Lo que el café, la sopa de pollo, el helado y la ropa sucia tienen en común
Tiene muchos estados, formas, sabores y usos diferentes, pero en el fondo se trata de la misma propiedad esencial: pequeñas gotas de agua.
Las personas también pueden parecer radicalmente diferentes en situaciones diversas. Pero a veces, si miras con atención, puedes descubrir en su núcleo aquella pequeña gota, la cualidad o símbolo que las unifica. Por ejemplo, la manera en la que una persona reacciona ante la coerción o la tensión, o cómo elige responder de manera relajada, puede revelar algo muy profundo sobre su actitud en la vida.
La porción de la Torá de esta semana cuenta cómo Kóraj incitó una rebelión contra Moshé. Junto a Kóraj hay 250 miembros distinguidos de la comunidad que ofrendan el sacrosanto ketoret(incienso) para demostrar su valor para el sacerdocio y reclaman que “¡todo el pueblo (y no sólo Aarón o los sacerdotes) es sagrado!â€
La tierra se traga a los rebeldes y un fuego devora a los que ofrecen el ketoret. En conclusión, Di-s ordena que las bandejas de las ofrendas sean “convertidas en sábanas que se usen para cubrir el altar; porque fueron ofrecidas a Di-s y se han vuelto sagradasâ€. (17:2–3).
El Rebe aprende una increíble lección del hecho de que estas bandejas de cobre se hayan transformado en el altar en el que se ofrecían sacrificios en el Tabernáculo, el hogar de Di-s.
El mismo metal de esas bandejas fue santificado por un acto motivado por un deseo divino. A pesar de que los amotinados hayan pecado y como resultado hayan sido severamente castigados, detrás de su queja, por más errada que estuviera, había un deseo de acercarse a Di-s.
De esto, el Rebe extrapola: “Si ese es el aprecio que le tiene Di-s a un trozo de metal inanimado, definitivamente no hay ser humano irredimible. No importa cuán nocivos hayan sido sus actos, siempre esconden un deseo y una lucha, intrínseca a cada criatura de Di-s, por la bondad y la perfección divinasâ€.
Una breve enseñanza en un versículo de un episodio de la Torá.
Una pequeña gota de sabiduría, trascendental en aquello a lo que atañe.
En lugar de castigar a un grupo de rebeldes pecadores, individuos celosos que merecen admonición eterna, el Rebe se concentra en los motivos positivos que subyacen a sus acciones. Además, a través de este episodio desafortunado, enseña el amor infinito que tiene Di-s para todos nosotros, incluso si pecamos o si elegimos el camino equivocado.
Y este abarcador modo de pensar: en la manera en la que el Rebe nos enseña a apreciar nuestro propio mundo, es un factor intrínseco cavar hasta encontrar el valor central positivo, porque nuestro mundo fue creado por Di-s para servirle y en consecuencia todo debe tener algún valor de redención, en especial el pueblo elegido por Di-s.
Una pequeña gota.
Y una profunda imagen que altera por completo la manera en la que nos acercamos a nosotros mismos, a los demás y al mundo.
Fuente: Eschabad.org
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