Recordando al sobreviviente del Holocausto Bernardo Hirsch
Su familia era muy grande, con muchos hermanos y los padres, además de otros familiares. Bernardo fue un vencedor de la barbarie alemana, que le arrancó su juventud a los 25 cuando construía ideales y fantasías de juventud. Vio cómo mataron a su padre, a cuatro de sus hermanos y otros familiares, pero él, un auténtico sobreviviente, volvió de la guerra y decidió seguir cantándole a la vida.
Despertó una mañana en un hospital de campaña de Checoslovaquia después de una semana inconsciente, enfermo de tifus, y ahí una enfermera le avisó que la guerra había terminado, que los nazis habían perdido. Rompió en llanto, como si en un minuto le hubiese pasado la película de los últimos cinco años de su vida, cuando se lo llevaron junto a su familia a los campos de exterminio.
“Estoy convencido que algún poder superior me ayudó a sobrevivir”, repetía una y otra vez, sentado en el living de su casa en el barrio de Once, con sus ojos celestes y dulces que transparentaban tristeza, dolor, pero también esperanza. Aunque su caminar era lento y su corazón agitado más de la cuenta, Bernardo siempre trataba de estar de pie, y ansioso por mostrar uno de los cuartos de su hogar, que llamaba “Museo”, donde exhibía con orgullo distinciones, cartas y hasta una copia de la ficha que los nazis tenían de él y su paso con día y hora por cada uno de los cinco campos de concentración, desde Auschwitz a Bochum. Una carta de agradecimiento firmada por Steven Spielberg asoma entre todos esos papeles: es que participó con su testimonio de vida de la entrevista que le realizaron para “Survivors of the Shoah” en los años ‘90″.
Bernardo escribió un libro “Marcado de por vida”, algo así como una catarsis de lo que vivió y una forma, según decía, de no cargarle a sus hijos todos sus dolores al volcarlos en un texto.
Formó su hogar en Argentina, donde ya tenía dos hermanos, quienes en 1922, mucho antes de la hecatombe, decidieron irse de Europa. Antes de llegar a estas tierras, se reencontró con su hermano Avron, con quien batalló día a día en los campos, ayudó a otros refugiados y en 1948 pisó este país. Dos años después se casaría con Ditza o Dita, su compañera de vida, madre de sus dos hijos Jorge y Mario, y fueron abuelos y bisabuelos de nietos y bisnietos.
… “Antes de despedirme de mi padre en el campo donde hicieron la selección de los que estábamos aptos para seguir, alcancé a darle un pedazo de pan que llevaba en mi bolsillo -cuenta conmovido. Él lo tomó mirándome, como sabiendo que no volveríamos a vernos más. Apretó el pan contra su corazón y se fue. Creo que con lágrimas en los ojos y yo lloré. Tengo tanto cariño y respeto por ellos y por mi mamá, que murió antes, porque éramos diez hermanos y nos amaban a todos por igual”, contaba.
Bernardo rezaba en medio de tanto desasosiego, hambre y horror y se aferraba a Dios para pedir por él y los suyos en aquellos sitios nazis: “Rezo a la mañana bien temprano y a la noche para agradecer que estoy vivo pero también pido por los enfermos que vienen a verme. Yo soy un milagro”.
Se vestía muy prolijo y con su kipá en la cabeza. Por su departamento lo visitaban vecinos, conocidos y hasta religiosos queriendo ser bendecidos por él que decían que tenía una energía especial, prodigiosa. Del taller de bijouterie que tuvo, apenas quedaron rastros en su casa y con el menemismo y la llegada de la importación china perdió casi todo.
Hablaba seis idiomas: idish, rumano, húngaro, alemán, español e inglés, lengua de la que dio clases cuando había que traer plata a la casa, recién llegado a la Argentina.
Su vida siempre fue construida en base al amor, pero nunca pudo olvidar a aquellos asesinos que acabaron con el sueño de todos los que tenían mucho por vivir.
…”A mí me da lástima matar una cucaracha y ¡ellos mataron a miles de bebés recién nacidos!”…, …”Yo merezco que me tengan un poco más pero todo tiene un fin, nadie vive para siempre”….
Y decía entre risas: “Soy el último de los Mohicanos”.
Bernardo Hirsch tenía 99 años cuando falleció el pasado 1 de julio estando sus últimos tiempos en el Hogar LeDor VaDor.
* La autora es Secretaria Ejecutiva del Museo del Holocausto de Buenos Aires
Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio JaiAyuda a RadioJAI AHORA!
HAZ CLIC AQUÍ PARA HACER UNA DONACIÓN