Las hormigas coloradas hicieron aliá a Israel

Esta especie de hor­migas coloradas se está expandiendo a un ritmo acelerado.

Mientras las autorida­des no prestaron atención durante años a esta plaga invasora, la hormiga ha invadido casi 300 co­munidades, incluido el Mar de Galilea (Kineret), desde donde pueden interconectar sus patas formando peque­ñas balsas y flotar para ex­tenderse fácilmente por todo el lago.

Las pequeñas hormigas de fuego son consideradas una de las peores plagas del mundo. Sin un plan nacio­nal para frenar su prolifera­ción, es probable que causen grandes daños económicos y ambientales.

La llegada de las hormi­gas no es noticia, un informe anterior predicho hace cin­co años, anunció que para el 2030 esta plaga causará una pérdida de 1.2 billones de shékels (340 millones de dólares).

La primera vez que se vie­ron fue en el Kibutz Afikim en el año 2005, cuando unos niños saltaron de la piscina por dolorosas picaduras. Se cree que estas inmigrantes llegaron a la fábrica del ki­butz en un envío de madera desde Brasil.

Se encontraron en el Valle del Jordán, a lo largo de la costa mediterránea, a través de la Galilea, en las colinas de Jerusalén y hasta en el desierto del Mar Muerto y Eilat. Se diseminan a tra­vés de diferentes medios, por ejemplo en los vive­ros, una persona compra una planta y la traslada a otra ciudad y allí viaja la hormiguita invasora para instalar nuevas comuni­dades de insectos.

Cuando estas hormigas se instalan en un lugar, la calidad de vida comien­za a sentirse perjudica­da, dice Itai Renan de la Universidad de Tel Aviv. Las hormigas están en el césped, entran a las casas y se convierten en inva­sión. El daño ecológico es peor aún, una población de estas hormigas de fuego pueden destruir todo lo que encuentran a su alrededor, devoran todo, insectos, rep­tiles, roedores y pajaritos bebés.

En el momento en que un pollito rompe el caparazón, atrae a miles de hormigas impulsadas por los feromo­nas, para devorarlo. En el caso de las mascotas si les pican por ejemplo en los ojos, el animal puede que­dar ciego y en el peor de los casos también en las casas donde hay pequeños bebés, el problema se agrava.