Radio JAI

La Radio Judía de Latinoamérica

DONAR

Este es el nuevo rostro del antisemitismo español, según expertos y judíos

Que se oiga en Palestina una proclama racista de esa magnitud no es inusual. Lo que dejó perplejos a los judíos españoles es que los gritos se escucharan el pasado 11 de diciembre durante una protesta, sobre el papel pacífica, organizada en la plaza de Sant Jaume de Barcelona, y además en presencia de las fuerzas de policía autonómicas catalanas, que, muy probablemente, ni siquiera advirtieron lo que sucedía a su alrededor. Ni entendieron que, en presencia suya, parte de la muchedumbre gritó “Muerte a los judíos”.

Las amenazas islamistas y xenófobas partieron de un pequeño grupo de musulmanes que, mezclados con activistas de la causa palestina y de la plataforma BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones contra Israel), mostraban su disconformidad por la propuesta de traslado de la capital de Israel a Jerusalén. Con la ley en la mano, quienes pedían la aniquilación de los judíos deberían haber sido enjuiciados por un delito de odio contra esta

Hay precedentes de ello en nuestro país, y el caso más reciente es el de un marroquí de 32 años arrestado por la Guardia Civil esta semana en Gran Canaria por sembrar las redes sociales de mensajes donde se alentaba con soflamas incendiarias el odio contra los judíos para regocijo de “un número significativo de seguidores” que compartían los puntos de vista racistas y judeófobos del magrebí.

Antisemitismo salafí
¿Es habitual que los musulmanes españoles o afincados en nuestro país muestren una hostilidad racista hacia los judíos, como pueblo, o fue este un incidente aislado? Y si, en efecto, esto es lo común, ¿creen los judíos españoles que nuestro país se está viendo afectado por una nueva oleada de antisemitismo de raíz salafista semejante a la que padecen otros países de la Unión Europea como Alemania, Francia, Polonia, Suecia o el Reino Unido?

Según afirma el sociólogo Xavier Torrens, el prejuicio más extendido entre las comunidades musulmanas es el del antisemitismo, y los inmigrantes que han recalado en nuestro país lo han traído consigo. “En Marruecos, Argelia o Paquistán es habitual que los sermones del viernes del imán contengan críticas a Israel o expresen odio y rechazo hacia el pueblo judío. Parte de los musulmanes y de los clérigos que han recalado en nuestro país reproducen la costumbre aquí”, afirma.

“Por otro lado, uno de los lugares donde esta animadversión se hace más visible son las redes sociales, y este si es un fenómeno muy detectable en nuestro país”, añade Torrens, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Barcelona (UB) y director científico de las cinco ediciones del Seminario sobre Antisemitismo que se han impartido en esa misma ciudad. Para este experto en judeofobia, este fenómeno del odio o la animadversión hacia el judío, no es nuevo en nuestro país, al margen de que se utilice esa denominación de “neo” con fines académicos para subrayar ciertas particularidades de sus últimas manifestaciones, entre otras, las que lo vinculan al auge del wahabismo.

“Es cierto que en otros estados europeos como Francia se han registrado más actos violentos contra los miembros de esa minoría, pero según ciertos informes como el elaborado por el Pew Center, la cantidad de prejuicio que pervive en España es mayor a la de nuestros vecinos. De hecho, los prejuicios no guardan ninguna relación con la importancia numérica del colectivo que los padece. Podría no haber ni un sólo judío en España y seguir manifestándose esa fobia”, apunta Xavier Torrells.

Dicho de otro modo, el profesor de la UB sostiene que nuestro país sigue siendo antisemita, al margen de que se produzcan o no actos violentos. En realidad, aún va más lejos cuando asegura que los españoles han conservado exactamente los mismos proverbiales prejuicios de sus ancestros de la Edad Media: el antigitanismo, la islamofobia y el antisemitismo. “Lo único que han cambiado son los estereotipos con los que ahora se estigmatiza a esas comunidades. Hoy nadie diría que un judío es un hereje”.

Esta ausencia de agresiones contra judíos sí podría ser explicada por el pequeño número de judíos que residen en España —se suele hablar de entre cuarenta y cincuenta mil— y sobre todo, por la inexistencia de comunidades de fieles jasídicos o ultraortodoxos, fácilmente reconocibles por sus ropas negras, sus sombreros y sus tirabuzones.

En otras palabras, su escasa importancia demográfica y su poca visibilidad dificultan más su identificación que en Francia y, por tanto, les proporciona cierto amparo contra sus potenciales agresores. Pero una cosa es cierta, entre la documentación incautada en nuestro país a los grupos de islamistas radicales menudean los documentos donde se les menciona como objetivos preferentes. Están, definitivamente, en el punto de mira de los salafíes yihadistas o islamistas radicales, lo que explica la discreción de su proceder social o su escasa predisposición a mostrarse en público con signos distintivos de pertenencia a su comunidad como la quipá, que en España reemplazan a menudo por un gorro, para cumplir con sus preceptos religiosos sin revelar su condición.

Protección policial
Una judía española, periodista, cuyo nombre prefiere mantener en el anonimato, nos asegura a este respecto que en nuestro país, “los miembros de esta comunidad siguen mostrándose muy reservados y se resisten a confesar públicamente su identidad en los lugares de trabajo o en los ambientes académicos”. Una evidencia clara del estado defensivo en que se desarrolla su vida pública es el hecho de que sus rituales religiosos se sigan celebrando en las sinagogas bajo protección policial.

Salvo recientes excepciones como el Hanuka madrileño, también sus festividades se organizan en presencia de las fuerzas del orden, y este es un hecho común, no sólo en España, sino en el resto de Europa o en países como Turquía, donde viven, literalmente, en una burbuja policial. Lo que no ha impedido, sin embargo, que sigan siendo víctimas de atentados terroristas de corte islamista, como el que hizo saltar por los aires en 2003 una sinagoga de Estambul. La autoría del ataque fue reivindicada por unos muchachos kurdos de la rama turca de Hezbolla.

“En alguna ocasión he salido a la calle con una estrella de David y he sufrido las miradas hostiles de algunas personas. El prejuicio está ahí”, afirma la periodista judía. “Cada vez que el conflicto palestino-israelí sufre un repunte o la prensa divulga algún nuevo episodio, nos llueven las patadas”. Incluso la decepción causada por una derrota deportiva puede hacer aflorar este odio racial. En mayo de 2014, una victoria del equipo de baloncesto Maccabi de Tel Aviv sobre el Real Madrid desencadenó una avalancha de cientos de brutales tuits antisemitas bajo el hashtag “#utosjudíos”. Cinco de los tuiteros fueron denunciados ante la Justicia.

Un año después de esos sucesos, en agosto de 2015, los organizadores del festival de reggae Rototom Sunsplash anularon el concierto del cantante judío americano Matisyahu, sucumbiendo a las presiones de la delegación valenciana de una organización prohibida en Francia “por su supuesto carácter antisemita”, la ya citada BDS. No era la primera vez que se intentaba someter a representantes políticos o destacados miembros de la cultura de nacionalidad israelí o de origen judío, a una versión contemporánea de los actos de fe medievales, de acuerdo a la cual debían confesar públicamente su rechazo a ciertas políticas israelíes en Palestina o serían boicoteados. A juicio de expertos como Torrens, dichas prácticas son una brutal y nueva manifestación de la vieja judeofobia.

“Que haya dos millones de musulmanes en España no incrementa el peligro ni los riesgos en la seguridad de la comunidad judía, dado que la mayoría de los fieles de esa religión son gentes pacíficas y cabales”, subraya la periodista judía. “Lo que sí lo ha aumentado son ciertos grupos islamistas que pretenden exportar el conflicto de Israel, partiendo de la base de que no aceptan ni la existencia de ese estado ni el derecho de los judíos a la autodeterminación”.

Si algo tienen claro las organizaciones que elaboraron el último informe 2015-2016 sobre antisemitismo en España (basado en los datos recabados por el Observatorio contra el Antisemitismo y el Movimiento contra la Intolerancia), es que la judeofobia también, o sobre todo, se manifiesta hoy en día en nuestro país en la forma de ataque al Estado de Israel, atribuyéndole per se un carácter racista o utilizando el conflicto de Palestina para poner en entredicho incluso su derecho a la existencia. Esa es, en realidad, la nueva cara que, en opinión de los expertos consultados, ha adoptado esta nueva mutación occidental del antisemitismo en busca de legitimidad. Y los ejemplos en España de ello se cuentan por centenares.

En tal sentido, es obvio que la principal fuente del prejuicio no es sólo el islamismo o ciertos musulmanes, sino ciertas corrientes de izquierda, tradicional y violentamente antisemitas. Tal y como señala Torrens, el socialista utópico Proudhon o el anarquista Bakunin eran, sin ir más lejos, dos confesos judeófobos, en parte inspiradores de la “solución final” y como ellos, un sector de la izquierda, especialmente desde que Stalin vislumbró que Israel no se alinearía en la órbita soviética, poco después de su creación. Los prejuicios del Politburó se extendieron, primero, por la Europa del Este y posteriormente, por todo el mundo, a través de algunos partidos comunistas. Y así hasta el día de hoy. “Hitler no inventó nada nuevo”, nos dice el sociólogo.

Si ha habido alguien crítico con esta tendencia conocida es el senador vasco de EH Bildu, Jon Iñarritu, hablante de hebreo, agnóstico y claramente comprometido con la lucha contra el racismo, en todas sus formas, lo que le ha acarreado en ocasiones infundadas acusaciones de “sionista”.

Nazismo residual
El tradicional antisemitismo asociado a la extrema derecha se ha convertido en residual, tanto en España como en el resto de Europa, y ello hasta el punto de que varias formaciones islamófobas como Alternativa por Alemania (AfD, de acuerdo a sus siglas germanas) han tratado incluso de tender puentes y pescar votos en los caladeros islamófobos de cierto sector ultraconservador de judíos. Los enemigos de mis enemigos son mis amigos. Como regla general, los judíos no han picado en ese anzuelo.

En España, tanto el antijudaísmo asociado al cristianismo, como al de corte nazi, ha quedado reducido a grupúsculos marginales. Y en su lugar, ha emergido con fuerza la ya citada judeofobia de origen salafí y, por extensión, islámica, y sobre todo, la asociada a la izquierda. Algunas sinagogas tienen que modificar el horario de sus ceremonias en sabat, cuando se produce algún ataque de Israel a Gaza, y el ritual coincide con alguna manifestación de solidaridad con Palestina.

“Los prejuicios de la izquierda no son nuevos, ni están asociados en exclusiva a lo que sucede en Israel porque de hecho existen ciertas estereotipaciones que entroncan con ciertas tradiciones teóricas decimonónicas. Y ello, por no hablar del impulso que el antisionismo tomó con Stalin. Tampoco diría en ningún caso que la izquierda es antisemita”, nos explica el senador Jon Iñarritu.

“Lo que sí es cierto es que Israel ha brindado una excusa magnífica a algunas personas para vehicular su antisemitismo a través de un antisionismo políticamente correcto. Del mismo modo que las actuaciones de Turquía no hacen anti-turcos, no parece razonable que determinadas políticas hagan antisemitas o anti-israelíes”.

Curiosamente, Iñarritu fue de los pocos señalados políticos del Estado español que, en marzo de 2011, firmaron un documento contra la citada campaña de boicot contra Israel, conocida con las siglas de BDS. El ahora senador justificó su decisión asegurando que por medio de esa campaña, “se estaban cometiendo actos discriminatorios contra israelíes”. Iñarritu recordó asimismo que no eran pocas las organizaciones palestinas y personalidades que se habían opuesto a ellas. Entre otras, el propio presidente de la Autoridad Nacional Palestina.

En un sentido parecido, el sociólogo Xavier Torrens señala que esta campaña de boicot a Israel, y a empresas y personas israelíes, fue prohibida en Francia por su antisemitismo. “De acuerdo a mi análisis de los hechos, es una iniciativa judeófoba por varias cuestiones”, precisa. “En primer lugar, porque compara un sistema político democrático como el de Israel -con todas las críticas que se le pueda hacer- con la dictadura de Suráfrica en los tiempos de apartheid. En segundo lugar, porque adoptan la misma posición ideológica que Hamas, ni siquiera la de la Autoridad Nacional Palestina. En tercer lugar, porque es una proyección del antisemitismo de siempre, aquella misma judeofobia que boicoteaba médicos en el Medievo o tiendas judías, en la época de Hitler y ahora, cantantes como Noa. El caso de Noa es paradigmático porque el BDS la boicoteó a ella y repudió a Serrat y Sabina, cuando dijeron que la izquierda española podría actuar como la alemana, la francesa, la holandesa o la canadiense. Es decir, podía criticar determinadas políticas del Gobierno israelí con las que está en desacuerdo, pero sin caer en el odio anti-Israel ni en las represalias contra la población judía”.

Guerra contra el BDS
Hasta la fecha, existen ya 33 resoluciones judiciales firmes de juzgados españoles que echan para atrás los intentos de boicot del BDS a empresas, productos o personas judías, siempre aduciendo razones de inconstitucionalidad. Dos de ellas fueron emitidas por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid y el de Asturias. El presidente de la ACOM,la organización que ha tratado de plantar cara judicialmente a la BDS, Ángel Más, asegura a este respecto que “muchas de esas sentencias no sólo recuerdan que el boicot rompe el principio de neutralidad, sino que hablan de un modo explícito de antisemitismo”.

Ángel Más, quien se autodenonima judío y sionista, añade a este respecto que “el BDS no sólo está prohibido en Francia. Países tan poco sospechosos de poco democráticos como Noruega o Dinamarca les han retirado las subvenciones, y ayuntamientos como el de Frankfurt han definido el movimiento como racista y antisemita.

Los promotores de esa campaña aseguran que sólo toman medidas con gente o productos implicados con esto o con lo otro. En la práctica, están actuando contra todo el pueblo judío, y sometiendo a gente como el cantante Matisyahu a auténticos actos inquisitoriales de fe”.

Entonces, ¿pueden o no los judíos caminar y vivir en España sin necesidad de ocultar su identidad o pertenencia? “Soy español, estoy a gusto en mi país, que nos hizo ciudadanos de primera, y sé que el estado de derecho nos apoya y protege. Bien es verdad que existen zonas donde vive población con un sesgo virulento hacia los judíos donde no dejaría que mi hijo de trece años caminara con una quipá”, dice a este respecto Más.

Preguntado acerca de esta misma cuestión, el presidente de la Federación de Comunidades Judías de España, Isaac Querub, asegura -muy conciliador, y contradiciendo las propias estadísticas que sitúan el antisemitismo como el tercero de los prejuicios más extendidos entre los españoles- que “España no es un país judéofobo”. Para ilustrar el cambio positivo registrado, Querub recuerda que durante los últimos años se han aprobado tres iniciativas legislativas encaminadas a proteger y favorecer a esta comunidad, una de ellas destinada a conceder la nacionalidad española a todos los judíos sefarditas capaces de demostrar sus orígenes, de acuerdo a unos duros criterios establecidos por los legisladores.

“Es cierto que hoy en día, el mayor promotor de antisemitismo y el mayor deslegitimador del Estado de Israel es el Islam radical, pero cuidado, y yo diría que este no es más que una herramienta al servicio de gente aún más poderosa”, dice Querub, para añadir: “Muchos de esos ataques van directamente contra la legitimidad del estado de Israel, y no contra uno u otro gobierno. ¿Cree usted que si hubiera un gobierno progresista o laborista en Israel cambiarían esas percepciones radicales de la gente que no reconoce ni nuestro derecho a existir como pueblo? Están atacando a Israel porque es el Estado de los judíos, y es curioso, porque es el único estado democrático de ese entorno. Finalmente, es cierto que hay un sector de la izquierda que ha resultado muy decepcionante para muchos de los judíos que creen en sus valores. No entendemos que se hayan dejado embaucar por otros intereses”

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

Ayuda a RadioJAI AHORA!
HAZ CLIC AQUÍ PARA HACER UNA DONACIÓN