Reformas educativas que suman cero
La hipótesis cognitiva del aprendizaje escolar de los 1960’s era mecanicista. Suponía que si un alumno adquiría los conocimientos que proporcionaba cierto currículo y aprobaba las evaluaciones de suficiencia académica que de él se derivaban podía considerarse apto para desenvolverse como ciudadano y profesional. Pero ese anclaje con ciertos conocimientos y modelos curriculares ya no son pertinentes para un mundo que demanda de las personas calificaciones personales que estén ancladas en el perfil propio de cada estudiante más que en un estándar igualador para todos. Es decir, migrar del foco en el currículo por el foco en las personas.
Esta transformación que es persona-centrada que se interesa por saber cómo son las personas, cómo se desarrollan, cómo se van a comportar en el mundo y qué habilidades va a aportar, ponen mucho peso en el carácter individual de cada persona, dejando el currículo para un rol secundario. Por ahora el Aprendizaje Basado en Proyectos o Aprendizaje Basado en Problemas es el lenguaje conceptual de esa transformación; paulatinamente lo será el Design Thinking entre otros.
El currículo lineal, segmentado, predecible, mecanicista ya no sirve para estos tiempos. Todas las reformas educativas de los últimos 40 años tienen en común haberse equivocado, son reformas de suma cero que nos mantienen en el mismo lugar de partida, porque se han concentrado en intentar reformas modificando el currículo -que siempre viene atado con las pruebas de evaluación estandarizadas en literacidad, números, PISA, ,- habiendo tantos otros componente del sistema educativo que son relevantes pero los gobiernos no los tocan. Así mismo, los miles de millones de dólares pagados a los organismos internacionales para hacer “reformas educativas” han sumado cero. Estamos igual (o peor) que antes.
Se publican resultados de las pruebas, se capacita profesores, se capacita directores para que controlen mejor los resultados escolares, se aumentan los presupuestos y préstamos internacionales, pero por ningún lado se habla de cambiar el currículo y enfocarse en los estudiantes. Sin embargo, a menos que se cambie el rol de los estudiantes como protagonistas del aprendizaje, nada cambiará. Hay que reconocer que los niños son exploradores y aprendices por naturaleza, son diversos, son seres intencionales que actúan en función de sus propósitos. Necesitamos que esos aprendices no se vean frenados por las fronteras del currículo y las evaluaciones prescritas.
La mayoría de los académicos, funcionarios educativos y editoriales no están interesados en sumarse al esfuerzo del cambio de paradigmas porque les mueve totalmente el piso. Por su parte, los gobernantes no están listos para cambiar. Les resulta muy duro el giro de salirse de la obsesión de los economistas por medir los resultados de lo que se enseña en las diversas áreas académicas hacia hacer un perfil por alumno y medir resultados en cuanto a logros en autonomía, unicidad, pasión por aprender, creatividad, socialización, mentalidad emprendedora y responsabilidad social.
Lo más grave del asunto es que hay evidencias que pueden usarse pero se desprecian. Por ejemplo, los mismos organizadores de las pruebas PISA que muestran que en lectura y matemáticas China sale muy bien parada, también nos dicen que el nivel de satisfacción en la vida (felicidad) de los alumnos chinos es muy bajo, pese a que PISA misma dice ahora que el bienestar socioemocional es importante. La pregunta a los decisores es qué evidencia quieren usar: la del alto desempeño en lectura y matemáticas (que no garantiza nada realmente) o la del alto nivel de bienestar (que es un componente estructural en la vida de las personas), porque uno contradice al otro. Los estudiantes se sienten miserables y odian los cursos pese a que sacan puntajes altos. ¿Qué alternativa de resultado se privilegia?
Otro ejemplo es el de la creatividad, que PISA considera un valor; pero la creatividad está íntimamente ligada a la diversidad que es algo que PISA descalifica porque aboga por la mayor homogeneidad y la menor varianza en los puntajes. ¿En qué quedamos? ¿Qué pasa con los alumnos que por tener mucho interés y talento en un área no lo tienen en otra?
Queda entonces la pregunta de cómo podría ser un currículo alternativo y me quedo con la sugerencia del educador Yong Zhao de tomar el perfil de cada individuo como la unidad de construcción de un currículo personalizado. El sugiere que de la carga escolar, un 30% del currículo sea definido por el gobierno para garantizar que las personas sean funcionales a la sociedad en la que viven. Pero no es eso lo que hace que sean exitosos. Hay otro 30% del currículo que tiene que adecuarse a las realidades culturales particulares de cada país, con sus tradiciones, economía, realidades sociales, y en particular a la cultura local de cada colegio (lo que requiere autonomía). Y eso deja un 40% del currículo para que cada alumno determine qué quiere estudiar, investigar, profundizar. Eso debe incluir, como sugiere el filósofo Michael Sandel, la disponibilidad de acceso a plataformas de encuentro internacional con alumnos de todas partes del mundo que quieran participar en el desarrollo de proyectos u otras actividades de manera globalizada e intercultural, sin los límites del currículo nacional.
Es una forma de “estandarizar” la no estandarización. Pero eso requiere visión, convicción y coraje…
*León Trahtemberg es Conferencista y consultor en Educación. Miembro del Consejo Nacional de Educación. Co-Promotor y Líder Pedagógico del colegio Áleph
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