Parasha Vaeira: Consejos parentales de una sobreviviente
“Pero no he hecho nada aúnâ€.
“Claro que sí: me estas prestando atención. Nadie lo ha hecho y lo poco que yo pueda masajearme la pierna no es suficienteâ€.
Mientras trabajaba para drenar la sangre de su pierna, Lily hablaba. Habló de su pasado y de su presente. Me sorprendí al enterarme que la mujer sentada frente a mí era una sobreviviente del Holocausto. Su madre la había dado a luz al comienzo de la guerra. Ella había sobrevivido al terror, al hambre y a la enfermedad. Y también había sobrevivido a los campos. Para cuando Lily cumplió cuatro años ya había vivido más cosas que una persona de 120 años.
Yo masajeaba; ella hablaba. Yo escuchaba; ella me enseñaba. Mientras me contaba de su infancia me enseñó una lección muy importante. Ella era la mayor de tres hermanos. Era la más alta, la más inteligente, la más fuerte. Lily repetía una y otra vez “Yo siempre debía ceder ante los otros. Mi madre siempre me decía, ´Vos sos la más alta, la más inteligente, la más fuerte. Debes ceder ante tus hermanos´â€. Eso significaba que Lily nunca pudo priorizarse ella. Nunca tuvo un juguete propio y nunca le daban la razón cuando peleaba con sus hermanos, aunque ella estuviera en lo cierto. Porque, después de todo, ella era la mayor y la mayor siempre debe ceder ante los más pequeños.
De repente, en medio del relato, Lily se quedó callada. Y luego me dijo: “Tienes tres hijos, no hagas que el mayor tenga que ceder siempre ante los más pequeños. No creas que el de ocho años entiende mejor que el de cinco años. Eso no es cierto. No puedes pretender que jueguen juntos y sean amigos si los tratas diferente. Porque si lo haces, terminarás convirtiéndolos en enemigos en vez de en amigosâ€.
Estas fueron las palabras de Lily.
Fueron fuertes, directas y acertadas.
¿Cuántas veces el hermano mayor esta jugado con una pelota y el menor viene de la nada e intenta sacársela? Y el mayor no se la da porque, después de todo, él estaba jugando antes. Entonces el menor empieza a llorar. A lo que nosotros decimos “¿no podrías darle la pelota a tu hermano?†¿Por qué? ¿No era su pelota? ¿Por qué debe ceder el mayor solo porque el menor sabe llorar?
O, si están jugando en el parque y ambos tienen hambre, siempre solemos darle primero al más pequeño. ¿Por qué? Porque es más chiquito, porque llora más que el resto. ¿Acaso es posible medir el hambre? Los ejemplos son incontables. Lily tiene razón. Podemos ver esto en nuestra sagrada Torá:
Estos son Aarón y Moisés, a quienes Di-s les dice: “Saca a los hijos de Israel de Egipto según sus legiones. Estos son los que hablaron con el Faraón, rey de Egipto, para saca a los hijos de Israel de la tierra de Egipto; Moisés y Aarón fueron.†(Éxodo 6:26-27)
Sobre este versículo, el famoso comentarista Rashi escribe:
Estos son Aarón y Moisés: mencionados anteriormente, hijos de Iojebed y Amram – -estos dos- son -los mismos- Aarón y Moisés “a quienes Di-s les dijoâ€, etc. En algunos -textos- se lo coloca a Aarón antes que a Moisés y en otras es Moisés quien aparece antes que Aarón, para decirnos que ambos eran iguales.
Moisés y Aarón fueron: se mantuvieron en su misión y en su rectitud de principio a fin.
Aunque ambos eran grandiosos, Moisés fue sin dudas el líder de Israel. Aarón era mayor que Moisés, pero Di-s lo eligió a Moisés porque Él sabía que Moisés estaba más preparado para ser líder de Israel. Su misión en la vida era guiar al pueblo de Israel. Aarón tenía una misión distinta, y a pesar de que Moisés tenía miedo de ofender a su hermano, Aarón no estaba celoso. La Tora nos dice que Di-s le dijo a Moisés que Aarón “lo vería y se regocijaría en su corazónâ€.
Creo que no existían los celos entre ellos y que se tenían un profundo respeto porque nunca se los comparo entre sí. A pesar del hecho de que tuvieran diferentes misiones y roles en sus vidas, ambos tuvieron “la misma importanciaâ€. Algunas veces Aarón fue primero, y otras veces fue Moisés.
Como padres resulta muy difícil no caer en los patrones. A veces sin siquiera darnos cuenta de ello. Pero si tomamos distancia quizás nos demos cuenta que hemos priorizado a un hijo por sobre los otros. Puede que sea el hijo que más llora y simplemente queramos callarlo. Quizás sea con el hijo que nos sentimos más identificados. O puede que sea con el que menos nos identificamos y por eso intentemos compensar la situación. Las intenciones son siempre buenas y en la mayoría de las oportunidades no nos damos cuenta de que marcamos esta diferencia; pero lo hacemos.
Al final de nuestra sesión, Lily me dijo que su pierna ya estaba mucho mejor. Yo atribuí parte de su dolor al agotamiento. Lily estaba cansada de ser siempre la fuerte, la más alta, la que debía ceder. Estaba cansada de tener que mantenerse erguida por sus propios medios. Le masajeé los dedos y la pierna una vez más antes de agradecerle por compartir su historia conmigo.
La próxima vez que mi hija de cinco años este saltando a la soga y la de dos años quiera usarla evitaré decirle “¿Por qué no se la das a tu hermana pequeña? En vez de eso le diré “Ella estaba jugando primeroâ€. Puede que la de dos años haga berrinche, llore y patalee. Pero en ese momento la alzaré, le daré un beso e intentare distraerla con otro juguete. Sin dudas mi hija mayor me lo agradecerá.
Gracias Lily por tus palabras y tus consejos.
Fuente: Eschabad.org
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