Mentiras a través de un documental
A partir de ahí, se mencionó la Intifada, lo duro que significa para los entrenamientos la cantidad de horas muertas que deben pasar los jugadores en los puestos de control, como matan los israelíes y el “suma y sigue” tradicional.
El estreno se completó con una exposición en donde se veía a soldados israelíes tomando justicia por mano propia sobre los palestinos. Nada se dice del tema de seguridad. No es necesario. Ni hablan, claro está, de lo que significan las pérdidas de vida ocasionadas por una simple botella incendiaria (mata igual el arma más sofisticada), la cantidad de israelíes acuchillados, gente que espera una autobús en el que una simple mochila cargada con explosivos estalla por los aires o los hombres-bombas que, con la promesa de sentarse a la derecha de Alá, encontraran el paraíso soñado.
Nada se dice que esos apasionados futboleros, que aman a Messi y a Ronaldinho, sobre que el futbol palestino está mejor en el ranking FIFA que Israel o cuantos jugadores árabes tienen lugar en los equipos israelíes sin necesidad de preguntar cuántos israelíes hay en equipos palestinos porque la respuesta es sabida: cero.
La selección argentina quiere preservarse porque está el convencimiento que, más allá de la seguridad israelí – esa misma que cuida a presidentes, primeros ministros, estrellas del espectáculo y científicos de renombre- no será suficiente.
El presidente Macri entiende la situación. Afirma que la familia de Messi no debe inquietarse por ese viaje. Y es razonable. De la misma manera que el canciller argentino – que debía informar al presidente- dice que no es un tema nacional sino, y solo, de la AFA (aunque habla el presidente y queman camisetas argentinas con el color de la bandera).
La verdad resulta conmovedor no que la selección no llegue sino los argumentos que, como en el futbol, “pásamela a mi, tomala vos”.
El presidente de la AFA, habla de la paz mundial como si fuese el Secretario de Naciones Unidas. Raro para una persona que, a ciencia cierta, acepta – en nombre de la Institución que preside – el dinero de un país pero no al territorio que le pertenece.
En rigor de verdad hay tantas cosas que no sabemos su procedencia y las aceptamos que, esta, sería una más.
Ojalá un partido de futbol trajera la paz. Pero no es así, Señor Tapia. Ya lo intentaron personas más influyentes que usted. No se sabe cuántos artistas, científicos y figuras relevantes no llegaron a Israel bajo la amenaza de Hamas. Pero, a los argentinos, no debería asombrarnos. Si diez personas cortan y entorpecen todo el funcionamiento ciudadano, si de cinco días laborales hay personas que participan de cuatro marchas, si cobran la ayuda universal por hijos miles que no quieren aceptar trabajo alguno para evitar perder los planes… todo eso parece no ser “nada” frente a la quema de una camiseta o las amenazas de algunos terroristas de acabar con la vida de todo aquel que no les obedezca. .
Si los israelíes hubiesen tenido el mismo miedo al instalarse en una tierra histórica rodeada de países hostiles, hoy no habría Estado de Israel. Y, en última instancia, ni la familia de Messi ni los jugadores (inspirado Higuain), ni Jorge Yoma (embajador de Argentina en Perú quien dijo “qué tipos irresponsables! A los dirigentes de AFA le mostrás un billete y llevan a la selección a jugar a Auschwitz) ni Tapia, ni nadie debería preocuparse.
Pero he ahí que existe el Estado de Israel entre otras muchas cosas porque los judíos no tienen dónde ir. Los jugadores de futbol pueden elegir.
Y ya lo han hecho. Pena grande de un país pequeño: Argentina.
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