Judaísmo y Helenismo. Entre el hermetismo y la permeabilidad
Los griegos no habían conocido nunca antes a nadie como los judíos, y los judíos nunca habían conocido a nadie como los griegos. La interacción inicial parecía ser bastante positiva. Para los judíos, los griegos eran una nueva y exótica cultura del oeste. Tenían una profunda tradición intelectual que producía filósofos como Sócrates, Platón y Aristóteles (quien fue el tutor de Alejandro por dos años). Su amor por la sabiduría, la ciencia, el arte, el deporte, y la arquitectura, los diferenciaban de otras culturas con las que los judíos habían interactuado antes.
Los judíos de la alta sociedad copiaron rápidamente las costumbres y formas de vida helénicas: el diseño de las casas, las formas de organización institucional, la apetencia por el saber, la inclinación hacia la estética del deporte, entre otros.
El idioma griego fue considerado tan hermoso, que términos y conceptos penetraron en el vocabulario arameo y hebreo: sanhedrín, categor, sanegor, entre muchos más; la lengua griega sonaba como el más hermoso de todos los idiomas y los sabios declararon que la Torá podría ser escrita en griego, tal como sucedió con la “Septuaginta†en Alejandría. Allí los jóvenes judíos hablaban y escribían correctamente el griego, y utilizaban el idioma como “lengua francaâ€.
Los griegos nunca habían conocido a nadie como los judíos, la única nación monoteísta que tenía un concepto único de un Dios infinito, que ama a sus criaturas, que se preocupa por su creación y que es protagonista de la historia. Los judíos tenían tradiciones legales y filosóficas increíblemente profundas y complejas. La mayoría de los jóvenes judíos eran alfabetizados, y todos compartían una legislación sobre el bienestar social nunca antes visto en el mundo antiguo.
El helenismo era arrollador. Los griegos fundaron en Judea nuevas ciudades del tipo de las polis griegas; los dioses griegos llenaron las ciudades y panteones, pero el principal medio de difusión de la cultura lo fueron la educación y sus escuelas y el entretenimiento; los famosos teatros griegos proliferaron en Judea. La cultura judía no pudo resistir, un siglo y medio después de la muerte de Alejandro, Jerusalén ya era una polis griega. A la muerte de Alejandro el reino se dividió entre sus generales, dos imperios griegos emergieron en el Medio Oriente: los Ptolomeos en Egipto y los Seléucidas en Siria. La tierra de Israel se encontraba en la frontera entre estos dos imperios.
Mientras los cambios políticos se sucedían, la alta esfera de la sociedad judía, la que vivía en los grandes centros en donde residían las familias aristocráticas judías, se adaptaron rápidamente a la cultura helenista (algunos hasta el punto de renegar de su identidad judía). La gran mayoría de los judíos, los que vivían diseminados por el país, los agricultores y pastores, se mantuvieron leales al judaísmo. Este “rechazo” al estilo de vida helenista fue visto como una gran hostilidad por muchos griegos y fue considerado como una forma de rebelión. Las exóticas diferencias que alguna vez sirvieron como fuente de atracción entre las dos culturas, con el tiempo crearon un quiebre que llevaría en un futuro a una guerra civil.
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