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Muertos en Gaza: ¿Civiles o militantes del Hamás?

Sus palabras contradicen radicalmente los titulares publicados en múltiples y afamados medios internacionales afirmando que la “gran mayoría” de las víctimas en los altercados “eran civiles inocentes desarmados abatidos por las fuerzas israelíes”.

Para que una vez más quede clara mi posición frente al terrorismo islámico en general, y el de Hamás en especial, reproduzco a continuación un artículo que escribí durante la operación “Plomo Fundido” en Gaza (Diciembre 2008 – Enero 2009), cuando también entonces casi todos los miembros de la comunidad internacional considerados “progresistas” repudiaban lo que llamaban “matanza”, “masacre” y hasta “genocidio” israelí.

¡PERDÓN!

Alberto Mazor

Como veterano educador y luchador por la paz entre israelíes y palestinos, quiero disculparme ante los países “neutrales”, los intelectuales “progres” y las ONGs de avanzada que no dudan al determinar que el conflicto árabe-israelí es entre “buenos y malos” y no pierden la oportunidad de demonizar o boicotear a Israel sin mencionar siquiera el accionar de los regímenes en Irán, Siria, Arabia Saudita o la Franja de Gaza.

Como ciudadano israelí, les pido perdón, en primer lugar, por ser libre; por disfrutar de una sociedad abierta que me permite elegir según mi conciencia; por creer que la democracia es el mejor sistema político y el más evolucionado código de moral civil; por confiar en los valores humanos del judaísmo y de la cultura occidental como depositarios de un refinado avance histórico.

Les pido perdón por permitir y entender la igualdad de los hombres y las mujeres; por estar en contra de la pena de muerte; por no cortar las manos de los ladrones, por no aceptar que la homosexualidad sea un delito y por sentirme satisfecho de una justicia laica basada en el mensaje de los Profetas, la ley positiva y los derechos individuales.

Perdón por apartarme del fanatismo teológico; por no odiar a los que profesan otra fe y por anhelar una discreta felicidad terrenal sin esperar el paraíso anticipado rodeado de setenta vírgenes.

Les pido disculpas por los pecados cotidianos de mi decadencia moral: por la tele, el cine, el Facebook, la investigación científica, la alta tecnología, el arte, la música profana, el buen vino, el asado a la parrilla, la minifalda, el bikini, la pizza con jamón y morrones, los perfumes de Chanel y la libertad sexual; por admirar a Rambam, Spinoza, Da Vinci, Miguel Ángel, Galileo, Newton, Mozart, Bach, Cervantes, Neruda, Freud, Einstein, Serrat y los Beatles.

Les pido perdón por el Partenón, la Capilla Sixtina y el Templo de los Rollos del Mar Muerto; por los autobuses que aún no explotaron en Jerusalén, por los misiles que todavía no cayeron en Sderot, Ashkelón o Beer Sheva, por los rascacielos que se mantienen en pie en Nueva York y por los vagones que aún no descarrilaron en Atocha.

Y por si todo ello no alcanza, les pido perdón también por preferir Haifa a Damasco, París a Teherán, San Francisco a Bagdad, Buenos Aires o México a Riad y el kibutz donde vivo a Gaza. Por usar remeras en vez de jalabías y gorras de Nike en lugar de turbantes.

Perdón por poder votar en vez de asentir y por pensar en vez de obedecer. Por amar en vez de odiar y por avanzar en vez de retroceder.

Disculpen por tratar de vivir en la modernidad en vez de la Edad Media, por respetar en vez de imponer y por tolerar en vez de prohibir.

Pero me temo que con eso no sea suficiente, porque cuando haya negado mi civilización y mis creencias, cuando me haya retractado de mis certezas, cuando me arrodille implorando misericordia, el fundamentalismo islámico – al cual reciben con todos los honores – me continuará matando del mismo modo, sin ninguna piedad ni compasión.

Y los matará también a ustedes, porque somos distintos, y porque él no sólo busca la sumisión, sino además, el exterminio de la diferencia.

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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