Inteligencia Artificial, Geopolítica de los Algoritmos ¿Hacia un colonialismo digital?
En los últimos años, es indudable que el conflicto entre EE.UU. y China en el campo del Comercio Internacional ha tenido efectos a nivel global, y también se ha dado, y sigue haciéndolo en la explotación e inversiones en Recurso Naturales Estratégicos, sin embargo, y como lo señalé en columnas anteriores, ese conflicto comercial es sólo la punta del iceberg, pues el verdadero conflicto, el que puede determinar un Nuevo Orden Mundial, está en el campo Científico Tecnológico.
En mi última columna del año ppdo., adelanté un término, “Colonialismo Digital” y me comprometí a desarrollarlo, algo que intentaré en el día de hoy, tras haber investigado y analizado sobre este interesante tema.
La pandemia del COVID19 ha sido un catalizador, un acelerador de etapas en el desarrollo y aplicación de tecnologías, es así que obligadamente se extendió el teletrabajo, las clases online, las teleconferencias y otras manifestaciones tecnológicas emergentes con gran influencia de empresas de ese sector, en muchos casos multinacionales, que llegan a impactar en las estructuras gubernamentales tradicionales, pues el alcance global, la masividad de usuarios y los miles de millones de dólares que le proporcionan a esas empresas superan el PBI de al menos casi un tercio de los Estados, y que en algunos casos se equipara y en otros supera a éstos en influencia internacional, produciendo cambios en todos los ámbitos del quehacer humano, desde la producción de bienes, la expansión comercial, la política exterior, la seguridad e incluso la defensa, y en consecuencia, están moldeando un nuevo marco geopolítico mundial.
Casualmente la controversia que se ha planteado en la adopción de la tecnología 5G, que divide la opinión de expertos, sea en el campo del impacto al medio ambiente, de la salud e incluso en el tecnológico, no deja de lado el de la seguridad en función de la defensa y soberanía de los Estados, y quizás el caso de la empresa china HUAWEI, sea suficiente para ejemplificar la puja entre China y algunos países alineados tras los EE.UU.
Pero mientras, la expansión y aplicación de esta tecnología 5G está en discusión, el verdadero conflicto se da en el desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA) que abre un abanico ilimitado de posibilidades al crecimiento y desarrollo humano, pero que también puede agudizar las desigualdades entre los actores, sean estatales o privados, en función de un progresivo aumento de concentración del Poder.
Para que comprenda la Inteligencia Artificial, podemos citar al científico británico Alan Turing, quién en 1950 se preguntó, si las máquinas podían pensar, o también valernos de las novelas de Isaac Asimov y sus tres leyes de la robótica o George Orwell y su 1984, hasta que el científico Marvin Lee Minsky, del MIT, Massachussets, EE.UU., acuñó el término Inteligencia Artificial, y a partir de entonces dejó de ser algo relacionado a la Ciencia Ficción y en la actualidad con sus aplicaciones en la economíco, en lo social y en lo militar, se ha convertido en un protagonista importante en la agenda global.
Como vemos, la IA ha nacido hace más de 70 años gracias a la Informática, y se ha desarrollado y complejizado cada vez más, pero una de las definiciones más sencillas la ha dado el Dr. Stuart Russell de la Universidad de Berkeley, EE.UU., que la resumió como “el estudio de los métodos para hacer que las computadoras se comporten en forma inteligente, tanto desde el aprendizaje y el razonamiento, hasta la planificación, percepción y comprensión robótica…”.
Pero fue Japón el primero en poner interés en este campo, ya que en 1982 desarrolló el proyecto de Sistemas Informáticos de Quinta Generación, con una inversión de u$s.850 millones, lo que obligó a una respuesta de los EE.UU., a través de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada para la Defensa o DARPA, invirtiendo u$s 1.000 millones y al que le siguió el bloque europeo con el proyecto ESPRIT y el Reino Unido con su programa ALVEY, pero indudablemente durante el período de la Guerra Fría, eran los EE.UU. quién iba a la vanguardia, sirva como ejemplo, la supercomputadora de ajedrez Deep Blue, desarrollada por IBM o que en el 2005, DARPA desarrolló el primer vehículo autónomo.
Para entonces, China había comenzado su propio desarrollo y para el 2016, su programa de IA AlphaGO, que a través del autoaprendizaje, sin intervención humana, aprendió el juego del GO y desarrollo sus propias estrategias, derrotando al campeón mundial, el coreano Lee Sedol, lo que motivó al gobierno chino a lanzar en el 2017 el programa de Estrategia Nacional, con una inversión de u$s.15.700 millones, con el objetivo de desarrollar un Centro de Innovación Tecnológica en IA para el 2030, mientras tanto, HUAWEI había escalado de manera vertiginosa el desarrollo de la Red 5G, con el impacto global y las disquisiciones ya señaladas.
La expansión, desarrollo y aplicación de la Internet, de los Algoritmos y de la Robótica conforman la llamada Economía Digital, que en el caso de Corea del Sur representa el 10% de su PBI, para el Japón el 8%, para los EE.UU., el 7% y para China el 6.5%, en un panorama, que proyecta que para dentro de dos años habrá aproximadamente 30 mil millones de dispositivos interconectados, y donde la mitad de ellos será entre máquinas utilizadas en todos los ámbitos de la actividad humana.
Ahora bien, desde el Siglo XVIII con la irrupción de la Revolución Industrial y tras sus sucesivas etapas, fue creciendo y desarrollándose la Industria y esto a su vez fue transformando el ámbito social y laboral, y que en mayor o menor medida fueron condicionando no sólo las políticas gubernamentales sino también sus agendas internacionales con efectos geopolíticos.
Esto nos lleva a analizar el fuerte impacto de la IA en el sector laboral, por una lado, según un Informe de la OIT de hace tres años, proyectaba que para el 2020, obviamente sin tener en cuenta la pandemia, se crearían 900 mil puestos relacionados con las nuevas tecnologías y la robótica, pero que también ocasionaría millones de despidos y la redirección hacia la formación de profesiones cualificadas, lo que se corresponde con el Informe de la OCDE, que contempla que el 9% de los empleos a nivel global están en riesgo y que entre el 50% y 70% de las tareas laborales se automatizarán, y en el mismo sentido el Foro Económico Mundial proyecta que para el 2025, si bien se crearán más de 130 millones de empleos nuevos, unos 75 millones podrían desaparecer, y finalmente el Instituto Global MacKinley, recientemente a publicado un Informe que prevé para el 2030, la automatización ocupará cerca de 800 millones puestos de empleo.
En este contexto, los dos principales actores globales, China y los EE.UU., delinean sus propias estrategias.
Por el lado chino, la estrategia de Beijing esta basada en el férreo poder ejercido por el PCCH, y que se instrumenta a través de empresas del sector científico tecnológico dedicadas a la IA, de naturaleza mixta, es decir, capitales privados y públicos, que tienen como objetivo consolidar a China como 1ª potencia mundial y que contempla una inversión de u$s 60.000 millones en un plan de desarrollo que en su proyección para el 2030 consolide globalmente a China, con una inversión de u$s 150.000 millones.
Estoy hablando de grupos como HUAWEI, XIAOMI, ALIBABA, TENCENT, etc., que se dedican a diferentes campos de desarrollo, como ser: ciudades inteligentes, inteligencia de mercado, vehículos autónomos, redes de suministros inteligente, educación inteligente, video detección, ciberseguridad y hogares inteligentes, pero todo en función de una Estrategia Nacional en IA, con una decidida proyección geopolítica.
Por su parte, los EE.UU. se mantiene fiel al modelo de primacía de la iniciativa privada, en particular a través de gigantes tecnológicos como GOOGLE, AMAZON, FACEBOOK, APPLE, MICROSOFT e IBM, todos con una capitalización bursátil, que sólo en el 2019 alcanzó a u$s 899.000 millones y con inversiones por cerca de u$s 110.000 millones, pero esto no quiere decir que quede excluida la visión geopolítica, por tal motivo, recientemente el Pentágono ha abierto un complejo en Silicom Valley.
Por su parte, la U.E. no se queda fuera de esta carrera, aunque en un tercer lugar, pese a que 32 de las 100 mejores empresas en el sector son europeas, comparando a las 30 de los EE.UU. y las 15 de China, pero carece de corporaciones de magnitud, como las que si cuenta estos dos actores y que ya señalé, y se refleja esta diferencia en los u$s 11.200 millones invertidos en el 2017, que si bien es cinco veces superior a los del 2011, no alcanzan a los montos señalados para EE.UU. y China.
Es por lo desarrollado a lo largo de la columna, que ahora podemos hablar de una Geopolítica de Algoritmos, como bien lo interpreta el presidente ruso Vladimir Putin que dice,”…quién se convierta en líder en IA será el gobernante del mundo…” y esto implica que el soft power de la IA no sólo superará el poder militar, sino incluso podrá relativizar el poder nuclear.
En este sentido, y apuntando a los dos principales actores, EE.UU. y China, el primero, durante la administración de Barak Obama, quién consideraba de suma importancia la investigación y desarrollo de la IA, el Congreso creó la Comisión de Seguridad Nacional sobre IA, mientras que Beijing ha desplegado una Ruta de la Seda Digital, una autopista de conectividad digital por donde circulen inversiones y bienes, de manera tal de unir Asia, Europa y África con tecnología propia y que estima que para el 2030 concentrará posiblemente, mas del 30% de los datos globales.
Otros actores de este juego o Geopolítica de los Algoritmos, son Rusia, India, Israel, Francia, Reino Unido, Canadá y por supuesto Corea del Sur, pero el resto de los países sufrirán un “vasallaje digital” por su dependencia de estas tecnologías de punta, y estarán a merced de las grandes corporaciones del sector o de los actores estatales que poseen soft power de la IA, del BigData o de la Nube, o bien actores estatales que patrocinen a esos conglomerados privados.
Y esto me lleva al objetivo de mi columna, describir la posibilidad de establecerse un nuevo tipo de colonialismo, el Colonialismo Digital, que será instrumentado por Imperios Digitales, una versión nueva, diferente y más compleja que el otrora colonialismo basado en el complejo militar industrial, por lo que la IA, en el ámbito del ciberespacio y del espacio exterior, pondrá a prueba la gobernanza y la soberanía de los Estados, delineando y condicionando sus decisiones y gestiones, tanto en el ámbito interno, en particular teniendo en cuenta los efectos en los campos social y laboral, como en el de sus relaciones internacionales, en un marco global que deberá ser analizado a través de una geopolítica no tradicional, la geopolítica de los algoritmos.
Finalizando mi columna de hoy, voy a citar al académico israelí Yuval Harari, que expresó, “…Por primera vez en la Historia, nadie sabe lo básico sobre como será el mundo dentro de 20 o 30 años, no sólo los fundamentos de la geopolítica, sino también cómo será el mercado laboral, qué tipo de habilidades necesitarán las personas, ni cómo serán las estructuras familiares…”.
*Luis Fuensalida es especialista en asuntos internacionales. Fue Comisario Inspector y Jefe de Departamento Interpol de la Policía Federal Argentina.
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