El éxodo de los judíos libios
Hace pocos días, se cumplieron 75 años del estallido de uno de los más graves pogromos en Trípoli, la ciudad capital de Libia. Los sangrientos disturbios se extendieron durante cuatro días, desde el 4 hasta el 7 de noviembre de 1945, jornadas en las que fueron atacados los barrios judíos de la ciudad mediante saqueos e incendios de casas, sinagogas y comercios, con un trágico saldo de 132 judíos asesinados, de ellos 36 niños, y cientos de heridos, en su mayoría mujeres e hijos.
La masacre es considerada como una de las más graves que se llevaron a cabo contra los judíos en el norte de África en los tiempos modernos y marcó el inicio del éxodo judío.
La región que hoy se conoce como Libia fue el hogar de una de las comunidades judías más antiguas, su presencia allí data desde el siglo IV a e.c. Lo que una vez fue el hogar de una gran y próspera comunidad, hoy se encuentra completamente vacía de judíos debido a los sucesivos pogromos que provocaron su completa expulsión.
Los disturbios de noviembre no solo se circunscribieron a Trípoli, con el correr de las horas los desmanes se extendieron a otros pueblos y ciudades: Zawia, Tajura, Zanzur, Amrus y Qusabat. Luego de cuatro violentas jornadas, el ejército británico logró sofocar los disturbios que provocaron enormes daños materiales: 9 sinagogas fueron incendiadas y 813 negocios judíos fueron destruidos. La ferocidad de los ataques fue de tal magnitud que se estima que unos 4.000 judíos quedaron sin hogar y unos 2.400 fueron reducidos a la pobreza.
En esos días, Libia se encontraba bajo la Administración Militar Británica, que controlaba el país desde la Segunda Guerra Mundial. La actitud adoptada por el Imperio británico fue muy criticada por haber actuado a destiempo y con lentitud en detener los graves disturbios. Los militares británicos utilizaron la pueril excusa de culpar al exacerbado nacionalismo árabe, que según ellos, era fruto de la oposición a que el país fuera devuelto a la tutela italiana, situación que alentó a los libios a canalizar su furia hacia los judíos indefensos en lugar de ir contra los italianos.
También los militares argumentaron que según los informes que poseían sobre la insurgencia judía en Palestina y de los disturbios antijudíos que se produjeron en Egipto, ambos factores habían influido en la emoción descontrolada de los libios para desencadenar el estallido antijudío.
Entre los judíos libios la creencia generalizada era totalmente distinta: consideraban que los disturbios fueron instigados por los mismos británicos para mostrar que los libios no podían gobernarse a sí mismos y que necesitaban de un tutor, y también adjudicaban la pasividad inglesa como una advertencia o represalia contra los sionistas libios por el apoyo que brindaban al yshuv judío en la Tierra de Israel en su lucha por la independencia.
Es necesario señalar que el antisemitismo en Libia no era nuevo, venía de una larga tradición, pero desde mediados del siglo XX era posible observar el inicio de una época signada por trágicas jornadas antijudías. Desde finales de la década del 30’, el régimen fascista que gobernaba a la Libia italiana comenzó a aprobar leyes antisemitas por presión de Mussolini para que los judíos fueran despedidos de sus trabajos en el ámbito oficial, se los expulsara de las escuelas oficiales y sus papeles de ciudadanía fueran sellados con las palabras ‘raza judía’.
Durante la guerra, en febrero de 1942, las tropas alemanas junto a grupos árabes que luchaban contra los aliados en el norte de África ocuparon el barrio judío de Bengasi, saquearon tiendas y deportaron a 2.000 judíos al desierto, enviándolos a trabajar en campos de trabajo en los que más de una quinta parte de este grupo pereció.
Con la finalización de la guerra y a pesar de la liberación de Libia por los aliados la influencia nazi-fascista no cesó, los judíos del norte de África siguieron sufriendo innumerables ataques. Unos días antes del pogromo, el 2 de noviembre de 1945, aniversario de la Declaración Balfour, los nacionalistas árabes llevaron a cabo una generalizada ola de disturbios antijudíos en el Medio Oriente que azotó a las ciudades de Alepo (Siria), El Cairo (Egipto) y la más severa fue en Trípoli (Libia).
En 1948, con la creación del Estado judío los ataques antisemitas se reanudaron.
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En el mes de junio estallaron sangrientas jornadas en las cuales 15 judíos fueron asesinados y 280 propiedades judías fueron destruidas, estos ataques provocaron que más 30.000 judíos, de los 38.000 que vivían en Libia, emigraran a Israel entre los años 1948-1951.
Durante la siguiente década y media, los judíos que quedaron en Libia fueron sometidos a numerosas restricciones: se dictaron leyes que los discriminaban, que limitaban su capacidad de movimiento, principalmente hacia la emigración. Durante la Guerra de los Seis Días nuevamente la violencia estalló, ya en una comunidad diezmada de 4000 judíos, 18 fueron muertos junto a innumerables heridos.
Este último hecho marcó el punto final para la milenaria vida de los judíos libios, la comunidad judía fue evacuada casi por completo a Italia y sus casas y propiedades fueron confiscadas. Como dato ilustrativo, vale recordar que en febrero del año 2002, falleció Esmeralda Meghnagi, considerada la última judía que vivía en Libia, el hecho marcó el fin de esa gran y próspera comunidad judía que encontró en Israel un hogar para los 40.
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000 judíos de ascendencia libia.
*Yehuda Krell es profesor de Historia Judía graduado en el Instituto Superior de Ciencias Judaicas, Bs. As., y profesor en Educación Judía con especialización en Historia Judía para niveles Medio y Terciario del Ministerio de Educación de la Argentina. Realizó estudios de posgrado en Israel.
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