La masacre de Shabat
Los Salomon estaban celebrando un Shalom Zajar, una tradicional celebración luego de la cena para que la familia y vecinos den la bienvenida a este mundo al nuevo bebé.
Un golpe en la puerta parecía indicar la llegada del primer invitado. Pero en lugar de eso, Omer al-Abed, de una aldea árabe cercana, irrumpió en la casa de los Salomon con un gran cuchillo, asesinó a Iosef, de 70 años, a su hija Jaya, 46, y a su hijo Elad, 36, e hirió de gravedad a la esposa de Iosef, Tova, de 68 años de edad.
La esposa de Elad, Mijal, agarró rápidamente a sus hijos y escapó a una habitación en el piso superior en la que dormían sus mellizos. La puerta de la habitación no cerraba, por lo que Mijal frenéticamente sostuvo la puerta mientras llamaba a la policía.
Al escuchar los gritos, un soldado israelí que se encontraba fuera de servicio disparó por la ventana al terrorista de 19 años, hiriéndolo, pero sin matarlo.
¿Por qué este horrible ataque me recuerda el asesinato de la familia Fogel, hace seis años, en el que una madre, un padre y tres de sus hijos fueron asesinados a puñaladas en su hogar? ¿Es por las fotografías del piso lleno de sangre? ¿Es porque las víctimas eran todos de una misma familia, una familia que fue cercenada por un mismo cuchillo mortal? ¿Es porque los abuelos de la familia Fogel, Tzila y Jaim Fogel, viven en Halamish, el lugar en que ocurrió este ataque terrorista?
Halamish es una comunidad en la parte centro norte de Israel, ubicada a unos 50 kilómetros de Sebastia, la capital bíblica del reinado del norte de Israel. (La capital del reinado del sur de Yehuda fue siempre, siempre, Jerusalem). Hace tan sólo ocho meses atrás, un fuego, presumiblemente encendido por árabes, destruyó las casas de quince familias de Halamish. Luego de la masacre de Shabat, Halamish publicó una declaración oficial: “Esta no es la primera vez que nuestra comunidad ha ido golpeada por el terror.
Nuestra resolución sigue firme, y continuaremos construyendo una mejor vida para nuestros hijos, aquí en nuestra tierra ancestralâ€.
¿Asesinato por detectores de metal?
El terrorista, Omer El-Abed, fue liberado del hospital y enviado a custodia policial en la tarde del sábado. En el interrogatorio él dijo que había comprado el cuchillo dos días antes y que había planeado cometer el ataque por los eventos relacionados al Monte del Templo en Jerusalem. Los periodistas árabes también han establecido una relación entre el ataque y el hecho de que Israel haya instalado detectores de metal en las entradas al Monte del Templo en respuesta al asesinato de dos policías israelíes el 14 de julio con armas que se encontraban escondidas en una mezquita del Monte del Templo.
El Gran Mufti de Jerusalem (el más alto representante musulmán en Jerusalem) ha prohibido a los musulmanes ir al Monte del Templo, diciendo que “Allah no escucha las plegarias que pasan a través de detectores de metalâ€. (Esto es curioso, dado que la Gran Mezquita en Meca, el lugar más sagrado del islam, tiene detectores de metal). Los imanes locales han agitado las protestas con sus discursos, llamando a los musulmanes a estar dispuestos a morir para proteger Al-Aqsa, una de las dos mequitas en el Monte del Templo.
En el lado israelí, los políticos y expertos argumentan que los detectores de metal no son más que una excusa para la violencia, puesto que nada ha cambiado en el status quo del Monte del Templo; musulmanes, turistas y otros tienen libre acceso al lugar (luego de pasar por detectores de metal).
Yo vivo en la ciudad vieja de Jerusalem, a unos cuantos cientos de metros del Monte del Templo, y mientras mis amigos en Estados Unidos se rascan la cabeza tratando de entender esta frenética reacción debido a los detectores de metal, olvidan analizar por qué este pedazo de tierra que llamamos ‘Monte del Templo’ es tan importante tanto para nosotros los judíos como para nuestros primos musulmanes.
¿Por qué es tan importante del Monte del Templo?
“Constrúyanme un santuario y morare entre ustedesâ€, fue el mandato de Dios a los israelitas cuando acampaban junto al Monte Sinaí después del Éxodo de Egipto. Casi la mitad de la Torá está dedicada a los mandamientos relativos al Tabernáculo. Sería un lugar en el mundo físico en el que la presencia divina realmente se haría manifiesta, el vórtice entre el cielo y la tierra, el canal mediante el cual los rezos ascenderían y los milagros divinos descenderían.
Cerca de 400 años después (hace 3000 años), el Rey David decidió que, en lugar de tener un Tabernáculo itinerante, Dios merecía una morada fija. David adquirió un campo en la cima del Monte Moriá en Jerusalem, y su hijo Salomón construyó el espectacular Templo allí. El Tanaj describe con detalle la construcción de este Templo, el cual, al igual que el Tabernáculo que le precedía, sería el lugar en el mundo físico en que reposaría la presencia divina.
Luego de estar en pie por 410 años, el Templo de Salomón fue destruido por los Babilonios en el año 586 AEC, el día 9 del mes judío de av. Setenta años más tarde, 40.000 judíos que habían sido exiliados a Babilonia regresaron a Israel y se propusieron construir el Segundo Templo en el mismo lugar, desde entonces y por siempre conocido como ‘Har HaBait’, el Monte del Templo. En el primer siglo AEC, el rey Herodes expandió y embelleció el Segundo Templo. Éste estuvo en pie 420 años, hasta que los romanos lo destruyeron, también el día 9 del mes judío de av, en el año 70.
El 9 de av, conocido como Tishá B’Av, se transformó en el día de duelo nacional del calendario judío. No porque hayamos perdido la guerra, no porque hayamos perdido la ciudad de Jerusalem, no porque la sangre judía haya corrido por las calles de la ciudad, sino porque con la destrucción del Primer Templo, la manifestación de la presencia divina se retiró de este mundo físico, dejando a la humanidad en un estado de confusión espiritual que se mantiene hasta el día de hoy.
La conquista árabe a los bizantinos, quienes dominaban Palestina (llamada así por los romanos para erradicar la conexión con “Judeaâ€), en el año 634 llevó al sitio y a la eventual conquista de Jerusalem en el año 638. El Domo de la Roca (el “domo doradoâ€) fue construido en el Monte del Templo en el año 691, y el domo plateado de menor tamaño, la Mequita de Al-Aqsa, fue construida al otro extremo del recinto en el año 705. Este lugar, que es considerado el lugar desde el cual Mahoma (quien nunca estuvo en Jerusalem) ascendió al cielo en un sueño, es el tercer lugar más santo para el islam sunita.
Las tres semanas
El pueblo judío se encuentra ahora en el período conocido como “Las tres semanas†previas a Tishá B’Av. En la época de la conquista romana en el año 70 EC, las murallas de Jerusalem fueron penetradas tres semanas antes de la catástrofe de la destrucción del Templo. Este período de tres semanas es una época de duelo, considerada peligrosa para los judíos. Muchas catástrofes han ocurrido a nuestro pueblo durante este período.
El asesinato de la familia Salomon es una terrible tragedia. Una tragedia que también está inextricablemente conectada con este trágico período de las Tres semanas, en el que los judíos alrededor del mundo se ven obligados a involucrarse en el desgarrador debate de a quién le pertenece realmente el Monte del Tempo. El duelo que experimentamos durante Tisha B’Av es un fuerte recordatorio de que el Monte del Templo es el lugar más sagrado para el pueblo judío. Es hacia este lugar que se dirigen los judíos de todo el mundo cuando rezan, el lugar que permanecerá por siempre como el vórtice entre el cielo y la tierra, el lugar al que el Talmud llama “la compuerta de los rezosâ€. (Los musulmanes en cambio rezan mirando hacia la Meca).
Iosef, Jaya y Elad Salomon vivían orgullosos de su herencia espiritual. La noche de Shabat murieron por ella.
Fuente: Aish Latino
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