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El millonario divorcio del hijo de un magnate israelí

La vida de los Mugrabi no es una vida normal. Por eso, sus fortunas y sus desgracias tampoco lo son. Si hace dos años el menor de los dos hermanos Mugrabi se casaba en una boda que costó unos 17 millones de dólares, ahora el mayor se enfrenta a un millonario divorcio que puede poner en jaque su fortuna, sus propiedades y centenares de obras de arte.

Quien está ahora en el foco es David Mugrabi, primogénito del industrial israelí de origen sirio Jose Mugrabi. Estos días se dirime su divorcio tanto en los juzgados de Nueva York como en las páginas de sociedad de la élite de la Costa Este estadounidense. David lleva casado 13 años con su todavía esposa, Libbie, con quien tiene dos hijos de 9 y 11 años. Sin embargo, a finales de julio, y mientras la familia veraneaba en los Hamptons, una de las zonas más exclusivas del país, se supo que él había interpuesto una demanda de divorcio en la Corte Suprema de Nueva York. Sorprendieron a propios y extraños… hasta que los tabloides han ido filtrando la información: ella había pedido a la niñera que le grabara en secreto en su casa de veraneo y, en las imágenes, le descubrió junto a una mujer desnuda.

Ella, consultora de arte, y él, marchante, son los más discretos de una familia que acumula una fortuna valorada en 5.000 millones de dólares, más de 4.500 millones de dólares, y obras de Picasso, Renoir, Damien Hirst, Alexander Calder o Basquiat, el favorito de Libbie. Y sobre todo de 800 originales de Andy Warhol, en la que es la mayor colección del mundo del autor, que se calcula que realizó unas 8.000 obras.

Así, no es extraño que los primeros pasos del divorcio ya den cuenta de cifras astronómicas. David le pagará a Libbie 25.000 dólares al mes, y además tendrá que cubrir por completo las tasas de las caras escuelas de los chicos, que empiezan el mes próximo. Una cifra que no extraña tanto si se considera que la familia tiene unos gastos aproximados de tres millones de dólares al año.

El divorcio se prevé largo, complicado y mediático. Ambos han contratado, como no, a bufetes y abogados estrella de la ciudad; además, no firmaron un acuerdo prenupcial antes de casarse, por lo que es probable que Libbie reclame fortuna (aunque él asegura que es de su padre, no suya), arte y propiedades. Quizá ella obtenga la casa de Water Mill, en los Hamptons, donde ha decidido quedarse a vivir, a dos horas de su apartamento en la calle 82 Este de Nueva York, que han reformado estos meses. Entonces tendrá que decidir si mantiene en sus paredes los retratos familiares que han hecho de ellos artistas como Enoc Perez y Richard Prince.

“Me encanta formar parte del mundo del arte”, contaba Libbie recientemente en una entrevista en la feria suiza en Art Basel. “Es un negocio muy social”. Social, pero también personal y que va unido irremediablemente a los Mugrabi.

Un negocio que arrancó por gusto personal el patriarca de la familia, Jose Mugrabi, un hombre hecho a sí mismo que creció en Jerusalem, se marchó a Colombia con 16 años —donde se hizo rico en el negocio textil— y en los años 80 se mudó a Nueva York, en la que conoció a un célebre marchante de arte y empezó a coleccionar obras de jóvenes y renombrados. Hoy se calcula que posee más de 3.000 obras de arte (entre ellas ese 10% de todas las que realizó Warhol), una colección valorada en el año 2008 en unos 1.000 millones de dólares —unos 870 millones de euros— que guarda a buen recaudo en un almacén en Newark, a las afueras de la ciudad.

David y Libbie son (o más bien eran) el matrimonio discreto frente al de su hermano, Alberto, Tico, también marchante de arte, y la influencer y bloguera Colby Jordan, hija del multimillonario John Jay Jordan. Ambos se casaron en septiembre de 2016 en una fastuosa boda de 20 millones de dólares en el hotel du Cap-Eden-Roc de la Costa Azul francesa. Un enlace con 600 invitados al que acudieron Karlie Kloss o la princesa Beatriz de York.

La discreción se les escapa de las manos esta vez a los Mugrabi, pese a que quieren llevar su separación en secreto hasta el final, aseguran fuentes conocedoras. Ya se ha filtrado que, de nuevo en la casa de los Hamptons, ambos se enzarzaron en una pelea en la que se amenazaron físicamente con una escultura de un metro de altura de Keith Haring y sus muñecos bailarines de colores valorada en 500.000 dólares (433.000 euros). La policía acudió a la casa, pero ninguno acabó detenido. Está claro que el arte está muy presente en este divorcio.

*Fuente: El País – España.

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

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