción. En su autobiografía relata la gran impresión que le causó el leer ‘El Estado Judío’ de Theodor Herzl en 1896, hecho que provocó su viaje a Viena y convertirse en amigo y asistente personal de Herzl.
Después de regresar de Viena, Wolffsohn creó en Colonia un grupo que luego se convertiría en la Organización Sionista alemana, cuya doctrina era una asociación de los postulados del movimiento Jibat Zion con las ideas sionistas de Herzl. Para el Primer Congreso Sionista Mundial Wolffsohn creó la bandera de la convención. En su autobiografía describe como diseñó la bandera:
‘Por orden de nuestro líder Herzl, vine a Basilea para hacer todos los preparativos para el primer congreso. Entre las muchas preguntas que tenía entonces nuestro líder se hallaba la siguiente: ¿Con qué bandera decoraremos el Palacio de los Congresos? ¿Cuáles serán sus colores?, no teníamos bandera y este hecho fue muy doloroso. Y se me ocurrió una idea: después de todo, tenemos una bandera: blanco y azul, es el Talit en el que nos envolvemos en nuestras plegarias, este Talit es nuestro símbolo. Luego ordené una bandera azul y blanca y una estrella de David pintada en ella. Y así nació nuestra bandera nacional’.
En 1898 Wolffsohn acompañó a Herzl en un su extraordinario viaje a Constantinopla y la Tierra de Israel. Formaba parte de la delegación sionista que se reunió con el emperador alemán durante dicha visita. El relato de Wolffsohn es digno de ser recordado: cuenta que los miembros de la delegación navegaron de Constantinopla a Alejandría. En el viaje, el barco se detuvo en El Pireo y visitaron Atenas y la Acrópolis. En Alejandría, se equiparon con trajes tropicales y sombreros de corcho, y abordaron un barco más pequeño que zarpó hacia Jaffa. El 26 de octubre, al ver la costa de Eretz Israel, Wolffsohn se encontró llorando de emoción.
Durante la visita, Wolffsohn fundó el Tesoro para el Asentamiento Judío, Jewish Settlement Treasure, una especie de banco que servía de motor económico para el establecimiento en el país de inmigrantes judíos. El viaje permitió que los lazos de amistad con Herzl se estrecharan a tal punto, que el líder sionista ordenó en su testamento reconocer a Wolffsohn como el tutor de sus hijos después de su muerte.
Sobre su admiración y amistad con Herzl lo reflejó en sus escritos: ‘La aparición del Judenstaat marcó una época para mí. El libro me causó una impresión tan profunda que fui de inmediato a Viena para ponerme enteramente a disposición de Herzl. Desde ese momento hasta los últimos días de su fructífera vida, lamentablemente tan prematuramente terminada, permanecí en una relación ininterrumpida con nuestro líder inolvidable. Luego dediqué todas mis fuerzas a la continuación de este trabajo al que considero como la tarea de mi vida’.
Así lo hizo, al morir Herzl, Wolffsohn rogó a los líderes del sionismo político, dirigidos por Max Nordau, a continuar con su titánica labor. En 1905, en la convocatoria del Séptimo Congreso Sionista en Basilea, Wolffsohn fue elegido oficialmente Vicepresidente del Congreso y Presidente del Comité Ejecutivo. Tras el nombramiento, Wolffsohn se concentró en llevar a cabo diversas actividades para fortalecer el movimiento, y en el VIII Congreso, celebrado en La Haya en 1907 fue elegido presidente, cargo que desempeñó hasta 1911 cuando renunció.
David Wolffsohn murió el 15 de septiembre de 1914 y fue enterrado en Colonia. En su testamento, ordenó dedicar su fortuna a trasladar los restos de Herzl, y los de él y su esposa a la Tierra de Israel, mientras que el resto de su capital lo destinó a propósitos sionistas en la Tierra de Israel, y que servirán, según decía, a toda la nación’. En 1952, los restos de Wolffsohn y su esposa fueron enterrados en el Monte Herzl en Jerusalén.
Por el profesor, Yehuda Krell.
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