Vehículos autónomos: robots made in Argentina, del aula al mundo
Mateo Bartellini Huapalla, Damián Melamed y Franco Zelener cursan el último año de la Escuela ORT de Almagro en la especialidad de electrónica. Recibieron a DEF junto a sus profesores Teo Gentile Lena y Federico Freccero en el patio del colegio, entre las miradas curiosas de lo s compañeros y el barullo típico del horario de salida. Allí, desplegaron una gran pista de carreras en forma de ocho por donde corren los dos vehículos autónomos de 42 x 31 centímetros que los hicieron merecedores, en marzo pasado, de tres galardones en Robotraffic, la prestigiosa competencia de robótica que cada año organiza el Instituto Tecnológico de Israel (Technion) y de la que participan estudiantes de todo el mundo.
Por su participación en el certamen, que los convirtió en destacados embajadores del desarrollo tecnológico y del talento joven argentino, fueron galardonados por Editorial Taeda en la entrega de los Reconocimientos Taeda 2018 “Aportes a la Ciencia y la Tecnología”, el 25 abril pasado en una ceremonia en el Campo de Polo de Buenos Aires.
“Haber ganado en Robotraffic nos dio más pilas, más ganas de hacer más y mejores robots para seguir ganando”, expresó Zelener. El desarrollo nació en el taller extracurricular Club de Robótica de ORT, en donde los chicos pasaron el último verano preparándose para la competencia en Israel. El esfuerzo valió la pena, y los hizo merecedores de los primeros y segundos puestos en tres categorías de la competencia del Technion: Racing -de velocidad-, Careful Driving y Advanced Careful Driving, donde se pedía que el vehículo respetara las normas de seguridad vial.
En el patio de la escuela, con la pista acomodada en el piso, los chicos improvisaron una pequeña demostración para DEF. Los autos se movían solos, sin que nadie los controlara. Avanzaban manteniéndose dentro de los límites marcados por la pista en forma de ocho y frenaban cuando la luz de un semáforo en miniatura se ponía en rojo, para continuar su marcha cuando cambiaba a verde.
A lo largo del año escolar, los chicos del Club participan de varios certámenes de robótica a nivel nacional, con distintos proyectos, pero desde hace 6 años, el viaje a Israel para ser parte de Robotraffic es el sueño que los motiva durante todo el año. “Entre los profesores y el director elegimos quiénes van a ser los alumnos que nos representen en Israel. Se enteran a fin de año y trabajan en el proyecto de diciembre a marzo”, explicó a DEF Teo Gentile Lena, profesor de los chicos.
La modalidad de trabajo es, como el nombre lo indica, muy similar a la de un club. “Además de nosotros tres, hubo muchos chicos que nos dieron una mano”, señaló Bartellini Huapalla. “Chicos que habían participado en años anteriores de la competencia, otros que no quedaron seleccionados para viajar, todos venían y nos daban tips e ideas de cómo hacer mejoras, todos ayudaban”.
Uno de los autos presentados es el que tienen desde los comienzos de su participación en el certamen. Sobre ese mismo, en cada nueva edición de la competencia, Technion instruye a los participantes sobre los cambios y las mejoras que le deben hacer para poder participar. Pero, además, en esta oportunidad, el equipo de ORT llevó otro vehículo autónomo, construido en la escuela. Compraron un auto a control remoto, lo desarmaron, se quedaron con la parte mecánica (ruedas y chasis), y le agregaron toda la parte electrónica.
Construyeron de cero tres sensores (uno para que el vehículo se mantenga sobre la pista, otro que mide distancias, para que detecte si hay un objeto delante, y un tercer sensor que lee las señales de tránsito). Le sumaron dos motores (uno de control de velocidad, otro de dirección) y, por último, lo más importante, “el cerebro de todo”, un microcontrolador que procesa la información de los sensores y envía la orden a los motores para que actúen según el caso.
“Cada uno tuvo roles distintos, cada uno es mejor que otro en un área, por ejemplo, Mateo programa mejor y él se dedicó a eso, mientras que yo hice la parte mecánica y Damián el diseño electrónico y de placas”, detalló Zelener.@fotoa
ADRENALINA EN EL ÚLTIMO MINUTO
Durante los meses previos a la competencia, los chicos pasaban días enteros enfrascados en el proyecto, empezaban a la mañana temprano y muchas veces llegaban tarde a casa para la cena. Y la adrenalina no hizo más que intensificarse a medida que se acercaba el gran día.
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“La última semana antes de viajar, nos avisaron que cambiaba la pista, que iban a ser dos ochos en vez de uno, y aparte se sumaban nuevas señales de tránsito, y teníamos que agregarles luces de freno y guiño a los autos”, explicó el profesor Federico Freccero.
“Tuvimos que hacer todo el hardware, hacer la placa, poner los leds, y después de eso, asegurarnos que esos leds se prendieran cuando se necesitaba”, explicó Melamed. “Todos los países llevan un auto y todos los años se van mejorando, se pide que cada equipo participante le agregue algo”, añadió.
Una vez en Israel, los nervios siguieron en aumento, con el minuto a minuto de los resultados. Robotraffic se realiza en una única pero intensa jornada.
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“Era un gran auditorio y en el escenario se arma la pista. Atrás, en una pantalla, se proyectaba una planilla en donde podíamos ir viendo en simultáneo a nuestros contrincantes”, explicó Zelener. “A cada hora iba pasando un grupo diferente y recibía su puntaje después de su pasada”.
Aunque estaban confiados en su trabajo, hasta el último momento hubo incertidumbre sobre cómo sería la performance de los autos arriba del escenario, dada la sensibilidad propia de estos desarrollos. “Aunque parezca mentira, podés probar 1500 veces el vehículo en tu casa o en la escuela y que en el momento de participar funcione todo distinto. Se podía despistar por una luz en el escenario, por el material de la pista, por el reflejo de la luz…”, destacó Freccero.
Los chicos tuvieron que terminar de calibrar todo esto ahí mismo, en el momento. “Teníamos, a un lado, el escenario donde se iba dando la competencia, y aparte, había unas pistas a donde ir haciendo las pruebas. Tuvimos que cambiar cosas a último momento, e incluso, subimos al escenario con cosas que no habíamos terminado de probar del todo, pero por suerte resultó todo bien”, rememoró Bartellini Huapalla.
Después de los nervios y el esfuerzo, finalmente llegó el momento de celebrar. “Lo primero que ganamos, sacamos el primer puesto, fue en la categoría Careful Driving, donde competimos con el auto que tenemos desde hace 6 años”, rememoró Melamed. Le siguieron el segundo lugar en Advanced Careful Driving, en la que participaron con el auto construido de cero en el aula, y por último, obtuvieron primeros y segundos premios en la categoría Racing.
El regreso al país con los trofeos en mano fue una experiencia única para los chicos, que ya están metidos de lleno nuevamente en la rutina del colegio, poniéndose al día con las materias en las que se atrasaron por el viaje y pensando en nuevos proyectos del Club de Robótica. “Yo este año tengo pensado venir a dar una mano a los chicos que compitan este año, así como tanta gente nos ayudó a nosotros”, aseguró Melamed. “Hay que intentar siempre seguir avanzando, no quedarse con -bueno, ya está, ya gané-, porque siempre todo se puede mejorar”, concluyó.
Infobae – Por Nadia Nasanovsky
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