Quiénes fueron los nazis que se refugiaron en la Argentina tras la caída del Tercer Reich
Pero las noticias que ligan al país con el nazismo no finalizaron con esas historias y continuaron pese al paso del tiempo. Hace exactamente un año un misterioso millonario de estas tierras desembolsó casi 700 mil dólares para quedarse con la última chaqueta militar de Hitler y ropa interior de Hermann Goering, entre otros objetos nazis, durante una subasta realizada en Múnich. Y ahora se conoció que otro argentino, un anticuario llamado Carlos Olivares, tenía en su poder una colección de 75 piezas con símbolos nazis, que incluye una lupa, supuestamente usada por el propio Hitler, y un medidor de curvaturas craneanas, instrumento que alguien deslizó podría haber pertenecido a Josef Mengele, aunque las inscripciones que tiene son de un departamento del Reich en el que no revistaba el infame médico del campo de exterminio de Auschwitz.
Investigadores vinculados al caso de Olivares indicaron que el “tesoro nazi” hallado en Beccar no podría venir de un solo lugar y que se trataría de material acumulado a lo largo del tiempo. Incluso otros arriesgaron que algunas de las piezas podrían ser una herencia de algunos de esos jerarcas que encontraron refugio en la Argentina. En 1997, durante el segundo gobierno de Carlos Menem fue creada la Comisión para el Esclarecimiento de las Actividades del Nazismo en la República Argentina (CEANA). Dos años después, anunció que los criminales del Tercer Reich refugiados en el país habían sido 150, aunque poco después revisó esa cifra y la llevó a 180. ¿Es posible que parte del material secuestrado en Beccar haya sido ingresado al país por alguno de estos criminales hitlerianos? Por lo pronto, las piezas son peritadas por especialistas para determinar si son auténticas o buenas copias.
En cuanto a los nazis que buscaron refugio en la Argentina, la modalidad utilizada para la fuga fue muy parecida en todos los casos. Complicidad de miembros de la Iglesia, de la Cruz Roja Internacional y de las autoridades migratorias argentinas. El circuito de escape, llamado “ruta de las ratas”, tenía un puerto de salida generalmente en Italia, podía ser Génova, y el destino final era Sudamérica.
Sin duda el nombre más conocido de todos los nazis que estuvieron en Argentina es el de Adolf Eichmann, que tuvo un rol clave en la “Solución Final”, el exterminio de los judíos europeos. Teniente Coronel de las SS, Eichmann fue el organizador de la “logística de la muerte”, ya que su oficina era la encargada de los traslados hacia los campos de exterminio de los judíos deportados en los países ocupados por los nazis. Al finalizar la guerra estuvo brevemente detenido, pero logró escapar y estuvo algunos años escondido con identidad falsa en Europa.
En 1950 obtuvo un pasaporte emitido por la Cruz Roja, con visado argentino, a nombre de Ricardo Klement. Con ese documento, viajó desde Génova a Buenos Aires. Eichmann-Klement estuvo un tiempo en Tucumán y luego se radicó en San Fernando, provincia de Buenos Aires. Allí consiguió trabajo en Mercedes Benz y fue detectado por el Mossad, que lo secuestró en mayo de 1960 y lo llevó a Israel, donde fue juzgado y condenado a la horca, pena cumplida el 31 de mayo de 1962.
Josef Mengele
El “Ãngel de la Muerte” era doctor en medicina y antropología y capitán de las SS. A partir de 1943 formó parte del personal de los campos de concentración y fue asignado a Auschwitz, en Polonia. En ese lugar fue el encargado de decidir quiénes eran aptos para el trabajo y quiénes debían ser enviados a morir en las cámaras de gas cuando un nuevo convoy con cientos de detenidos llegaba a Auschwitz.
Mengele, al igual que Eichmann, consiguió un pasaporte expedido por la Cruz Roja Internacional (número 100.501), a nombre de Gregor Helmut, ciudadano italiano. Con esa documentación, llegó a la Argentina el 20 de junio de 1949 y la Policía Federal le expidió la cédula de identidad número 3.940.484. Siete años después, y dando muestras de lo seguro que se sentía un nazi en la Argentina, presentó su partida de nacimiento original y pidió rectificar los datos de sus documentos, que pasaron a tener su nombre real. Esta información se desprende del intercambio epistolar entre el gobierno argentino y la República Federal Alemana, que solicitaba la extradición del médico, acusado también de realizar experimentos con seres humanos durante su actuación en Auschwitz. Mengele estaba obsesionado con los gemelos y con las personas que sufrían enanismo. Decenas de prisioneros con esas características murieron bajo directivas de Mengele.
Enterado del pedido de extradición de Alemania y cercado por el Mossad, que también estaba tras sus pasos, Mengele decidió huir. Estuvo un año en Paraguay y después se radicó en Brasil, donde no pudo ser apresado y finalmente murió en 1979, mientras nadaba en el mar, tras sufrir un infarto cerebral.
Neal Bascomb, autor del libro A la caza de Eichmann (Debate, 2012), sostuvo a este medio que Eichmann se hubiese fugado como Mengele si Israel hubiera pedido a la Argentina su extradición, como Alemania hizo con el “doctor muerte”. “Eichmann hubiera sido informado por los simpatizantes argentinos del nazismo y no hubiese sido atrapado en 1960. Ese era un temor relevante en el Mossad”, opinó Bascomb.
Algunos autores aseguran que Mengele conoció personalmente a Juan Domingo Perón. Tomás Eloy Martínez, en su libro Las vidas del General (Aguilar, 2004), cita parte de las conversaciones que mantuvo con el líder justicialista en Puerta de Hierro en septiembre de 1970. A continuación, un extracto del libro:
Cierta mañana, en septiembre de 1970, Perón me habló con entusiasmo de un especialista en genética que, durante su segundo gobierno, solía visitarlo en la residencia presidencial de Olivos, entreteniéndolo con el relato de sus maravillosos descubrimientos.
“Un día”, dijo Perón, “el hombre vino a despedirse porque un cabañero paraguayo lo había contratado para que le mejorara el ganado. Le iban a pagar una fortuna. Me mostró las fotos de un establo que tenía por allí, cerca del Tigre, donde todas las vacas le parían mellizos”.
Pregunté cómo se llamaba el taumaturgo.
“Quién sabe”, meneó la cabeza Perón. “Era uno de esos bávaros bien plantados, cultos, orgullosos de su tierra. Espere…Si no me equivoco, se llamaba Gregor. Eso es, doctor Gregor”.
Helmut Gregor fue el nombre con que Josef Mengele buscó asilo en la Argentina, a mediados de 1949.
Eduard Roschmann, nacido en el viejo imperio Austro-Húngaro y conocido como el “carnicero de Riga”, fue el responsable de numerosos crímenes en el gueto judío de la capital letona. Su nombre se hizo conocido mundialmente por la famosa novela Odessa, de Frederick Forsyth, historia que también fue llevada al cine en 1974.
Roschmann fue detenido en el final de la guerra, pero logró escapar de sus captores británicos en Dachau, en 1948. Ese año, ayudado por el obispo austríaco Alois Hudal, religioso que vivía en Italia y que fue una pieza clave para facilitar el escape de nazis hacia Sudámerica, Roschmann consiguió también su pasaporte de la Cruz Roja con visado argentino, a nombre de Federico Wegener. El “carnicero de Riga” hizo el mismo viaje que muchos de los nazis en fuga: de Génova a Buenos Aires. Vivió sin problemas en Argentina, hasta que a mediados de los 70, sabiendo que podía ser detenido por la insistencia de Alemania en pedir su extradición para que rinda cuenta de sus crímenes, huyó a Paraguay, donde murió en agosto de 1977.
Erich Priebke
A mediados de la década del 90 Bariloche se vio conmocionada por la noticia de que uno de sus más respetables y conocidos vecinos, Erick Priebke, era un criminal de guerra nazi, acusado por su participación en la Masacre de las Fosas Ardeatinas, en Italia.
Priebke, capitán de las SS, era mano derecha de Herbert Kappler, jefe de la policía militar alemana en Roma tras la caída del fascismo. Por orden de Hitler, Kappler procedió a la represión luego de un atentado de partisanos italianos que les costó la vida a 33 soldados alemanes. Así fue que dispuso la ejecución de un tiro en la nuca a 335 civiles italianos en las Fosas Adreatinas, unas minas abandonadas en las afueras de Roma.
Al igual que en otros casos, Priebke fue detenido al finalizar la guerra, pero logró escapar de un campo de prisioneros de Rimini y consiguió un pasaporte con el nombre falso de Otto Pape, ciudadano letón. Junto a su esposa y dos hijos, arribó a la Argentina en noviembre de 1948.
Descubierto por periodistas en Bariloche, el nombre de Priebke saltó a las primeras planas de medios de todo el mundo. Extraditado a Italia y condenado a cadena perpetua, cumplió arresto domiciliario por su avanzada edad y falleció en la capital italiana el 11 de octubre de 2013 poco después de cumplir 100 años.
Josef Schwammberger
Otro nacido en el viejo imperio Austro-Húngaro. Ingresó en las SS y fue asignado como comandante de campos de trabajo montados por la organización comandada por Heirich Himmler en Cracovia. En 1948 huyó hacia la Argentina, donde vivió sin ser molestado hasta el año 1987, cuando fue extraditado a Alemania. Allí la Justicia lo condenó a prisión perpetua, remarcando el visceral odio racial que Schwammberger tenía hacia los judíos.
Walter Kutschmann
Nazi de la primera hora, se unió al movimiento de Adolf Hitler antes de que este llegase al poder. Estuvo en la Legión Cóndor durante la Guerra Civil Española. Con el inicio de la guerra mundial, pasó a desempeñarse en un Einsatzgruppen, los escuadrones de la muerte que iban detrás de la Wehrmacht, encargados de asesinar a intelectuales y a la población judía, cuando todavía no se había tomado la decisión de avanzar en la Solución Final, el asesinato masivo por gas.
En 1944 desertó y escapó a Francia, donde adquirió una nueva identidad: Pedro Ricardo Olmo. Fue cobijado un tiempo por el franquismo y en 1948 viajó a Buenos Aires, disfrazado de monje católico. En Argentina consiguió trabajo en la empresa OSRAM. Los tribunales de Berlín Occidental emitieron una orden de arresto contra Kutschmann en 1967 mientras no se conocía su paradero.
Walter Kutschmann
El 2 de julio de 1975, el por entonces ministro del Interior, Alberto Rocamora, recibió una carta de la Asociación Israelita de Sobrevivientes de la Persecución nazi, donde le advertían que “se encuentra en la Argentina el criminal nazi Walter Kutschmann, ex subteniente de las tropas de seguridad hitlerianas SS, buscado por las autoridades judiciales de Alemania, bajo el nombre de Pedro Ricardo Olmo, ciudadano naturalizado argentino”. Al mismo tiempo, el incansable “cazador de nazis” Simon Wiesenthal denunciaba en Viena que Kutschmann estaba en Argentina.
Sin embargo, y tras permanecer detenido un breve tiempo en Buenos Aires, Kutschmann recuperó la libertad y tuvo a su favor la dilación de la República Federal Alemana en pedir la extradición, algo que ese país hizo formalmente recién en 1985, un año antes de la muerte del criminal de guerra nazi.
Fuente: Infobae
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